Repasando hoy mi archivo de antiguas
"Reflexiones de Butaca", me he topado con ésta, al releerla me ha parecido
interesante compartirla con vosotros. No podría explicaros el motivo,
simplemente, me ha apetecido hacerlo, sin más... "¡Oh, Capitán, mi Capitán!"...
Mi
Compañera, distinguida Colega de profesión, quien antes, también lo fuera de
aulas, penurias y recesos de pitillo en los pasillos de la Facultad de Derecho y,
sin embargo, a pesar de todo lo anterior y sobre todo, gran Amiga, Amparo Ruiz
Aguilar me ha propuesto, como objeto de mis reflexiones “butaqueras”, que he
decidido compartir con vosotros, el “Carpe Diem”.
Obvia
y evidentemente he recogido el guante – pues de no haberlo hecho, sé que la habría
defraudado tanto como a mí misma -. Así que y siguiendo el cuño de Horacio, me
dispongo a “aprovechar el momento, dado que el futuro es poco cierto” y
voy a intentar parir los pensamientos que me sugiere esa locución latina. Me propongo a hacerlo, mejor
hoy que mañana, antes que después.
Todos venimos a
este mundo de imbéciles que nos ha tocado habitar, con más o menos suerte pero
con un seguro, por inequívoco, período de caducidad, un término, como tanto nos gusta llamar a los
juristas, un plazo o, simple y llanamente, con “los días contados”, así lo expresaría mi venerado Pérez Reverte. Todos tenemos la certeza, porque así nos lo han
contado, o, porque es lo que reflejan los documentos, del día en que hemos
nacido, a veces, incluso, hasta de la hora exacta de tan feliz acotencimiento, pero ninguno de nosotros la
tiene del día en que dejará de existir.
¿Quién se
acordará de nosotros cuando ya no estemos?. ¿Habrá alguien que nos dedique
algún pensamiento cuando nos hayamos ido?... Supongo que a ese tema le dedicaré
algún día otra Reflexión, pero no la de hoy, aunque sinceramente ya adelanto que a mí, poco o
nada me importa que me recuerden si no es por algo que merezca la pena ser
recordada – ya sea en mi faceta de hija, en la de hermana, en la de tía, en la
de amiga o en la de profesional -. Lo que sí me preocupa, y mucho, es disfrutar
de cada día, de cada momento, de cada segundo, compartido con los
seres que de verdad amo, como si fuera el último. Beberme la vida a sorbos: largos e
intensos. No arrepentirme jamás de nada de lo que haya hecho, tan sólo de lo que
haya dejado de hacer, ya sea por desidia, por hastío, por negligencia o, lo que
es peor y más reprobable, por COBARDÍA. En mi concepto de VIDA el término ha de estar desterrado,
lo ha estado siempre, o, al menos desde que tengo conciencia y soy capaz de
tener recuerdos.
