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jueves, 25 de julio de 2013

Iacobus Lacrymis.


Jamás pudo haber un Día del Apóstol más triste que el de hoy. Nunca pensé, tampoco, que una tragedia como ésta iba a devolverme el orgullo de sentirme española. Este país nuestro es un país de contrastes: a veces las personas son lo peor y, en cambio otras, simplemente lo mejor. Hoy, Galicia llora, hoy, España se desangra con su dolor. Hoy, todos los españoles somos gallegos, todos íbamos en ese tren, todos somos padres, hijos, hermanos y amigos.

El Destino, siempre caprichoso, puede ser cruel. Es él quien decide, tras repartir las cartas a su antojo, cuando se acaba la partida para cada uno de nosotros. Vísperas de la Festividad del Apóstol Santiago, vísperas del Día Grande de Galicia: el manto lóbrego de la muerte apaga los fuegos de artificio en la Plaza del Obradoiro, el lamento desgarrador de las almas rotas ahoga la Muñeira.

Las gaitas lloran su saudade.

Hoy, los tristes a los que ya cantara nuestra Gallega inmortal, cobran un abyecto sentido, aquellos seres predestinados al dolor y al sufrimiento desde su nacimiento, se nos dibujan ahora como sombras cubiertas junto a una fría vía de tren. Es una Estación sin vida, inerte, a la espera. El azar adverso que les quiso privar de cualquier alegría y que les persiguió hasta darles caza, cayó sobre ellos ayer, a las ocho y media de una tarde de verano teñida de desgracia.

Sangrienta puesta de sol en el Finis Terrae.

¿Será, también en esta ocasión, Pelayo el eremita, quien observe los resplandores de setenta y ocho almas?, ¿acaso él, quien escuche sus cantos en este “Campus Stellae”?. Ellos ya han alcanzado el final del Camino, ahora, como buenos Peregrinos, sólo resta el abrazo al Patrón, mientras el Botafumeiro perfuma su entrada y una alfombra de pétalos les conduce hasta él. Les llevaba esperando desde toda la eternidad.

Descansen en paz junto al pecho de Iacobus, el Apóstol ausente en vísperas de su Día Grande.



“…Cayó por fin en la espumosa y turbia
recia corriente, y descendió al abismo
para no subir más a la serena
y tersa superficie. En lo más íntimo
del noble corazón ya lastimado,
resonó el golpe doloroso y frío
que ahogando la esperanza
hace abatir los ánimos altivos,
y plegando las alas torvo y mudo,
en densa niebla se envolvió su espíritu.

Vosotros, que lograsteis vuestros sueños,
¿qué entendéis de sus ansias malogradas?
Vosotros, que gozasteis y sufristeis,
¿qué comprendéis de sus eternas lágrimas?
Y vosotros, en fin, cuyos recuerdos
son como niebla que disipa el alba,
¡qué sabéis del que lleva de los suyos
la eterna pesadumbre sobre el alma!”.

(Del poema “Los Tristes”, Rosalía de Castro).





jueves, 18 de julio de 2013

De las vértebras invertebradas de la idiotez supina.



Un decrépito torero “en porretas” en la portada de una publicación, un político ex tesorero, apodado “El Cabrón”, haciendo temblar los cimientos de un Estado de Derecho y dejando en evidencia al Gobierno (aún no está claro si “corrupto o no” pues siguen sin decir “esta boca es mía, que no los dineros”) y provocando continuos guiños nerviosos a su Presidente… Un Jefe de Oposición de más que dudosa autoridad moral, amenazando con una Moción de Censura, por considerar “intolerable” lo que calla, cuando corresponde a su Partido en Andalucía, a cuenta de los “Fondos de Reptiles”, una nueva Presidenta de la Junta, sin estudios universitarios ni ocupación laboral conocida fuera de la Organización en la que milita, la Corona Española de paseo por Marruecos cuando no se está matando en los Juzgados, un índice de desempleo y un riesgo de pobreza en un elevado porcentaje de la población que ya ni nos alarma ni nos preocupa, dada la generalizada resignación… Así va España…

“España limita al norte con el Mar Cantábrico y los Montes Pirineos que nos separan de Fraaaaaaaaaaaaancia…”, es el primer recuerdo que tengo de aquella clase de primaria en la que, desde el encerado – como lo llamaba aquella entrañable Maestra – colgaba un mapa de la Península, envuelto en el olor de colonia infantil, tiza y pinturas “de dedo”, donde un puñado de tiernos infantes nos iniciábamos en la instrucción académica.

