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lunes, 27 de marzo de 2017

Pagar y aplaudir o pagar y abuchear, pero pagar.




Leía el otro día una crónica que me pareció de lo más interesante. En ella su autora, una gran articulista de opinión, enarbolaba la defensa a ultranza de España a la que denominaba, no exenta de pesadumbre, “esa formidable potencia cultural reducida hoy, por mor de la mediocridad imperante, a una oscura agrupación de taifas”, no pude por menos que convenir con su criterio uniéndome al llamamiento ciudadano, si bien, siendo menos correcta en las formas e, indudablemente, más lenguaraz, osé entonces completar su aserto: “oscura agrupación de taifas regidos por imbéciles y mentecatos que han dilapidado el respeto conferido por la carga histórica y las épicas proezas de nuestros antecesores”. Efectivamente, lejos de ser la gran potencia mundial que un día fuimos, este país se ha convertido, hoy más que nunca, en el patético escenario donde tiene lugar la obra cumbre del teatro del absurdo, donde las víctimas del terrorismo son olvidadas, condenando su memoria a la vergonzosa pervivencia de unos nombres anónimos esculpidos en tristes lápidas de mármol, mientras acercan a sangrientos terroristas, sus asesinos, al lugar donde fueron excretados. Un tramoyista laxo e indolente que se parapeta detrás de unos jueces y tribunales que se ven obligados a poner coto a los amagos secesionistas que él mismo debería sofocar por contar con la herramienta propicia para ello: el artículo 155 de la Constitución Española que, al parecer, no tiene mayor utilidad que la meramente ornamental. Unos representantes públicos, actores protagonistas o secundarios, a quienes no se les puede exigir que cumplan con su obligación, por la que se les paga con cargo a las arcas públicas, pues andan más ocupados en luchas intestinas y disputas de cargos que en sacar a los españoles del atolladero en el que nos dejó hace años la acreditada impericia de un Gobierno demencial. Toda esta trama tiene, sin embargo, lugar ante la atónita mirada de un público que cumple fielmente con su cometido que no es otro que el de pagar y aplaudir o pagar y abuchear. Y ahí vamos, quejándonos del estropicio pero sin abandonar nuestra aburguesada zona de confort, instaurados en una plácida inactividad desde la que criticamos sin movilizarnos, sin reivindicar nuestro lícito derecho a no perder el orgullo patrio que una vez nos legaron, asumiendo dócilmente el derrotista papel de bufones tarados. Pagar y aplaudir o pagar y abuchear pero siempre, irremisiblemente, pagando; pagando las cuentas de la estulticia ajena en connivencia con la propia, ya venga disfrazada de ego, de torpeza, de corrupción o latrocinio aderezado, siempre, con un atrezzo digno de la mejor obra jamás escrita por dramaturgo alguno, para mí, lo más triste es ver el patio de butacas atestado de pasivos españoles que nos limitamos a corear al unísono, cuán rebaño lobotomizado, "¡Qué curioso, qué extraño y qué coincidencia!" tal y como repetían los Martin en La cantante calva. Y mientras, la razón y el sentido común ni están, ni se los espera.

“Pensar contra la corriente del tiempo es heroico; decirlo, una locura.” 

(Eugène Ionesco)

Publicado en la columna de los lunes, Reflexiones de butaca, en Viva Jaén 27/03/17.

lunes, 20 de marzo de 2017

El dudoso honor de ser un dios vikingo.





