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lunes, 1 de abril de 2013

Stuck At The Whistle Stop Cafe... o de cuando el Engendro se hace carne.





 
Suelo pasar la mayoría de mi tiempo libre entregada a la lectura o a la escritura en uno de mis rincones favoritos, junto al balcón de mi casa, donde tengo la Butaca en la que, con frecuencia, nacen mis Reflexiones. Es un sillón de mimbre natural, de estilo colonial, muy cómodo. Supongo que hace tiempo decidí que era “mi sitio para pensar” y, sin duda, es el mejor de ellos. A veces creo que el sillón de mimbre tiene alma, un espíritu propio que se apodera de mí, me posee hasta el punto de que cuando me siento sobre él y abro mi cuaderno de notas, la pluma parece cobrar vida propia y se desliza sobre las hojas mientras permanezco en una situación de trance de la que sólo consigo salir cuando la pluma se detiene tras reposar, por un breve instante, el plumín, antes de volver a enfundarla. Ese punto final de cada una de mis Reflexiones es lo que me hace volver a la realidad, suelo permanecer, después, algunos minutos más, los suficientes para releer lo que acabo de escribir. En ocasiones, me siento para adentrarme en la lectura calma con las últimas luces del día que entran, ya de forma oblicua, desde el ventanal. Otras, simplemente, lo hago sólo para pensar. Es mi sillón de mimbre, mi Butaca para las Reflexiones. Mi lugar favorito desde el que todo, absolutamente todo, tiene una lectura bien distinta de lo que, en un primer momento, pudiera parecer.

Me encontraba yo, aquél Sábado de Gloria, en pleno deleite de esa, para mí, entrañable relectura – en versión original que, siempre, es más aconsejable – de “Fried Green Tomatoes At The Whistle Stop Cafe” de Fannie Flagg, ejemplar que, recientemente, un alma caritativa tuvo a bien rescatar de una librería de Notting Hill. Reconozco que jamás antes me había hecho tanta ilusión recibir, como regalo, un libro. Siento especial predilección por este… Y quien me conoce, bien lo sabe…

Pero retomando ahora, no obstante, el relato de tan placentero e íntimo momento, compartido, únicamente, con una humeante y aromática taza de Earl Grey Tea – también dadivoso presente de la misma y atenta alma, tras su estancia en el Londres de mis amores -, he de admitir que, absorta como me encontraba en tan embriagadora lectura, envuelta por el cálido arrullo del acompasado repiqueteo de las gotas de lluvia sobre el cristal, aún no acierto a comprender que fue lo que, en ese preciso momento, en ese, ni antes ni después, justo en ese y no en otro, me hizo levantar la vista de las líneas que me bebía con tan deliciosa fruición “It had been two years since Idgie had seen Ruth, but every once in a while, Idgie went over to Valdosta, Georgia, on Wednesdays, because that was the day that Frank Bennett would come into town and go to the barbershop…”, para posarla, distraídamente, en la calle. Bastaron, apenas, un par de segundos para procesar en mi cerebro la imagen que tan dolorosamente se me clavaba en la retina. Creo que, incluso, llegué a parpadear una o dos veces, desconozco si fue un acto reflejo para evitar la hiriente visión que se dibujaba ante mí o si, sólo, fue para comprobar que lo que veía era cierto y no una simple visión irreal: un espejismo o una alucinación producto de una mala pasada sensorial.

Paralizada me quedé… Aunque, tras un breve instante, pensé, por otro lado, quién de todos nosotros no se ha topado, en alguna que otra ocasión, con una de esas talluditas cincuentonas que creen estar frisando los veintitantos, cuando están ya más que próximas a los sesenta. Eso fue lo que ví. Aquél engendro que, de lejos y dada, por tanto, la distancia, ante la falta de agudeza visual bien podría pasar por una polluela, no era sino una gallina vieja. Manida. Marchita. Ajada. Patética.