Hoy quedan ya muy lejos esas lecciones “cantadas” de geografía, me parece a mí que pronto dejaremos de tener un Estado al que cantar, para tener una selva en la que, sálvese el que pueda, matar será el instinto primario más efectivo, por necesario, para sobrevivir. Hoy esos cantos infantiles, ya se han sofocado por el lamento generalizado de una población que, a duras penas, subsiste, sufriendo los continuos sobresaltos de la corrupción y la hedionda podredumbre que, ya se ha visto, no conoce de estirpes ni de ideologías.

Cuando repaso mentalmente aquellas clases de Historia de España a lo largo de mi educación, básica primero y luego media, el recorrido desde los iberos y los fenicios hasta los Borbones, pasando necesariamente por los Trastámara y los Austrias, el descubrimiento del Nuevo Mundo y la conquista de lo que terminó siendo uno de los mayores imperios, me pregunto qué pensaría de esta situación la Santa Isabel – que tuvo que empeñar sus propias joyas para que luego el Almirante descubriera aquél continente que llegamos a poseer – si pudiera ver en lo que hemos convertido este Reino… Me pregunto con frecuencia, también, qué diría Felipe II… Si tenemos aquí a toda una horda de “Antonios Pérez” que encarnan a la perfección el más siniestro concepto de “Leyenda Negra” por sus intrigas, sus fechorías, sus traiciones y sus expolios…

Tengo que reconocer que crecí y fui formada dentro del más profundo orgullo de sentirme española, me inculcaron unos valores que, hoy, lejos de estar en boga no son “sino las formas trasnochadas que no te llevan a ningún sitio”, ¿para qué esforzarte?... “total, puedes dedicarte a la política y ganar dinero” – en algunos casos –  o dedicarte – como otra opción valorable -, al postureo en TV y que te paguen por hacer alarde de un analfabetismo obsceno que, permítanme, resta dignidad al ser humano que lo porta con el orgullo de saberse “famoso”, ¿para qué adquirir unos conocimientos que te lleven a tener una mente analítica y crítica que, en definitiva, te convierta en alguien capaz de pensar?... “si ya se sabe que todos son iguales ¿no?, pero a alguien habrá que votar…” ¿Tiene alguna utilidad ser consciente de que tenemos la obligación, si no legal, sí moral, de ayudar a aquél que se encuentre en una posición menos favorecida que la nuestra?, “si hombre y… ¿a mí qué?, que se busquen la vida…”

En fin, que nos hemos convertido en una panda de maleantes y holgazanes, conformistas y oligofrénicos que, o bien somos muy tontos, o bien muy sinvergüenzas… Porque hay que ser muy estúpido, o tan canalla como el que lo está haciendo para permanecer en semejante estado de aletargamiento, pero así es España, “Spain is different”, aquí se roba, se miente y no pasa nada…

Aquí hay gente pasándolas putas, pero… mientras no me toque a mí… Si es que somos así: siempre nos ha gustado vivir a cuenta de los estipendios y limosnas de Europa, total… Es que hace tan buen tiempo que nos encanta pasarlo en la calle, de terracita en terracita, caña va y caña viene, que eso no puede faltar y luego si no hay para las facturas… pues “Dios proveerá” que a religiosos y capillitas tampoco nos gana nadie y nos tiramos a la calle en Semana Santa y lloramos de emoción al ver a los Santos salir de sus templos, sobre todo cuando suena el Himno Nacional.

Porque ¿qué pasa del orgullo patrio?... pues ahí lo tenemos, que juega la Selección y si no, pues plantamos a viejas glorias de la tauromaquia en plena portada con la “pirulilla” al aire que puestos a presumir, presumimos hasta de ignorancia y de ridículo que a eso, como en fútbol... tampoco nos gana nadie.