Tras el estupor que, he de reconocer, me produjo la noticia y llevada por mi natural curiosidad, empecé a navegar por la web, al venir denunciado por una asociación ultracatólica y dada la habitual tendencia a dramatizar los hechos de los que se hace eco, tecleé en el buscador “aborto, Down, Islandia”, el resultado fue un reguero, nada desdeñable, de páginas que recogían, efectivamente, la nefasta circunstancia bajo titulares más o menos descarnados, opté por una publicación médica, es obvia la objetividad que presenta este tipo de divulgaciones frente a la subjetividad de los radicalismos religiosos. Escuchar el cerrado y bronco acento irlandés del ginecólogo Peter McParland exponiendo los datos de que el 100% de los niños diagnosticados con trisomía 21 son abortados en Islandia me dejó atónita, con rotundidad, el doctor afirmaba que “no ha nacido ningún bebé con Síndrome de Down durante los últimos cinco años allí”, para continuar su aserto alertando de que, en esta lucha por “erradicar” a las personas con Síndrome de Down, la República de Islandia no está sola, pues le siguen de cerca otros países, igual de desarrollados –me pregunto si, también, civilizados-, como Dinamarca, en el que en un plazo de diez años no existirán personas Down, Gran Bretaña o Estados Unidos, en los que se estima que el porcentaje de bebés abortados se sitúa en el 90%, concluía, el médico, con una frase que me dio que pensar “podemos y debemos hablar de un genocidio de los niños con Síndrome de Down”, fin del video. En pleno siglo XXI, las grandes Democracias, pues no podría ser de otro modo, reprueban y muestran su apoyo incondicional, respeto y admiración, hacia la Comunidad judía, la gran víctima del Holocausto, con seis millones de exterminados como consecuencia del mayor y más irracional ataque de demencia que jamás haya podido nacer de una mente perturbada, erigiéndose Memoriales e intentando restituir la dignidad a aquellos seres humanos que compartían ciertos rasgos genéticos, algo similar ocurre, en el seno de la Comunidad Internacional, cuando se aborda la “limpieza étnica” de Los Balcanes, tachando de crueldad y de retroceso la persecución de serbios y gitanos, en cambio, cuando se pone de relieve el exterminio masivo de no nacidos a los que se les ha diagnosticado de trisomía, sólo existe una cómplice, vergonzante y silente aquiescencia. ¿Acaso lo que ocurre en Islandia no es sino el vil e inhumano intento de buscar una nueva “raza aria” ajena a alteraciones cromosómicas?, podríamos pensar, entonces, sin temor a equivocarnos que, caso de poder diagnosticarse durante la gestación, otros síndromes como el de Marfan, el de Asperger o el de Raynaud – que yo misma padezco – también esos niños serían abortados. Islandia tiene, hoy, el dudoso honor de ser pionera en esta nueva y execrable purga en la búsqueda selectiva de la perfección genética, pero jamás tendrá el de contar entre sus ciudadanos con un actor, diplomado en Magisterio, como nuestro Pablo Pineda o con una Sara Marín, esforzada gimnasta que lleve a su país el orgullo de los metales obtenidos en competiciones deportivas; la desarrollada pero paupérrima sociedad islandesa juega a ser Dios, un dios vikingo, pero éste no porta un martillo sino una svástica en su brazo. Y ahí lo dejo.

“Ante Dios y el mundo, el más fuerte tiene el derecho de hacer prevalecer su voluntad”.

(Adolf Hitler)

Publicado en la columna de los lunes, Reflexiones de butaca, diario VIVA JAÉN, 20/03/17

martes, 14 de marzo de 2017

La ciudad de los prodigios que diría Eduardo Mendoza.



