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lunes, 18 de febrero de 2013

La insoportable “necedad” del ser.



      
         Recientemente, al hilo de un correo remitido por quien, presumo de tener como uno de mis más incondicionales y críticos seguidores, en el que me solicitaba consejo, no tanto profesional como personal, en relación a un pequeño incidente mantenido en su día con un tercero, decidí hacerle un guiño a ese gran autor checo, padre intelectual de la magistral obra “La insoportable levedad del ser”: Milan Kundera.

            Así, tomando prestado el título, con la pequeña modificación introducida, el mayor de los respetos siempre y, sin establecer paralelismo alguno entre la trama, hábilmente desarrollada en el que es, para mí, uno de los mejores textos de este escritor, más allá del imbricado mapa de relaciones humanas que, dejan, ante las íntimas reflexiones personales de los problemas que particularmente nos atañen a cada uno de nosotros, de tener mayor relevancia que la de una simple vivencia anecdótica y el tema que entonces me ocupó, plasmaré  lo que no es sino mi propia y muy personal opinión a este respecto.

       Tras leer con detenimiento las líneas por las que mi amigo lector me participaba sus tribulaciones, no pude por menos que contestar lo que sigue – si bien, omitiendo ahora determinadas referencias personales que a nadie más interesan y así debe, necesariamente, ser comprendido-:

       “… es por lo que al final, habremos de concluir que la IMBECILIDAD, al igual que la IGNORANCIA, es muy atrevida y cuando ambas convergen en el mismo sujeto, lo que suele ocurrir en la mayoría de las ocasiones, dejan entonces de conocer límites.
           
El imprudente que se aventura a asestar el primer golpe – tal es la situación que me has participado en tu e-mail -, debe, según las más elementales normas del sentido común, haber calibrado antes la magnitud de la eventual respuesta que puede provocar en quien lo recibe. Algo que jamás ocurre, puesto que entonces, no estaríamos ante un osado imbécil o un osado ignorante, que en ambos casos viene a suponer lo mismo. Siendo de este modo que, desaconsejándote el recurso a tan bajas artes, si bien reconozco que el insulto fácil puede ser, en ocasiones, un efectivo medio de defensa inmediato, la mejor respuesta viene dada por aquella que, desde la serenidad del raciocinio, te procura el mismo alivio pero sin que implique, en modo alguno, caer en la lenguaraz evidencia de los términos soeces que te han dirigido previamente.

Esa, amigo mío, es quizás la más elevada de todas las maestrías y como tal, no siempre podrá ser percibida por el atrevido – pues hablamos de un ignorante o de un imbécil, en cualquiera de los casos -, a quien con frecuencia le faltarán las entendederas precisas para reparar en el saetazo, que le hará quedar en el más clamoroso de todos los ridículos ante los involuntarios espectadores y a las pruebas me remito... (...)* ... pues no he precisado dedicar ni un segundo de mi tiempo a dar respuesta alguna - al menos, la esperada-, ya que todo cae por su propio peso, especialmente la mentecatez - entendida como la más profunda y evidente limitación intelectual y moral - y bien se ha visto que resulta tener poca o escasa resistencia a la gravedad, hecho empíricamente demostrado, al quedar entonces reducida a la mera "crónica de un, anónimo pero estrepitoso, ridículo anunciado".

Así, te recomiendo que, lejos de dar una respuesta insidiosa, en los términos burdos en los que, la exigua capacidad de tu atacante, logra expresarse, regálale una respuesta que, si bien es evidente no logrará comprender sin ayuda, motivará que el resto de la concurrencia lo mire como a un simple bufón, quedando así de manifiesto su doble limitación

Esa es, sin la menor duda, la más descarnada de todas las respuestas que puedan darse. Piénsalo y te darás cuenta de que, con frecuencia, no merece la pena entrar en una vulgar pelea dialéctica de "patio de vecinos", si puedes evitarlo recurriendo a la más letal y, sin embargo, elegante de todas las armas: aquella que aniquila al atrevido patán y que te eleva sobre su caída por acrecentarse, irremisiblemente, la distancia - moral e intelectual - que hasta entonces os separaba, llevándola así a los límites del infinito.

Esa es mi opinión y esa es, también, mi forma de actuar*. Espero que te sirva de ayuda. Y recuerda siempre que pocas cosas habrá tan insoportables como la necedad del ser humano, ni cachetada más elegante que la que se dispensa con guante blanco”.