 
“En vez de renovar periódicamente el tesoro de ideas vitales, de modos de coexistencia, de empresas unitivas, el Poder público ha ido triturando la convivencia española y ha usado de su fuerza nacional casi exclusivamente para fines privados. ¿Es extraño que, al cabo del tiempo, la mayor parte de los españoles, y desde luego la mejor, se pregunte: para qué vivimos juntos?. Porque vivir es algo que se hace hacia adelante, es una actividad que va de este segundo al inmediato futuro. No basta, pues, para vivir la resonancia del pasado, y mucho menos para convivir. Por eso decía Renan que una nación es un plebiscito cotidiano. En el secreto inefable de los corazones se hace todos los días un fatal sufragio que decide si una nación puede de verdad seguir siéndolo. ¿Qué nos invita el Poder público a hacer mañana en entusiasta colaboración?. Desde hace mucho tiempo, mucho, siglos, pretende el Poder público que los españoles existamos no más que para que él se dé el gusto de existir. Como el pretexto es excesivamente menguado España se va deshaciendo, deshaciendo... Hoy ya es, más bien que un pueblo, la polvareda que queda cuando por la gran ruta histórica ha pasado galopando un gran pueblo...”.

(De “La España Invertebrada” de Ortega y Gasset, para mí, un visionario).

martes, 16 de julio de 2013

En el Valle de Arauca...





Andalucía, tierra de sol y siesta. De cañas y alegría. Andalucía… el Valle de Arauca de un cacique llamado JUNTA, donde los ERE falsos, convertidos en el expolio más impune, mantenían subyugados a miles de los moradores que allí habitaban, sufriendo el escarnio de tan poderoso truhán. Un paraíso que dejó de serlo por el castigo cruento de los corruptos gobernantes, dueños y señores de las tierras y de su producto, administrando el bien común como mejor les venía en gana porque ya lo había dicho el Sabio Oráculo que los iluminaba: “Los dineros públicos, NO SON DE NADIE”…

Y así comienza la historia de una conquista, emprendida en solitario por una heroína: Mercedes Carmen Alaya Rodríguez, la implacable Alaya, que dio ejecución civil a los malvados caciques, libertando así a los sometidos contribuyentes de la pesada carga de “mantener el cortijillo de los bellaconazos” que, hasta entonces, hacían y deshacían con los caudales de los araucanos según su arbitrario y provechoso entender.



Hubo una vez un fértil valle, donde el agua brotaba cristalina y las ramas de los árboles frutales cedían, hasta casi partirse, por el peso de sus abundantes y dulces frutos. Gozaba de un clima envidiable que invitaba a la continua holganza y festivo asueto, bajo un cielo intensamente azul. Se encontraba poblado por diversas tribus que, lejos de entrar en guerra, mantenían su apacibles vidas ajenas entre sí, tal era la abundancia de caudales y riquezas que parecía que éstas jamás se acabarían y su disfrute era desmedido, sin encontrar más mesura en su uso, ni mayor limitación que la rivalidad en su alegre consumo.

Había en él un sangriento Reyezuelo llamado “Junta de Andalucía” que campaba a sus anchas sin encontrar sometimiento alguno a mayor derecho ni elevada justicia que no fueran los que él había impuesto de su atenazadora mano y ante los que permanecía impune, inaplicando sus normas cuando le convenía y aplicándolas, despiadadamente, sobre sus indefensos súbditos. Este Reyezuelo cacique tenía dos Edecanes de los muy principales: uno llamado Diego Valderas y otro, José Antonio Griñán.

Diego, apodado “el coherente” por llevar a cabo el principio ideológico de “lo mío, es mío y lo tuyo, de todos”, Edecán del cacique Supremo por la gracia del proletariado y máximo impulsor de la polémica “Ley antidesahucios contra los Bancos” que se había aprobado por el Consejo de la Tribu en tiempo reciente, decidió que no estaba dispuesto a pagarle a su vecino el importe que le restaba a éste por devolver del préstamo que había solicitado para adquirir su vivienda, concluir así el pago y no deberle nada al usurero prestamista, saldando la totalidad de la deuda con esta posible venta, tras haber perdido su trabajo. El Edecán optó por no hacer nada y permanecer impasible ante la desgracia de un “compañero camarada” que era arrojado de su choza, junto a su familia, quedando, de igual modo, endeudado ya de por vida. Con ello, consiguió eludir el abono de 18.000’00 “maravedíes” pagando un precio de subasta y consintiendo – y propiciando el muy canalla - la desgracia de “su igual”.