Suelo salir a pasear los sábados por la mañana, me encanta perderme por las callejuelas de La Magdalena para volver a casa, poco antes de la hora del aperitivo y tomar una caña en alguno de los bares de San Ildefonso. Hoy, claro, no he querido romper mi rutina y tras una errática caminata por una de mis zonas preferidas de Jaén, he ido a parar a la Calle Nueva. Esa misma calle que el anterior equipo de Gobierno – o desgobierno, según se mire, pues para opiniones y gustos, los propios colores – pretendía adecuar, mediante la inversión de 450.000,00 € para hacerla “más accesible, más bonita, más moderna”. Observo las escaleras mecánicas, si hago un esfuerzo memorístico, creo que las he visto en funcionamiento un par de veces desde su instalación y reparo, entonces, en el venerable anciano que, apoyado en un bastón, da inicio a su ascensión por uno de los angostos laterales, lentamente, cauteloso el hombre, palpando con tiento antes de asirse con firmeza a la garrota para tomar el impulso con el que, peldaño a peldaño, coloca su pie derecho primero para arrastrar a continuación el izquierdo, reflexiono: “ACCESIBLE”, lo que se dice accesible… no lo es mucho, el hierático mamotreto de acero ha motivado que el paso quede reducido, peligrosamente, en un 25% en cada uno de sus laterales. Oigo resoplar al octogenario parroquiano que se detiene mascullando ensalmos, cada dos escalones, para recuperar el resuello. Continúo repasando mentalmente las razones invocadas para su instalación: “BONITA”, pese a reconocer que el sentido estético es algo muy subjetivo, no termino yo de encontrarle esa sutil belleza a la estática escala donde se acumula gran cantidad de porquería y desechos, la verdad… ¿”MODERNA”?, tras consultar online el Diccionario de la RAE constato que ningún “pero” puede atribuírsele a esa parte del mensaje con el que se justificó la inversión, pues efectivamente, las benditas escaleras “pertenecen al tiempo de quien habla(ba) o a una época reciente” y, de igual manera, “es contrapuesta a lo antiguo o a lo clásico y establecido”, pese a lo cual vuelvo a preguntarme si realmente era necesaria esta instalación automática, inservible, por el riesgo que representa la altura de sus escalones, cuando se encuentra detenida. El señor mayor acaba, por fin, de alcanzar la cima, se detiene boqueando mientras extiende el cuerpo hacia atrás, en un intento de insuflar a sus pulmones un aire que le ha costado aprehender en su parsimoniosa subida, me dirige una rápida mirada triunfal que acompaña de un esbozo de sonrisa y desaparece tras la esquina. Quiero salir de dudas y me pongo en contacto con la empresa mantenedora, según indican las pegatinas adosadas a la base del aparato, tras unos tonos, me atiende una amable voz que me ilustra acerca de los motivos por los que, aparentemente, el uso de las escaleras elevadoras ha quedado reducido al meramente ornamental, si bien con dudoso gusto en mi opinión, “hace tiempo se averió una pieza y el Excmo. Ayuntamiento no ha considerado oportuna su reparación o sustitución por lo que se ha decidido pararlas por el riesgo que supondría para los usuarios, pero, de cualquier modo se tiene previsto volver a sacar, nuevamente, a concurso el contrato de mantenimiento”, tras dar las gracias por la información al afable interlocutor, retorno a mis cavilaciones: si ese horrible artilugio está ahí para hacer la ciudad “más accesible, más bonita y más moderna” a la ciudadanía y se ha producido una avería, me pregunto por qué no se arregla en lugar de optar por el cese del servicio; si realmente no se ha visto oportuna la reparación, ¿por qué volver a sacar a concurso la adjudicación del mantenimiento de algo que no lo requiere?, ¿acaso si se va a autorizar a la nueva empresa contratista su reparación y puesta en marcha?, ¿serán, quizás, otros los motivos de tan recurrente estatismo?... demasiados interrogantes y pocas respuestas para explicar este nuevo prodigio de nuestra ciudad, cada día, insisto, eso sí: “más accesible, más bonita y más moderna”.

Publicada en la columna Reflexiones de butaca, en VIVA JAÉN el día 14/03/2017.

miércoles, 8 de marzo de 2017

Todos locos o todos tontos.




El lunes pasado declaraba ante el Supremo Francisco Homs, reo de desobediencia al Constitucional y sedicioso cabecilla en la organización de un pseudoreferéndum ilegal, enzarzándose, con gran insolencia y no menos descaro, con el Fiscal a quien sarcásticamente intentó instruir en las normas de educación que a él le habían inculcado en su casa y que bien le valió una sonora bofetada por parte del Presidente de la Sala: “¡Esto es el Tribunal Supremo y no su casa, señor Homs!”, la irreprimible y estrepitosa carcajada, que se me atascó en la garganta hasta el punto de hacer aflorar las lágrimas, me hizo volver a dispensarle cierta confianza a la justicia, herida de muerte en cuanto a su credibilidad, tras la Sentencia de la Infantísima y consorte. Parecía ya tocar a su fin, así, ese incesante reguero de dislates y disparates que habían venido salpimentando las comidillas parroquianas, cuando el jueves, nuevamente, se me vino a atragantar la concesión, a la etarra Sara Majarenas, quien se encontraba en la cárcel de Valencia cumpliendo condena por su pertenencia al Comando Levante, del tercer grado “a efectos de la libertad condicional” por parte del Juez de Vigilancia Penitenciaria de la Audiencia Nacional. Se justificaba, el Magistrado, en el Auto por el que acuerda la excarcelación de una asesina, afirmando que la etarra "Reconoce el daño causado, la voluntad de desvinculación de ETA reafirmando que su única prioridad y objetivo es el cuidado de su hija" –una oleada de ira incontrolable me ascendió desde el estómago a la cabeza, empecé a notar el martilleo continuo del torrente sanguíneo en las sienes –pum,pum…-¿reconoce?,¿voluntad de desvinculación?, ¿su hija como única prioridad?, ¿dónde están palabras como PERDÓN, ARREPENTIMIENTO, ACTO INEQUÍVOCO DE DESVINCULACIÓN Y CONDENA AL TERRORISMO?, ¿acaso los huérfanos que la mano asesina de ETA ha dejado no eran también la única prioridad de sus padres vilmente asesinados?- para aclarar a continuación que “Deben tenerse en cuenta las circunstancias en que se encuentran en éste momento madre e hija como consecuencia de la agresión externa y violenta que sufrió la menor que hasta dicha fecha convivía con la madre en el Centro Penitenciario (Unidad de Madres) sin que conste el más mínimo incidente al respecto", me vuelvo a indignar y, de nuevo, la sangre caliente galopa estrellándose en mi frente, es cierto que ningún hijo debería, jamás, expiar ni cargar con las culpas y pecados de sus padres, es lamentable también que una inocente niña de apenas tres años, casi un bebé, pasara del módulo de mujeres en el que vivía con la madre al cuchillo vengativo del padre, algo horrible, deleznable y ningún niño debería jamás sufrir esa, ni  ninguna otra, agresión, pero insisto:¿qué pasa con aquellos otros niños a los que la orfandad les llegó de un modo tan cruel como precoz y de los que nadie se ha ocupado?. No comparto, no puedo hacerlo, esta laxitud en el trato a los condenados por terrorismo que invocan cuestiones de una humanidad de la que ellos mismos carecen, que manifiestan “reconocer el daño” por el que ni se arrepienten ni piden perdón, que no censuran sus acciones ni las de sus sanguinarios correligionarios. Me insulta su actitud y me insulta, aún más, la de la justicia, me insultan tanto como un mamarracho pintarrajeado sobre unas plataformas zahiriendo mi fe católica; me insultan igual que lo hace un autobús naranja con absurdas leyendas, frívolas castradoras del almas, acerca del género de niños que, sin duda, sufren un verdadero calvario en el cuerpo equivocado que les dio la naturaleza; me insultan tanto como las manifestaciones recalcitrantemente misóginas de un eurodiputado polaco de impronunciable apellido. Me parecen, todos estos comportamientos, viles y meros ultrajes a la dignidad que me llevan al pleno convencimiento de que, aquí, estamos todos locos o estamos tontos, eso o… es que vamos en dirección contraria.

