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miércoles, 6 de marzo de 2013

Un cáncer para Bolívar.




Hoy, quien en su día, se erigiera en heredero intelectual del Gran Libertador ha concluido finalmente esa penosa travesía por su particular Río Magdalena.

Descanse en paz… si es que puede.

A pesar de estar ubicado, ideológicamente, en el margen opuesto al de mis principios políticos, es justo reconocerle su condición de Caudillo, que no de Libertador. Jamás he presenciado un baño de multitudes similar en ningún otro Gobernante Autoritario. Personalmente, ni siquiera me suscitaba la simpatía que, he de admitir, sí he conseguido terminar sintiendo por Simón Bolívar, a quien me acercara en su día, la narrativa de Gabriel García – Márquez en “El General en su Laberinto”, sus continuas “bufonadas”, como dieron en llamar a esos populistas y ridículos alardes de buen humor que experimentaba el Comandante, recurriendo al cante o al baile, para disfrute de sus enardecidos acólitos, que se cuentan ya por miles pues ha muerto el hombre, para nacer el mito, siempre me han producido un irreprimible y bochornoso sentimiento de “vergüenza ajena”, el mismo que me provocaban sus continuos insultos.

Así era él: EL MUNDO CONTRA MÍ, EL MUNDO CONTRA EL COMANDANTE HUGO RAFAEL CHÁVEZ FRÍAS.

Su carácter, tan repulsivo como insoportable para mí y esos, poco agraciados, rasgos físicos que recordaban a los de un cuadrumano, de ahí su apodo “el Gorila Rojo”, sus constantes afrentas a España y a quienes constituían la representación institucional del Estado, lo hacían – y lo continúan haciendo, si bien hoy, habré de referirme a él con el debido respeto que es obligado dispensar a los muertos – un ser nauseabundo, un dictador, un ególatra, un esperpéntico mitómano.

Anoche a las once, hora local aquí, en España, Nicolás Maduro – el segundo espada de ese gobierno totalitario que ha venido sufriendo Venezuela durante los últimos 14 años, al instaurarse el sistema “chavista” – daba a conocer al mundo la dolorosa, para algunos, liberadora, para otros, muerte de Hugo Chávez. Fue inevitable, entonces, rememorar la escena, en blanco y negro, de aquél balbuceante Arias Navarro que, entre amargas lágrimas y sollozos, nos participaba, con la voz quebrada, a los españoles de entonces el fallecimiento del Líder. Pero lo que realmente me ha sorprendido, es escuchar el disparatado mensaje dirigido por Maduro - a quien, dada la alocución, se le podría aplicar con mayor acierto el apellido de “Senil” - al afligido auditorio: “los históricos enemigos bolivarianos, han inoculado el cáncer a nuestro Comandante Chávez”, para expulsar, a continuación, a la legación diplomática norteamericana.

Mi lectura, muy personal, del hecho se reduce a dos conclusiones:

La primera es que el sistema gubernativo impuesto en Venezuela por el ególatra difunto, necesitaba un nuevo “mártir de la revolución” que hoy, insisto, se ha convertido ya en mito. Detentador de simpatías y de odios por igual, era innegable su condición de dirigente y hábil manipulador de masas, pues Venezuela se había convertido en su “personal cortijillo” - o “quinta”-, haciendo y deshaciendo a su propio antojo, pues él era la ley, el gobierno y el pan del pueblo. “Muerto el perro… se acabó la rabia”, han debido pensar sus colaboradores más estrechos y para eludir tan premonitorio final, han procedido a sentar sobre Babieca a su Cid finado, como medio de disuasión a los “sitiadores” del país, a los “enemigos históricos del bolivarismo” y se han aprestado a espolear al rocín que portará la última cabalgada del Comandante. Esperemos, no obstante, que éstos hayan aprendido del error que Ben Yusuf cometiera, diez siglos antes, en tierras levantinas.

La segunda deducción es que, salvando con la pantomima del nuevo Campeador el primero de los escollos – cuál es el ataque del exterior -, el, que yo considero ya “herido de muerte” por la metástasis, Gobierno Venezolano, fiel seguidor de las doctrinas de su precursor, debe apagar otro fuego, más peligroso por intestino y virulento: el de una posible revuelta del pueblo que había venido sosteniendo al Líder y nada mejor para ello que “encender a las masas” contra ese (imaginario) enemigo que las “ataca”. Lo que, consecuentemente, ha hecho que me plantee la identidad del adversario y de la patología homicida, para concluir que no hay cáncer más letal que la ignorancia, ni moribundo más agónico que el ignorante.

Para la Nación de Venezuela, hoy, mis mejores deseos – que hago extensivos también a Cuba, sentenciada a dejar de recibir el estipendio de Chávez -. Para los venezolanos mi apoyo y confianza en su fuerza, no digo condolencias, que es lo único que un pueblo necesita para salir adelante por sí. No hay mayor enemigo del bolivarismo que aquél que intenta reproducir la historia sin corregir los errores del General Simón Bolívar, a quien hoy ha matado, por segunda vez, el fin del sueño truncado de un impostor homicida de ideas románticas de grandeza y unidad.


“Huid del país dónde sólo UNO ejerce todos los poderes. Es un país de ESCLAVOS”
(Simón Bolívar)

5 comentarios:

  1. Ole ole y ole esa madre que te pario con tanto arte!!!!!. Mas claro ya no se pueden decir las cosas. Ole tu madre, ole tu.

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  2. Ole ole y ole esa madre que te pario con tanto arte!!!!!. Mas claro ya no se pueden decir las cosas. Ole tu madre, ole tu.

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  3. Gracias, pasaré a darle cumplida cuenta a mi progenitora...

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  4. Simplemente, me uno al comentario del amigo Anónimo. Ninguna otra objeción a esta reflexión. Sólo espero que el pueblo venezolano no vuelva a tropezar de nuevo con la misma piedra, aunque lo dudo.... Gracias Mamen, por tu sabiduría.... Nos podrías proporcionar una relación de los libros que conforman tu biblioteca? :)

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  5. Gracias a tí, amiga Amparo. Bueno... la relación sería bastante extensa pero creo que eso tú ya lo sabes.

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