Es inevitable, ahora, que se me venga a la memoria esa gran película,
sin duda, todos estáis ahora pensando en ella: “El Club de los Poetas Muertos”
firmada por Peter Weir, como su obra cumbre y magistralmente interpretada por Robin
Williams, dando vida a ese excéntrico profesor Keating (“¡Oh, Capitán, mi
Capitán!”) que a través de “dudosos” o, cuanto menos, poco “reverentes”
métodos educativos, despierta la necesidad de ir desarrollando nuestra más íntima
libertad, invitándonos, en definitiva, a rebelarnos contra la opresión de lo generalizadamente admitido y así bendecido, como “políticamente
correcto”, si ello no se corresponde con nuestros sueños, deseos y anhelos…
Es precisamente
ese y no otro, el mensaje, creo yo, que el poeta latino quiso transmitirnos: “Carpe
diem quam minimum credula postero”, no podemos darle crédito al futuro, porque
es incierto, así pues… Aprovechemos este presente que es lo único cierto: el HOY, el AHORA. El preciso instante que estamos viviendo: yo, al escribir
estas líneas y tú, vosotros, al leerlas. Si hacemos un rápido recorrido por la obra de Walt Whitman, "MI" poeta vagabundo
de Long Island, que inspiró la célebre y recurrente frase en el largometraje:
“¡Oh, Capitán mi Capitán!”, dedicada, en origen, a su admirado A. Lincoln, otro claro símbolo que
encuentra sentido en la locución latina, nos damos cuenta de que es,
precisamente, el color y el aroma que transpira su poesía, inundando a raudales la ávida mente
del lector que la paladea deleitándose en ella: verso libre, sobre temática libre que huele a
libertad (“Hojas de Hierba” o
“Canto de mi mismo” son un
claro ejemplo de ello), libertad que pasa, necesariamente, por aprovechar el
momento, disfrutarlo, saborearlo y vivirlo como a cada cuál le dé su real gana
– pasando pues así a un plano accesorio y nimio, el segundo y tercer motivo que
se pueda esgrimir ante tan demoledor argumento, cual es el de vivir como a cada
quien le parezca más oportuno, con la única e insalvable limitación, claro está, del respeto
al prójimo -…
Y eso, amadas, amados míos, distinguida Compañera y sin embargo,
Gran Amiga Amparo, es cuanto a mí me inspira “Carpe
Diem”.
Me gustaría, no obstante, conocer ahora lo que a vosotros os
sugiere.
“Aprovecha
el día.
No
dejes que termine sin haber crecido un poco, sin haber sido feliz,
sin
haber alimentado tus sueños.
No
te dejes vencer por el desaliento. No permitas que nadie te quite el
derecho
de expresarte, que es casi un deber.
No
abandones tus ansias de hacer de
tu
vida algo extraordinario...
No
dejes de creer que las palabras y la poesía, sí pueden cambiar al
mundo;
porque, pase lo que pase, nuestra esencia está intacta.
Somos
seres humanos llenos de pasión, la vida es desierto y es oasis.
Nos
derriba, nos lastima, nos convier
te
en protagonistas de nuestra
propia
historia”.
(Walt
Whitman – Carpe Diem)
Pienso que hay que vivir el presente, como te dicte el corazón, intensamente. Eso si...con la consecuencia de que habra gente que le guste y a otros no.
ResponderEliminarUn articulo precioso.
Prueba de comentario. Besitos, Mamen
ResponderEliminarLo primero agradecerte la deferencia hacia mi persona: recogiste el guante, y has logrado, como siempre, un gran relato. Si te sugerí reflexionar sobre el CARPE DIEM, fue porque es mi lema de vida, o, al menos, así lo intento.
ResponderEliminarEn cuanto a qué me sugiere, me quedo con una frase: PROTAGONISTAS DE NUESTRA PROPIA HISTORIA.... Somos cada uno de nosotros quienes debemos formar nuestra propia historia, con nuestro quehacer diario, penalidades, alegrías, tristezas, pero todo a partir de lo que realmente queramos dejar cuando abandonemos este mundo; y todo ello, querida Mamen, sólo se logra sí vivimos al límite nuestro CARPE DIEM particular.
Continúa deleitándonos con tus reflexiones, amiga mía, tus tus seguidores te lo agradecemos.
Queridísima Amiga Amparo, de no haberlo hecho, me consta que te hubiera defraudado... Sé, perfectamente - pues nos conocemos ya desde hace muchos años y tengo el privilegio de contarte ya no sólo como COMPAÑERA, sino y lo que es más importante como AMIGA - cuál es tu lema y cómo te esfuerzas a diario para llevarlo a sus últimas consecuencias.
EliminarComparto, total y absolutamente, contigo esa creencia de que HEMOS DE SER LOS PROTAGONISTAS - me atrevería, incluso, a afirmar que ABSOLUTOS - DE NUESTRA PROPIA HISTORIA.
Continuaré, continuaré... sabes que a tí y a quienes os considero mis AMIGOS no puedo negaros nada.
Gracias Amparo... "¡Oh, Capitán, mi Capitán!".
¡OH CAPITÁN, MI CAPITÁN!...
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