Publicado en la columna de los lunes, Reflexiones de Butaca, en VIVA JAÉN 06/03/2017


Amores de barra, remiendos de la justicia y otros descalabros de la calle.







Me debato, a diario, entre mis dos pasiones: la toga y la pluma y, últimamente, no sé con cuál me divierto más. Es una suerte dedicarse a lo que a una le gusta así que no me quejaré, al menos no, hoy. Si esperpénticos nos resultan los fallos judiciales que últimamente nos regala la Curia, no es menos vergonzante el demencial panorama político. Buen caldo de cultivo para todos los plumillas que andamos al acecho, en mi caso además, esa mordacidad se ve incrementada por mi condición de profesional del Derecho de modo que, cuando me siento a escribir, antes o después, termina aflorando la vena leguleya que no hace sino afilar las cáusticas saetas de mi prosa, tal como hoy. Defenestrado el pigmeo que quiso jugar a ser Dios -midiéndose con el mismísimo “Dios”- a la segunda bancada del hemiciclo e infligido el cruel castigo del ostracismo por el resto de la camarilla podemita, asistimos a ese almibarado flirteo que tiene lugar entre el entronizado Pablo Iglesias y su nueva vasalla, Irene Montero, uno de esos “amores de barra” de guiños y besuqueos clandestinos que durará lo que dura una noche canalla de copas y desenfreno, léase hasta la próxima purga que tenga lugar con motivo de alguna otra revuelta intestina promovida por unas desmedidas ansias de poder y la pugna de henchidos egos, pero dejemos el Circo de San Jerónimo y vayamos a esa bipolaridad que últimamente detectamos en el Ministerio Público, pues si las críticas le han llovido a Horrach por ser excesivamente laxo, su colega, Luzón, ha dejado claro que pertenece al “black” side, la más plúmbea facción de la Fiscalía, pues no ha dudado en darles, a los imputados de las tarjetas, las suyas, las del pulpo y las que D. Pedro no quiso –o no pudo- arrearles a los de la causa palmesana, absolviendo, así, el primero, los flemáticos pecados del afable segundón. Luego, pues vienen siendo recurrente objeto de chismes y chascarrillos en todos los mentideros de “carajillos” y “chatos” -ya se sabe que un español cuando se atiza un par de tragos sabe de todo y más que nadie- están las fianzas –o desconfianzas- que permiten eludir la prisión provisional, hay quien dice y no exento de razón que son como los pimientos de Padrón, por aquello de que unos entran y otros no, y es que si bien la ley es, sin duda, igual para todos, empezamos a cuestionarnos si la justicia también lo es, sin que por ello, esté justificada la crítica a los jueces y tribunales que se someten en sus pronunciamientos a la legislación, aplicándola con mejor o peor tino, pues son falibles, pero sin poder excederse de lo que las partes le someten a valoración, de modo que si un Fiscal, representante del Ministerio Público, no formula una acusación, difícilmente el Tribunal podrá condenar a un encausado, algo que parecemos olvidar al emitir nuestras recalcitrantes críticas; la justicia está herida, probablemente de muerte en cuanto a su credibilidad, pero puede que debamos cuestionarnos si lo que falla es esa aducida independencia porque ¿se puede politizar al Órgano que vela, precisamente, por la autonomía de los Juzgadores imponiendo la designación de cada uno de sus miembros por afinidades, filias y fobias de los respectivos Partidos que los postulan?,¿acaso el Ministerio Fiscal, representante del pueblo, no está sometido estatutariamente a la dependencia jerárquica de un superior nombrado por el Gobierno?. Seamos serios, señores, y critiquemos las corruptelas, manifestemos las suspicacias y sospechas sólo cuando, efectivamente, tengamos la garantía de que nuestros Tribunales, no responden ante nadie, más allá de la propia Ley y sus respectivas conciencias, aunque mientras tanto, éstos y otros asuntos, seguirán inspirando las comparsas y chirigotas de cada Carnaval, esa festividad que, lejos de culminar con el entierro de la sardina, bien parece haberse instaurado en nuestra vida política y social de manera permanente. ¿Será que, como buenos españoles, nos negamos a dejar de hacer de la crítica nuestro deporte favorito o es, quizás, que la ociosidad tiene estos efectos?.

