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jueves, 14 de febrero de 2013

"Rebelión en la... MESA".

  


    Como amantísima y solícita tía que creo ser, desde que me estrenara en estas lides hace ya casi doce años, no puedo por menos que complacer a mi sobrina, a quien no ha pasado desapercibida la inauguración de este Blog, le consta que un par de años atrás, publiqué en Facebook un episodio en el que ella resultó ser la protagonista involuntaria, me ha pedido que lo reprodujera y yo… Cuán Reina Maga postergada le hago ese regalo hoy, así que…

"A Marta Beltrán, a quien considero
la heredera de mi legado, del que espero hacerla depositaria
dentro de algunos años, cada vez menos:
mi fecunda mordacidad intelectual y…
¿por qué no?... profesional, no pierdo la esperanza".


Hoy me ha sorprendido la conversación mantenida, durante la comida, con Marta. Marta tiene diez años, es la mayor de mis sobrinos y supongo que con quien comparto mucho más que con los demás: ambas somos las mayores y compartimos muchas otras aficiones y gustos, pero sobre todo me veo reflejada cada vez que la miro cómo habla con sus hermanos pequeños, cómo los reprende y cómo los protege, supongo que así era yo…

Pues bien, hoy contaba que, con motivo del Día de la Constitución han celebrado un debate en su clase sobre España, me ha indicado que los dos “pesos pesados” en esa batalla dialéctica han sido Pablo – que mantenía una postura bastante opuesta a la suya, insistía – y ella misma. Cuando le he preguntado de qué han discutido me ha sorprendido que seres, ni siquiera púberes, sean ya capaces de manejar términos como “crisis”, “desempleo”, o “injusticia”, pero aún me ha sorprendido más que hablen del “Rey”, entonces intentando utilizar los parámetros y las claves que, dentro de sus alcances, puede usar una personita de diez años he entrado a pulsar que sememas podrían encerrar cada uno de esos conceptos, ha sido realmente contundente:

-          “Tata – es así como suele llamarme -:  hay crisis porque nos hemos dedicado a comprar cosas que no necesitábamos y que no podíamos pagar con un dinero prestado que ahora no podemos devolver” (“Razonamiento más o menos acertado”, pensé aliviada).

-          “Hay gente que no tiene trabajo y la Constitución, que es la Ley de Leyes, dice que es un derecho fundamental de todos los españoles” (“Touchè!!...”).