Se contoneaba, pintada como una puerta y con un platino pelucón imposible, sin duda, recién salido de cualquier salón de belleza cercano, sobre unos zapatos de altísimo tacón, mostrando más magro de lo que la edad y las objetivas condiciones físicas – normales, al pasar de cincuenta -, aconsejan… ¡Dios!, semejante ser caminaba altanero aunque fláccido, ansiando, me parecía a mí, ser el blanco de miradas de admiración cuando lo que, con suerte, obtenía era, con toda probabilidad, una disimulada mirada que provocaba la risa. Me asaltaron entonces, razonables, las dudas: ¿tendrá marido “esto”?, ¿pareja, quizás?, ¿hijos?, ¿madre, tal vez?... ¿familia? Y lo que era más estridente, ¿espejos en casa?... Y fue entonces, en ese preciso instante, en ese, ni antes ni después, justo en ese y no en otro, cuando dejando a un lado, con gran mimo y cuidado, bien es cierto, mi venerado libro, “Fried Green Tomatoes At The Whistle Stop Cafe”, me acomodé plácidamente en mi Butaca – esa que ya todos conocéis y no sólo por las fotos que aparecen en mi perfil de Facebook -, para abandonarme a una nueva Reflexión: “Stuck At The Whistle Stop Cafe o… de Cuando El Engendro Se Hace Carne…”, coexistiendo en aquél preciso momento en el que me quedé en un claro estado de shock, la más sublime de las bellezas literarias con lo que – y tomo prestado el título a Umberto Eco – bien podría calificarse como el más incuestionable de todos los Tratados de la Fealdad posibles, mientras creía percibir el silbido amortiguado de una vieja locomotora, de las que transitaban por las desvencijadas vías sureñas de los años 20 norteamericanos, alejándose… Aún permanecí sentada, en mi butaca, un rato más, el suficiente para recordar el final de la obra:

“… The OLD WOMAN stood on the side of the road and waved back until the car was out of sight. The End”.

Entonces, sin más, dejé de oír el silbido de la locomotora. Debía estar ya lejana. ¿Qué habría pensado Idgie Threatgood de esto...?. Sonreí y volví a besar la taza humeante que bostezaba, a pequeños intervalos, el aromático sabor del té.

9 comentarios:

  1. Muy acertadas como siempre tus observaciones y precioso por acogedor tu rincón favorito. Me asalta una duda que no me resisto a plantearte ¿cuantos libros te has leido a lo largo de toda tu vida? no hay publicacion tuya en la que no hagas referencia a una o mas obras literarias.Es evidente que eres una gran lectora pero me gustaria saber de cuantos volumenes si es posible.
    Muchas gracias y un saludo.
    Juan F.

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    1. Estimado Juan F.: Gracias, como siempre, a tí. Pues... lamento, sinceramente, no poder saciar tu curiosidad acerca de la cantidad de libros que me he leído a lo largo de toda mi vida, no porque no quiera, sino porque no puedo contabilizarlos. Te diré que desde que se despertó, a una edad muy temprana mi afición a la Literatura, hoy ya convertida en pasión, no ha pasado una semana en la que no haya leído, al menos, un par de libros, número que, irremisiblemente, aumenta en períodos vacacionales. Así que no, estimado amigo y lector, no es posible darte una respuesta numérica, ni tan siquiera aproximada. Lo siento.
      Un saludo.

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  2. Un comienzo que, como todos, se ha hecho especialmente duro... Supongo, Patricia, que te refieres a la "sequía Blogger" porque en cuanto a la climatología no ha sido especialmente seca esta Semana Santa...
    Sí, he preparado algunos posts estos días que ya os iré dejando.
    Gracias.

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  3. Pues a ver si no te haces mucho de rogar y los vas publicando estos dias he estado entrando con frecuencia pense que con las vacaciones nos ibas a dar la posibilidad de leerte mas. Bueno espero poder leer todas las que has preparado pronto y disfrutar como siempre de ellas. Esta me ha gustado mucho y la butaca de tus reflexiones no era como me la imaginaba aunque es muy bonita y tiene pinta de comoda pero sobre todo tiene tu buen gusto.

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    1. Bien, lo intentaré. Lo que ocurre es que la "vuelta al Cole" después de unos días de vacaciones, por breves que sean, siempre cuesta un poco más y, si bien debe ser una especie de resorte psicológico o algo similar, sueles sentir un mayor agobio de trabajo. No obstante, como te digo lo haré, considerálo una especie de "resarcimiento" por todas esas ocasiones que dices has entrado y no has encontrado un nuevo post.
      ;oP y... por cierto, sí, es una Butaca para Reflexiones realmente cómoda.

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  4. Hoy descubri por casualidad este blog. He leido algunas de tus entradas y me parecen divertidas y enriquesedoras. Sinceramente creo que tus escritos tienen mucho que aportar. Felisidades amiga.

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  5. Muchas gracias, nuev@ seguid@r... Espero contarte ya entre mis lectores.

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  6. Entonces ademas de escribir y de leer mucho, ser abogada y guapa tambien dominas el ingles eres una joyita niña. ¿ No me darias tu numero para llamarte alguna vez ?.Es broma, cada dia me gusta mas leerte y cada dia aprendo mas con tus publicaciones sigue publicando y haciendonos disfrutar con lo que escribes, es muy ingenioso y ameno.

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  7. Gracias por todos esos halagos... En cuanto a lo del teléfono, déjame que me lo piense, jaja. Gracias por leerme y sobre todo por participar en el Blog ;oP

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