Publicado en la columna de los lunes, Reflexiones de butaca en VIVA JAÉN 27/02/2017

Caras de tontos.






Estoy desayunando, como cada mañana, en la cafetería de siempre, suelo dar inicio a mis jornadas entre el cálido aroma del buen café que se sirve allí y el ruidoso entrechocar de loza y cubiertos, una pequeña licencia cotidiana en mi ritual diario. El televisor está, también hoy, encendido, su sonido se percibe amortiguado por el zumbido de las conversaciones que inundan el local. De repente se hace el silencio más absoluto y todos los ojos se clavan en la pantalla, se espera con gran expectación la publicación de la Sentencia del Caso Nóos y los parroquianos andamos con un ojo en la tostada y otro en el plasma. Miguel Roca acaba de hacer su solazada aparición en escena, es el abogado estrella titular de tan real defensa - no podía ser otro, ya con su elección nos mandaban un claro mensaje subliminal, al ser uno de los padres de la Constitución y artífice del sistema de garantías y libertades igualitarias por el que nos regimos desde 1978- bajo cuya batuta se ha orquestado el desfile de rutilantes letrados que, en metódica coordinación, se han ido sucediendo durante las diferentes fases procesales en función de sus cualidades profesionales: el más agresivo en los interrogatorios dejó paso, luego, al minucioso de mordaz inteligencia que evaluaba y empleaba el bagaje probatorio en favor de su defendida -a quien “no le constaba” o “desconocía” casi todo-, reservándose al orador más brillante para el trámite de conclusiones. Pasa, Roca, raudo ante la prensa pero sin disimular su sonrisa y esa actitud de -¡pero qué malpensada!- contenida alegría, la convoca media hora después de cuando se espera la Sentencia a fin de ofrecer sus primeras valoraciones. Continúo deleitándome en ese aceite verde sobre el que acabo de servirme una generosa capa de tomate cuando me sobresalta el acento catalán de Pau Molins –uno de los mediáticos peones en el tablero de la estrategia de marketing vende-burras que nos hemos visto obligados a sufrir durante la larga instrucción primero y las tediosas sesiones de juicio oral, más tarde- que con una mal disimulada satisfacción atiende, locuaz, a los medios, pidiendo calma en la espera e impetrando que, al menos, le concedan el tiempo necesario para “leer los mil folios, según tengo entendido, de la Sentencia”, me atraganto ¿cómo puede saber la extensión de un pronunciamiento antes de que se lo notifiquen?, ¿acaso los Magistrados aperciben a los Letrados de lo que ocupan sus resoluciones? –a mí, desde luego, no-, pero ¿de qué pasta está hecho este hombre para presentarse con tan risueña tranquilidad ante el inminente pronunciamiento que puede dar –¡quia!- con la noble osamenta de su patrocinada en una lúgubre celda carcelaria?, ¿conoce ya lo que el resto de la humanidad aún ignoramos? -¡pero qué forma de recelar la mía!-. Es con posterioridad cuando por fin se conoce el esperado fallo, son las 12.19 minutos y nos desvelan la más que predecible absolución para la Infanta y 6 años de prisión para el consorte del guante largo. Y entonces, rememorando el mensaje navideño de hace unos años, aquél en el que el regio progenitor de la encausada, hoy ya oficial y públicamente absuelta, afirmaba “la Justicia es igual para todos”, me pregunto si eran necesarios la persecución y el vil linchamiento de un Juez que se limitaba a hacer su trabajo desde la independencia de su cargo en base a hechos objetivos y personas; si se hacía preciso un equipo de seis abogados para la defensa de la Sra. Borbón y Grecia, refrendado, siempre, por los postulados del Ministerio Fiscal y el Abogado del Estado que declinaron defender el interés común para asumir, en exclusiva, el de la justiciable, ¿tenían que hacernos pasar por este sainete?, ¿será cierto, entonces, que “Hacienda somos todos” es sólo un eslogan publicitario?. Veo mi rostro reflejado en el cristal de la estantería, presenta, ante la crónica de esta absolución anunciada, la misma expresión que no tardo en descubrir en otros cuando salgo del despacho dispuesta a disfrutar del merecido descanso tras una larga semana de trabajo y es que, después de siete años de tramoya, a los españoles se nos han quedado caras de tontos. Pírrica victoria, ésta, de nuestra justicia.