El otro Edecán, Griñán “el honesto”, en connivencia con una tal Magdalena Álvarez, sagaz y afamada, por portentosa, “curandera de la faltriquera propia” – como bien demuestran los anales de la Historia -, tuvieron a bien falsear en 124 millones de “maravedíes”, el fondo para unos ERE que se descubrieron luego falsos, haciéndolo, además, fuera del Presupuesto aprobado por todos los Sabios del Consejo… Y quien no recordará, en los siglos venideros, la proeza de esa “gran cabeza” pensante, llamada Manuel Chaves quien, pasándose por el sacrosanto y beatífico arco del triunfo la “Ley de Incompatibilidades”, aprobó una “ayudita” de 10 millones de “maravedíes” destinada a una empresa, MATSA, de la que su brillante vástaga y heredera, por natural derecho, era apoderada…

Y así se iban fraguando los “Fondos de Reptiles” y otros vertederos de la más vergonzosa y vergonzante ponzoña, todos éstos robaban, todos éstos expoliaban y todos éstos, disponían de las riquezas naturales a sus muy impunes apetencias, hasta que de repente un día, desembarcó en aquél Valle (de Lágrimas), en compañía de oscuros nubarrones y una violenta lluvia de frío granizo, una mujer blanca como la leche, de gesto hierático y larga melena negra a juego con su atuendo, para conquistar aquél reino y someterlo a la verdadera JUSTICIA: la Libertadora Jueza Alaya – que bien podría adoptar el sobrenombre de “Alonso de Ercilla” y dio cruenta muerte a los caciques mapuches que allí moraban – que no eran ni Lautaro ni Caupolicán – y otro gallo nos cantó y las hordas de indígenas sometidos a tan despótico gobierno la aplaudían y vitoreaban, mientras le impetraban seguir poniendo orden en otras regiones cercanas donde otros caciques similares a los ajusticiados, chantajeaban a un Gobierno corrupto, intentando manipular al Poder Judicial y dejando en clara evidencia una máxima: “el poder corrompe lo que a la Justicia no se esconde” y con el firme trazo de su pluma, Alaya dio inicio a la redacción de su muy personal "Araucana".


“¿Todo iba a ser batallas y asperezas,
discordia, sangre, fuego, enemistades,
odios, rencores, señas y bravezas,
desatinos, furor, temeridades,
rabias, iras, venganzas y fierezas,
muertes, destrozos, riñas, crueldades;
que al mismo Marte ya pondría hastío,
agotando un caudal mayor que el mío?”.

(De “La Araucana”, Alonso de Ercilla).

lunes, 8 de julio de 2013

Un reguero de tinta negra.



Cuando me siento a escribir mis reflexiones no lo suelo hacer delante del ordenador, sino en mi cuaderno de notas. Una libreta Moleskine, color verde, tamaño A5 que suelo llevar en el bolso como otro más de mis artículos indispensables. Me gusta escribir a mano, tomar breves apuntes que luego se convierten en un relato, una reflexión o simplemente quedan ahí, plasmados, aguardando el momento idóneo para ser desarrollados.
Utilizo la pluma, siempre tinta negra, supongo que me resulta más fácil dejar deslizar el plumín que, sospecho, se ha acostumbrado al trazo de mi letra hasta el punto, en ocasiones, de no saber qué es primero: la escritura o el pensamiento, a veces creo que esa pluma me conoce tan bien que yo sólo me limito a sujetarla mientras da comienzo su danza… La danza que plasma mis pensamientos sobre un reguero de tinta negra. Sólo al redescubrirlos pienso “si no me habré quedado aquí durmiendo, mientras han aparecido esas visiones y ésta débil y humilde ficción sólo tiene la inconsciencia de un sueño”.


Es una noche de primeros de julio, calurosa y seca. De aire estancado y pesado que parece detener el transcurso natural de la sosegada vida nocturna. Me encuentro en el patio de mi casa, iluminada, tan sólo, por esa gran vela de jardín que desprende el envolvente aroma del jazmín en flor. Sobre mi cabeza se recorta un rectángulo oscuro jalonado de estrellas silenciosas, me hacen ser consciente de la hora tardía y de la proximidad del nuevo amanecer.