Así concluía el correo por el que daba cumplida respuesta a las demandas que mi amigo lector me planteaba y creo que hoy es tan buen día como otro cualquiera para compartirlo. Jamás me arrepentiré de seguir mi andadura, desoyendo los ladridos rabiosos de los perros que nos acechan en los márgenes del camino, babeando la amarga espuma de su odio, su envidia o sus celos. Suelo continuar mi recorrido, ignorándolos a veces y otras, las menos, pues poco frecuente es que merezcan mi consideración, contestando de manera que, el enfurecido can, encuentre por toda respuesta la mano firme que le enfunda el bozal, resultando así amordazado, apaleado por su propia ira después, e incluso, desterrado al sarnoso reino de la indiferencia que acarrea el ridículo público más bochornoso... 

Pero esa, claro, es sólo mi personal opinión.

5 comentarios:

  1. Son estupendos tus juegos de palabras con los titulos y todavia mejor tu forma de escribir. Comparto en la totalidad que tus escritos son pura belleza y sensibilidad como ya te han dicho antes en otros y al mismo tiempo inteligentes. A veces estoy seguro de que se me escapan algunas cosas por eso los leo en mas de una ocasion y te dire que con cada lectura siempre veo algo nuevo que no habia visto en la vez anterior.
    Este y El sueño de una noche de Carnaval son geniales aunque no digo que el resto no lo sean claro pero el juego de los titulos me parece espectacular.
    Un lector anonimo y seguidor incondicional.

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  2. Me gusta mucho leerte. Disfrutar de tus escritos y pensar sobre lo que dices al mismo tiempo es algo increible, escribes de manera muy amena y siempre tienes cosas interesantes que contar.
    Es admirable esa habilidad de establecer relaciones que a simple vista no se aprecian. Me encanta tu forma de ver la vida y sobre todo me encanta aprender de personas como tu.

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  3. Gracias a los dos, anónim@s seguidor@s.

    Sí, reconozco que me gusta jugar con los títulos, nuevamente retornamos a la simple y rudimentaria "asociación de ideas", un episodio o un personaje te recuerda, no sabes bien por qué a otros, sean similares o no, empiezas a tirar del hilo y... termina saliendo la "Reflexión".

    Cuando decidí abrir el Blog, la idea era esa: hacer a quien lo leyera partícipe de mis pensamientos e, incluso, que ese lector, al hilo de los míos, extrajera sus conclusiones, idea y opiniones, me alegro de conseguirlo. Gracias, nuevamente, por tus cumplidos.

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  4. Llevo solo unos dias leyendo tus publicaciones pero me encanta la forma en que las escribes pues muestra cual es tu postura ante la vida. Pareces ser una persona de ideas claras y un caracter fuerte y creo que eso motiva que promuevas en las personas sentimientos intensos y encontrados no creo que seas del tipo de personas que pasa inadvertido pues es lo que ocurre con la gente inteligente al provocar envidia. Me pareces alguien interesante y autentico envidiable por la forma de expresarse y de utilizar el lenguaje. Me han encantado tus articulos ironicos sobre personas por que dices todo sin decir nada debe ser duro tenerte de enemiga y una maravilla si te tienen de amiga. He leido que casi siempre te dan la enhorabuena por cuanto escribes y conforme te he ido leyendo creo que es lo que debe hacerse. Mucha suerte y espero que sigas compartiendo lo que escribes.

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  5. Gracias entonces por leerme aunque sea recientemente y espero que sigas haciéndolo nuev@ y anónim@ seguidor@. Bueno, intento tenerlas claras, las ideas digo. Supongo que tienes razón en lo de "sentimientos intensos y encontrados", hay quien o me adora o me odia pero no concibo que sea por envidia, cada quien es como es, con sus defectos y por supuesto con sus virtudes... Aún así, no tengo enemigos o al menos, no considero a nadie como tal, en el sentido de tener una persona a quien, por obligación personal, deba hacerle daño, simplemente cuando alguien no es de mi agrado, lo ignoro, me parece menos nocivo y por supuesto menos autodestructivo que guardarle rencor u odio a alguien. Gracias, sinceramente, por todo lo que dices y gracias por leerme.

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