Publicado en la columna de los lunes, Reflexiones de Butaca en VIVA JAÉN 20/02/2017.


La disputada sella curulis de un dictador.





Era el eco apagado de un sordo entrechocar de astas, la lucha descarnada entre dos machos alfa: ¡¡clac…clac, clac!!, el sonido de la izquierda radical fagocitándose. Empezó como una insignificante disputa de patio de colegio: el tarugo que hablaba con el leño - ¿o era al revés?-, un gafitas sabiondo reivindicando que, pese a ser canijo, también podía, también quería, ser el jefe de la pandilla. Los dos buscando esa alharaca de la que tanto gustan cuando dejan de aparecer en los telediarios durante más de dos días –puro marketing de añejas ideas fracasadas, “progres” deleitándose en la adictiva sensación, hasta entonces vedada para ellos, de pisar moqueta, de acceder al poder, de jugar a ser mayores, de paladear las tentadoras mieles de la cómoda y displicente burguesía-. Parecía estar controlada la situación, apenas si eran unas peleas “de mentirijilla”, le debía hacer gracia al reyezuelo la desafiante actitud del pigmeo, hasta que empezaron a incordiarle las aspiraciones y delirios de grandeza de aquél niño repelente, comenzaba el zagalillo a subírsele a la chepa. La “diferencia de criterios entre compañeros” ha desembocado en un verdadero cisma: el cruento canibalismo entre facciones divergentes, cada uno con sus palmeros, sus respectivas filias y sendas fobias, todo democráticamente orquestado, pues aunque se apuñalen por la espalda, se abrazan luego en público. Con una sucesión de insultos velados, almibarados con el manido recurso al “debate entre amigos”, las camarillas iban tomando posiciones: buenos y malos, propuestas y contrapropuestas, ideas y contraideas, “o éste o yo”... Cebando de este modo su reunión, entre escupitajos cruzados y advertencias solapadas, llegaron a Vistalegre –no podría existir metáfora más desatinada-: y cuando, el que ha venido siendo el incuestionable cabecilla, tomaba la palabra para arengar a sus correligionarios, henchido de sí y encantado de haberse conocido, las enardecidas gargantas podemitas lo aclamaban al grito de “Secretario”, para recibir, más tarde, al neófito aspirante golpista con una exigencia: “Unidad”. Mensaje claro desde el rebaño: no quieren más César que al César. Y declinada, no sin cierto desprecio por el insurrecto, la envenenada oferta de una sucesión pactada a la Alcaldía de Madrid, ante la incertidumbre de volver a portar el bastón de mando por obra y gracia del PSOE –los vientos han cambiado y se barrunta un cambio más al Sur- teme ahora, el pequeño y ambicioso delfín, seguir el mismo destino de los hoy ya fenecidos Monedero, Alegre o Bescansa y aunque no ceje en su pulso, empieza a presentar los primeros síntomas de un cuadro de gastroenteritis aguda. Es el sino inexorable de los inmortales: sólo puede quedar uno, aquél del ego más colmado, el embaucador, el vendedor de humo… el, parece que todopoderoso, sátrapa que impone su voluntad a costa de pírricas victorias, sin importarle qué quede en el camino de su vehemente escalada hacia una autocracia tiránica; un flautista de Hamelín a quien, y pese a estar en mis antípodas ideológicas, imploro para que, tras volver defenestrar a todo aquél que, en un futuro, ose emerger de las bases militantes con la presuntuosa intención de ocupar la sella curulis de “su” partido, se siga aferrando al absolutista mando de “PABLEMOS”, pues bien ha demostrado que es el único capaz de aniquilarlo. Por mi parte sólo me resta ahora decir que mejor antes que después, dado que deber de hacendosa diligencia es, no dejar para mañana lo que hoy se pueda hacer.