Curiosamente me siento despejada, a pesar del calor, no sufro el castigo del cansancio adormecedor que muerde, implacable, la vigilia involuntaria. Cojo distraídamente el cuaderno de notas que dejé sobre la mesa hace algún rato y lo hojeo. Sonrío: 2 de agosto de 2.011, parece tan lejana ahora esa fecha, releo la Reflexión, si bien saltándome algunos párrafos pues podría recitarla de memoria… Vuelvo a sonreír y paso, aleatoriamente, las páginas hasta que me detengo en otra, ésta datada a principios de enero de este año y publicada en el Blog el día 24, cuando mentalmente repaso la polémica suscitada a raíz de ciertos comentarios no puedo evitar pensar nuevamente, una vez más, en la mezquindad del ser humano, en su cobardía, en la hipocresía, el patetismo y la malicia, condecoraciones luctuosas que adornan a personas que han pasado por nuestra vida y que una vez expulsadas de ella, se pierden en la nebulosa del olvido, en el mar gris de la más fría indiferencia mientras sientes el placentero sentimiento del alivio ansiado y, por ello, disfrutado con mayor deleite.

Me abstraigo en las páginas escritas en este Cuaderno de Bitácora, son un recorrido por mi vida, una radiografía de mi estado de ánimo, de la opinión que me ha suscitado la realidad vivida, de recuerdos y experiencias que alguien, no hace mucho, me alentó a compartir en un Blog. Si lo pienso bien, la única diferencia es que ahora esos pensamientos tan íntimos los comparto, pero aún así, no tengo la sensación de perder mi intimidad. De hecho, no la he tenido jamás, ni siquiera con el primer comentario a la publicación con la que abrí este espacio… Me pierdo en el recuerdo de todas esas participaciones, la gran mayoría exhortándome a seguir escribiendo y dándome las gracias, aún hoy sigo sin saber por qué. La publicación del Cuento de mi sobrina Marta del que digo, con sincero orgullo, es una de las entradas más visitadas. El relato dedicado a una amiga que expresamente así me lo pidió, mis ficticias conversaciones con Capote o con los personajes nacidos del intelecto de Virginia Woolf, mis mordaces críticas al panorama económico y político, mis viajes o recuerdos de infancia, en definitiva, lo que ha venido pasando por mi mente, plasmado en un largo reguero de tinta negra… Perpetuo y cierto testigo de mi camino.

El calor empieza a ser sofocante, no consigo atenuarlo con ese enorme vaso de agua helada en el que comienza a derretirse el hielo, adoptando caprichosas formas efímeras que apenas si duran un momento, antes de transformarse para ir extinguiéndose. Un trocito de limón parece resistirse a su hundimiento. Sonrío. ¿Seremos, tal vez, como esa rodaja cítrica que presenta resistencia intentando mantenerse a flote a lo largo de la vida que nos ha tocado vivir?. Sí, me digo, a eso se reduce este bello arte, que será más elevado cuanto más lo disfrutemos. Noto como la pesadez del ambiente actúa como un potente narcótico sobre mí, un sopor cadencioso se va apoderando de mi cuerpo lentamente. Apago la vela y me dispongo a volver a la cama, aún quedan un par de horas para que de inicio un nuevo día.

Miro el cuaderno verde abierto por la última página escrita y pienso en la siguiente, aún en blanco, aún por escribir. En ella plasmaré mi próximo pensamiento, pero creo que será cuando me despierte, empiezo a acusar el sueño. Quien sabe si será, una vez más, "el sueño de una noche de verano"…



“Que brille la casa con luz indecisa junto a la lumbre medio apagada.
Cada duende y espíritu encantado, salte tan ligero como ave sobre zarzal,
mano en mano, con gracia hechicera,
 cantaremos y bendeciremos este sitio ahora hasta rayar el día,
que cada hada vague por este hogar a su capricho,
cada hada póngase en movimiento y bendiga las divinas habitaciones de este palacio con dulce paz.
Reinará mansa quietud y el dueño será bendito.
Si nosotros, vanas sombras, los hemos ofendido, piensen solo esto: que se han quedado aquí  durmiendo, mientras han aparecido esas visiones y esta débil y humilde ficción
 no tendrá sino la inconsciencia de un sueño…”

(De “El Sueño de una Noche de Verano” de William Shakespeare)

miércoles, 3 de julio de 2013

Beatus qui inimicum non habet… o “Haciendo Bloggerías”.




Pues sí, dichoso aquél que carece de enemigos… Me pregunto por qué extraño motivo nadie está exento de contar, entre sus parroquianos, con detractores y voraces enemigos, por más que en su forma de vida impere la, básica y más que aconsejable, Ley del “vive y deja vivir”, máxima que se reduce al simple hecho de no meterse en las vidas ajenas, pues bastante tenemos ya cada uno con la nuestra, ni alegrarnos por el mal de nadie, ni congratularnos, tampoco, con sus penas, no es que suponga un gran esfuerzo, digo yo, pues lo complicado sería lo contrario.