-          “…Pero lo más injusto – continúa el angelito candoroso- es que todas las personas no ganen el mismo dinero…” (“¿¿¿¿¿Cómo criaturilla???????...”) Miradas cruzadas y caras atónitas entre los abuelos, la bisabuela y las dos tías maternas de quien en ese momento disertaba que, a la sazón, compartíamos un tranquilo almuerzo familiar. Entonces, empiezo: “A ver Marta, explícame las razones por las que entiendes tú que no es justo que un piloto de aviones cobre más que el señor de mantenimiento de la pista de despegue, por ejemplo…” Respuesta: “Los dos trabajan ¿no?, pues tienen que cobrar lo mismo, es injusto que uno cobre más que otro” (Cara de circunstancias de mi padre que se ha quedado paralizado tenedor en ristre, como pensando: “la niña nos ha salido rojilla”) A ver, a ver, que no cunda el pánico. Sonrío: “Marta, ¿entiendes que un piloto asume una responsabilidad mucho mayor y que ha estudiado y se ha formado durante muchos años para poder desarrollar esa labor, mientras que el señor de mantenimiento de las pistas, que tiene un trabajo esencial, como es el de tenerlas en perfecto estado para que los aviones puedan circular con seguridad por ellas no necesita haber estudiado tanto, ni asume, tampoco, la misma responsabilidad?” (Marta me mira, entorna los ojos y contesta) “Pues no sé por qué, si no las mantiene en condiciones puede provocar un accidente ¿no? y claro que ha tenido que estudiar, no para pilotar aviones pero sí para saber cómo mantener las pistas en funcionamiento, ¿o no Tata?”… Comienza entonces una leve picazón en la base de la nuca, respiro hondo: “No, tesoro, todos los trabajos son dignos y necesarios para la sociedad, TODOS sin excepción, pero aquellas personas que se han esforzado más, que asumen más responsabilidades o más riesgos, deben estar mejor pagados…” (Leve arqueo de la ceja izquierda de Marta) “No lo entiendo y me parece injusto”… “Bueno – continúo pacientemente -, vamos a ver, imagina ahora lo que sueles hacer tú: vas a merendar con tus amigos, al cine con ellos, a sus cumpleaños… porque ya tienes edad como para hacerlo, en cambio no la tienen aún ni Álvaro, que sale sólo con papá y mamá, ni Laura ni, por supuesto y aún menos, Irene… Entonces, ¿te parecería justo que a todos os dieran el mismo dinero en lugar de 5, 3, 2 y 1 euro?...” (Pregunto en el tono más inocente del que soy capaz) “Claro que no, si nos dieran solo 1 euro, pero sí me lo parecería, si a todos nos dieran 5”… Hummmm, empiezo a saborear la victoria de mi lógica nada como tocar el propio bienestar para hacer a la gente “entrar en razón” a eso se reduce nuestro Estado del Bienestar, aprovecho el ataque implacable y doy otra avanzadilla más: “Cierto, pero si no hubiera 20 euros, que sería la suma de los 5 que dices tú, sería justo para cada uno de los cuatro y hubiera solo 11 en total ¿cuál sería el reparto más adecuado, según tu opinión, entonces?...” (Leve pausa para reflexionar) “Pues…. En ese caso – afirma rotunda -, el que hemos dicho antes: 5 (para ella, claro que va teniendo ya sus necesidades preadolescentes), 3, 2 y 1 (para sus respectivos hermanos)”, “Exacto – sigo -, lo justo es que todos tengáis algo de dinero del total disponible, pero más el que tiene más necesidades ¿lo ves ahora?...” “Si, creo que sí”. “Pues vale, algo así es lo que hace el Estado… Por cierto Marta, creo que deberías leer “Rebelión en La Granja” (<Esta niña nos ha salido “sociata”> piensa mi padre mirándome con complicidad ante la rapidez de reacción de mis reflejos y algo más relajado ya) y te darás cuenta lo que intento explicarte, los animales de la granja se rebelan y le declaran la guerra a los humanos, pero finalmente acaban convirtiéndose en una tiranía absoluta y terminan siendo peor tratados por ellos que por los humanos”. “Vale, creo que lo leeré” (caras de alivio alrededor, entre el ruido de entrechocar cubiertos), “Marta, las ideas que tienes son buenas – intento premiarla, satisfecha de ese combate verbal - ideas socialistas, románticas, pero utópic…” (no puedo terminar la frase ante la reacción inopinada de la destinataria de mis palabras) “¿Eeeeeeeh?... ¡¡¡¡Un momento!!!!, Tata ¿has dicho socialistas?, ¿cómo Zapatero?, ¡pues entonces no quiero pensar así…!”. (Por Dios, ¿qué estamos haciendo con nuestros cachorros?, me pregunto). “Marta tienes que pensar como a ti te dé tu realísima gana, es un derecho, tienes que tener tus propias ideas y serán más acertadas cuanto más conocimiento llegues a tener de lo que te rodea, porque serás capaz de decidir mejor, lee el libro, piensa en su significado y si después sigues creyendo en esa idea de justicia tuya, eres muy libre de hacerlo” (Estupor generalizado) “Yo no quiero ser socialista!” me recrimina otra vez (ufff… creo que empezamos a “adoctrinar” inconscientemente a nuestros sucesores), “Tú no tienes por qué ser nada, conténtate siempre con ser alguien, pero ALGUIEN capaz de pensar y decidir por ti misma”, “Te lo prometo”… “Vale Marta y ahora dame tu opinión del “rey” “Aaaah, ese… ese señor es un jeta que pasa de la crisis y de los demás porque si es el que manda ¿qué hace viviendo como un rey?...” (Sonora carcajada interior en todos y cada uno de los silenciosos espectadores de nuestra conversación que la ahogan con ligeras y disimuladas toses) “… Bueno, por hoy con que tengas el propósito de leer a Orwell ya es suficiente, de la monarquía parlamentaria y de la figura simbólica de la Corona, e, incluso de la República ya hablaremos dentro de un par de años, ¿te parece?... Ahora dedícate al flan de vainilla…”.

MORALEJA.- Son personas pequeñas, pero PERSONAS y por tanto racionales, piensan y se forman sus propias ideas, pero les faltan aún las claves para comprender la realidad y el mundo que les rodea, así que asumamos la responsabilidad de poner a su alcance los medios para que algún día lleguen a convertirse en adultos reflexivos y capaces de decidir por ellos mismos, no caigamos en radicalismos ni fanatismos, démosles la información y concedámosles el derecho a su propia opción, sin proselitismos absurdos. ¿Somos realmente conscientes del daño, y me refiero al intelectual, que es el más peligroso, que podemos causarles a estas “personitas”?. Yo creo que deberíamos empezar a serlo porque será a ellos a quienes les hagamos, en su día, entrega del testigo… Sigo manteniendo la íntima esperanza de cambiar la placa de mi Despacho algún día, no muy lejano, MILLÁN – BELTRÁN ABOGADOS… Y después de hoy empiezo a estar más que convencida de que tengo una clara sucesora… ¡Je!.

2 comentarios:

  1. Gracias, creo que es lo que hicieron con nosotros y creo, también, que es de justicia devolverlo a quienes nos van a suceder... Es el ritmo cadencial de nuestro ciclo vital.
    De nuevo, una vez más: gracias por tu comentario y gracias por hacerte "seguidora", a ver si cunde el ejemplo.

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  2. Pues si, creo que ya tienes sucesora y además tendrá la suerte de tener la mejor maestra. Ha sido divertido leerlo pero tal y como dice Patricia haces un buen ejercicio enseñando a pensar con libertad a tu sobrina, asi que sin dejar tu habitual sentido del humor creo que no das puntadas sin hilo, algo propio de una persona inteligente.
    Enhorabuena una vez mas.

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