Publicado en la columna de los lunes, Reflexiones de Butaca en VIVA JAÉN 13/02/2017.

De bufones asustaviejas y otros sinvergüenzas.





Hace unos días, como cada tarde, me encontraba trabajando en el despacho, inmersa en Códigos y Reales Decretos cuando, sin previo aviso, recibí la azorada visita de uno de mis Clientes de toda la vida. Venía, el hombre, angustiado y tembloroso pues, doy fe, es de los que jamás le han dejado a deber nada a nadie, tras disculparse por lo inopinado de su visita sacó de la chaqueta una carta de un Abogado de Madrid que le apercibía de la inminente interposición de una reclamación judicial en caso de no avenirse a abonar una deuda que, según éste, mantenía con una Operadora de Telefonía a la que había decidido pasaportar, descontento con sus servicios, recurriendo a otra de la competencia – ya ven, caprichos del libre mercado -, insistía en señalarme el párrafo en el que se recogía literalmente: "Una vez obtenida sentencia a nuestro favor, solicitaremos el TOTAL EMBARGO de sus bienes e ingresos por el importe adeudado más un 30% añadido en concepto de intereses legales y costas judiciales", le pregunté si había dejado de atender alguna factura por consumo o por adquisición de terminal, algo que me negó, insistiendo en que era la penalización por incumplir el tiempo de permanencia. Miré al bueno de mi Cliente, una de esas personas honestas que cumplen siempre con sus responsabilidades, lo que, con frecuencia, implica el abuso por parte de sinvergüenzas varios, le sonreí y le dije “Mire Vd, si tuviéramos tiempo y ganas responderíamos a esa carta en los siguientes términos: ‘Distinguido Sr. Letrado: Acuso recibo de su nueva atenta, sobre la que paso a aclararle algunos extremos ante la reclamación  de cantidad que me formula y que en modo alguno adeudo, indicándole que si tan seguro está de la prosperabilidad de la misma, reclámela ya en sede judicial en lugar de remitir tan profusa correspondencia que, le sugiero, bien podía servirse enviar en papel higiénico al que poder darle un uso práctico; en segundo lugar, y ante el improbable caso de que le dieran la razón - algo inverosímil a la luz de la legislación reguladora de la protección de consumidores y usuarios que expresamente proscribe las penalizaciones económicas por incumplimiento de contratos de prestación de servicios de tan dilatada duración-, tendrá Vd que aguardar el transcurso de 20 días hábiles desde el pronunciamiento de la Sentencia, en un procedimiento en el que, por la cuantía, no se devengan costas, tiempo éste durante el que podré o no hacer el abono voluntario, y únicamente en caso de que no cumpliera la hipotética Sentencia - transcurridos esos 20 días y no antes– podría Vd. solicitar, sólo si la deuda excede de 300 €, el despacho de ejecución en el que, efectivamente, se suele presupuestar el 30%, para cubrir intereses y costas, ¿embargar la TOTALIDAD, dice Vd., de los bienes e ingresos a alguien por una supuesta deuda de semejante importe?, permítame que le recuerde, Don Abogado, que ningún Juez en su sano juicio autoriza el embargo de la TOTALIDAD DE UN PATRIMONIO por tal cantidad. Por cierto, si lo que necesita es trabajo, porque debe estar ocioso para perder su tiempo amedrentando a gente honrada que NO ADEUDA ABSOLUTAMENTE NADA mediante inocuas amenazas como esa, le puedo sugerir alguna colaboración con despachos que llevan pleitos de verdad aunque, viendo los escasos conocimientos jurídicos que al parecer detenta, lo mismo sólo le pueden ofrecer el digno oficio de pegar los sellos en los sobres, dado que de cartas, en cambio, sí parece Vd saber mucho. Atentamente y a la espera de su demanda…” Con ello, señores, vengo a decirles que no se dejen amedrentar por ningún bufón asustaviejas  - quien nada debe, nada teme- pues de abusos empezamos a estar hartos y ya se sabe que en tiempos de crisis, aquí, el que no corre, vuela.