Reconozco, no obstante, que las filias y las fobias son libres y, en ocasiones, más que involuntarias. De manera que no alcanzamos a entender qué razón nos empuja a tener cierta química con una determinada persona y a experimentar la más acerba y violenta repulsión hacia otra, sin que en modo alguno venga ello a justificar, es mi opinión, que se denoste gratuitamente a nadie, siendo suficiente, me sigue pareciendo, con ignorar su existencia y seguir adelante con la propia.


Estas reflexiones vienen al hilo de las críticas que viene sufriendo alguien que, para mí, lejos de ser un imbécil, es un verdadero genio contemporáneo: Mario Vaquerizo. Que una persona sea original hasta el punto de permanecer inmune a cualquier tipo de convencionalismo o moda, que permanezca fiel a sus principios – por descerebrados o estúpidos que al resto les pueda parecer – y viva como él, y solo él, decida vivir, no es un factor abonable para tacharlo, tildarlo o encasillarlo en cualquiera de esas despectivas etiquetas, si no es, obviamente, motivado por la envidia que parece ser una pandemia muy extendida en nuestro país o, al menos, el deporte nacional por excelencia.


Hablamos de una persona que, detentador de una inteligencia preclara, más que indicativo de lo cuál es su innegable sentido del humor y ese bien aprendido papel de “tonto” que engancha y arrastra masas, ha decidido ponerse el mundo por montera, sin miedo al ridículo y por supuesto, triunfando en todo cuanto se propone. A los hechos me remito:


Decide montar un esperpéntico grupo musical con un absurdo nombre del que es vocalista y… resulta que el mismísimo Alejandro Amenábar dirige su último vídeo, apuntando que es la primera vez que este tan premiado cineasta se presta a colaborar con la música. El tema empieza a dibujarse ya como la “canción del verano 2.013” para más señas…


Licenciado en periodismo y, por tanto, con cierta facilidad para la escritura, publica su autobigrafía y resulta ser todo un éxito, en pugna con obras de escritores laureados -serios- en nuestra narrativa actual…

Los programas de televisión, e incluso, de radio se rifan su presencia como colaborador…

Su faceta de representante de otros artistas es a lo que dedica, con gran fortuna y producto, sus ratos libres, siendo muy considerado profesionalmente…

Posee un programa de máxima audiencia en MTV…

De manera que el “imbécil” no debe serlo tanto, o si lo es, se encuentra aquejado en un grado bastante inferior al de todos aquellos imbéciles que solicitan sus servicios o de quienes no lo hacen pero se rompen el lomo a trabajar, sin conseguir mejoría alguna en su nivel de vida, mientras a este “le pagan por hacer el indio”… ¿Qué daño o mal hace, en este caso concreto, este personaje?, me parece que ninguno, salvo que por perjuicio se entienda hacer reír a mandíbula batiente a aquellos que escuchamos sus ocurrentes intervenciones. Personalmente es objeto de admiración, vamos a ser claros: alguien que no se pone límites y que termina consiguiendo todo cuanto se propone, lejos de ser un fracasado, resulta ser el justo acreedor de la más sincera y profunda admiración.


Este mundo nuestro está movido por la ENVIDIA, ¿qué duda puede caber?. Envidia materializada en la obscenidad de seres que, corroídos por el espurio resentimiento de ansiar lo que otros poseen, llámese éxito profesional, sentimental o económico, ante la frustración de no poder alcanzarlo encuentran alivio en la crítica encarnizada y destructiva como único medio de saciar sus carencias.

Dicho lo cuál, sólo resta por mi parte rendirle hoy mi mayor admiración al autor de “Haciendo Majaradas”, todo un icono de nuestra generación y así se le ha de reconocer, por más que a muchos les escueza, que ya para ellos quisieran la IMBECILIDAD del Gran Vaquerizo quien, por cierto, se toma a chufla las críticas riéndose de las mismas públicamente, al encontrarse muy por encima de lo que se le pueda reprochar por no ser lo "políticamente correcto".


“Me está siguiendo un tío vestido de gamba…
¿Será el cobrador del langostino?...”
(El único, irrepetible, inimitable e inigualable: Mario Vaquerizo)