Publicado en la columna de los lunes, Reflexiones de Butaca en VIVA JAEN  06/02/2017.

El modernismo liberal que nos hace tan demócratas.






En esta España tan avanzada, tan laica, tan tolerante y tan demócrata, se omite, con frecuencia, que ese respeto impuesto -a “liberal” tuerca, por supuesto, que aquí no se obliga a nadie- a las tradiciones foráneas, consiste en defender –o castigar, según se mire- a quienes buscan cobijo en nuestro país, destino final de su desesperada huida de la miseria y el horror de los usos gestados en el de origen. Así, nuestro Estado, tan moderno y tan respetuoso, en lugar de liberarles del yugo, recurriendo a las útiles armas de la educación y la lucha gubernativa frente a quienes pretenden seguir esclavizándolos mediante el uso, a modo de perverso tentáculo, del nocivo y manido nombre de Alá, se aferra a concederles una libertad de credo que a los autóctonos –católicos, romanos y apostólicos- parece sernos negada. Quienes se sienten zaheridos por un escote, un bikini, una melena sin velo o un maquillado rostro descubierto, y se escandalizan ante un bocadillo de jamón o un buen vino, tendrán, de este modo, justificada la alarmante reacción que su fe ampara; son los mismos que pretenden implantar unas formas medievales –nuestro Estado les concede tal prebenda, ya lo ven ustedes-, mientras se benefician de un sistema de amplias libertades obtenidas tras siglos de ardua lucha, razón por la que se les habrá de negar, necesariamente, ese presunto derecho a imponer(nos) su fe. Nuestro país derramó mucha sangre, con dolor y gran sufrimiento, para librarse de lo que hoy –los progres más reaccionarios pero tolerantes con la pseudoreligión del ajusticiamiento en nombre de Dios- denominan “fanatismo de monjas y curas”… Y  tenemos todos aquí ya muchas ferias para que intenten bajarnos, otra vez, el dobladillo de las faldas o de las ideas. Pero esos demócratas institucionales, defensores a ultranza de una libertad desigual, siguen sin aprender la lección que nos brinda la Historia, olvidando que algunas obras, inspiradores frutos de mentes preclaras, que, a la vista está, supusieron una gran revolución -Copérnico era católico-, fueron condenadas a la pena de la excomunión literaria, desterradas al ostracismo de listas negras o sucumbieron en la hoguera pues la ignorancia o la soberbia, a veces, y la intolerancia -sea del signo que sea o profese la fe que profese- siempre, se erigen en despiadados verdugos de la palabra, la razón e, incluso, de las opiniones discordantes. A pesar de todos esos tribunales justicieros, autodenominados ortodoxos representantes de la ciencia o de la religión desde la cerrazón de su intransigencia; a pesar, también, de los fanatismos de uno u otro credo, negadores de todo lo que pueda desbordar su raquitismo intelectual, esa importada confesión –la mayor merecedora de todos los respetos en este país, por lo visto- sigue filtrándose, ¡bendita ósmosis!, en un adoctrinamiento alienante y reivindicador, porque pese al Ave Fénix que, se postula, pudiera resurgir de sus cenizas occidentalizadas en esa venturosa alianza de civilizaciones, se levanta aupada por el derecho a profesar sus creencias a toda costa, síntoma de una absoluta radicalización, pero cuando, por accidente, florece, en su libertad e individualismo, el católico –ese anacrónico y extraño ser sectario-, sufre el martirio de la bala o de la cruz, y con él fenecen, también, la desprendida generosidad, el perdón y las promesas de redención, ideas arcaicas y retrógradas todas, se entiende. Y aquí seguimos, dándole vueltas a la noria, abjurando del inhumano Torquemada y compañía pero loando al virtuoso Mahoma, pues es, al parecer, lo moderno y lo civilizado. Lo respetable y lo democrático. Y mientras tanto, en el lícito ejercicio del derecho que espero aún se me siga reconociendo, me pregunto qué patria me acogerá, garantizando mi libertad de religión, cuando España se convierta en el recuperado Al-Andalus, pues me temo que pocas son mis opciones.

Publicado en la columna de los lunes, Reflexiones de Butaca en VIVA JAÉN 30/01/17.