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miércoles, 17 de abril de 2013

Isabel, que es nombre de Reina.



Siempre me he enorgullecido de ser española, origen éste que he paseado muy a gala donde quiera que haya ido. Últimamente parece ser una lacra, la “furia del toro” ha pasado a ser la “tediosa tranquilidad y paciente resignación de una vaca lechera” pastando en cualquier colina, rumiando plácidamente y espantando moscas con el rabo… Empiezo a pensar que aquí somos así: una panda de conformistas, a los que manipulan como quieren, que si alguna tradición tiene especial arraigo en esta tierra es la del TOREO y si nos gusta algo es el escarnio público y el faranduleo… Este Reino en el que jamás se ponía el sol, hoy ni siquiera ve amanecer…
 España, tierra de flamenco, toreo, pandereta y canto donde muchos trabajan para mantener a unos cuantos.

Supongo que en mi caso es una, más que patente, deformación profesional el hecho de analizar desde el prisma jurídico todos y cada uno de los esperpénticos episodios que los españoles estamos obligados a presenciar – amén de sufragar – últimamente. Y por otro lado es, también, una evidente afición, la mía, a pasar por mi afilada pluma todo cuanto me es expuesto a fin de tamizarlo por la personal opinión que me merece.

Cada vez que se nos ofrecía, en cualquier canal de la Televisión, que lo mismo da ya que sea la pública que la privada, una breve secuencia del juicio que dimana de la tan traída y llevada “Operación Malaya” a resultas de las “bolsas de basura” sobre cuya existencia ya nos alertara la cornuda esposa del corrupto, me resultaba inevitable recordar la respuesta que la “Tonadillera de España”, antes “Viuda de España”, Doña Isabel Pantoja Martín – que la dignidad y el decoro no deben perderse nunca, ni cuando se “enseñen dientes”, ni cuando se siente una en un banquillo cual delincuente común o resulte condenada, luego, criminalmente – dio ante las preguntas de una aguerrida reportera por el nombre de la niña que acababa de adoptar. En aquél momento una gafisolizada y más saludable, por oronda, Isabel, bebé en ristre, en un alarde de la altanería que la caracteriza, no tuvo ningún reparo ni rubor al contestar meneando su motosa melena: “Isabel, se llama Isabel, que es nombre de Reina…” – ahí es nada, no sabemos si hoy respondería lo mismo a la vista de lo que acecha a la monarquía-.

Cuando veo a estos personajillos – y es larga la pléyade de nombres, ya sean los propietarios de los mismos Yernísimos reales o Infantas “confiadas”, politiquillos de “B”aja estofa aficionados a operaciones millonarias cuyo producto depositan en cuentas suizas o aviesos empresarios de postín – deambulando por salas de justicia, sentados en banquillos, que siempre me han parecido un lugar humillante en el que comparecer a rendir cuentas, o entrando y saliendo de Comisarías sin que se les mueva un pelo, me hago la misma pregunta: ¿De qué pasta estarán éstos hechos para permanecer en ese altivo hieratismo que les confiere la vana creencia de encontrarse por encima del bien y el mal?. No deja de sorprenderme la petulancia con la que Isabel Pantoja, dado que hablamos ahora de ella, entraba en el Palacio de Justicia de Málaga, cualquiera diría que paseaba una bata de cola… Cómo se encaraba con el Presidente de la Sala cuando éste le recriminaba  el uso del teléfono móvil durante la celebración de las vistas, cómo seguía maltratando a la prensa – prensa que un día la encumbró – desde ese su Despotismo “Deslustrado” hoy, que nunca a nadie le vino mejor el calificativo… Vamos a ver: ¿Quién de nosotros tiene, diariamente, un ingreso de 3.000’00 € en su cuenta y no lo sabe?... ¿Quién puede afirmar que “desconoce” la forma de vida de su pareja o el origen de sus ingresos…?

En fin, la tramitación procesal ha sido todo un devenir de miedos y temores que han hecho que Doña Isabel – que es nombre de Reina – haya perdido peso, deteriorando su imagen y barruntándose la obligación de responder con unos dineros con los que no contaba y lo que era aún peor: ir a dar con su tonadillera osamenta en la cárcel…

Y no, nada de eso ha ocurrido, ya lo ven señores, que siempre ha habido clases en esta España farandulera nuestra, se va a librar, la Pantoja, de meter su blanqueada y risueña dentadura en una celda pese a tener la obligación –  no olvidemos que todo esto es susceptible de Recurso – de abonar una sanción económica de un millón de euros, cantidad ésta ya más moderada y asequible. Y a pesar del vahído, no sabemos si real o fingido, se le ha debido pasar ya el susto, porque a la postre, es en lo que ha quedado, en un susto… Y como en España somos así, nos gusta el morbo, esa módica cantidad la va a reunir con cuatro conciertos que tenga a bien dar, llenando estadios, esperemos no obstante que no sean Ayuntamientos los Organizadores, que tendría guasa ya “pagar” con dinero público la sanción impuesta por “blanquear” otro dinero público, pero es que aquí somos así: o muy idiotas o muy sinvergüenzas, pero en todo caso, muy morbosos. Y si lo pienso, la pena impuesta lo ha sido: a Julián Palomo Muñoz, por CHORIZO, a la astada y despechada esposa, Maite Zaldívar, por IMBÉCIL y a esta… por TONADILLERA, que nunca se pudo imaginar la proyección mediática de esta condena, transformada será, en una fuente de ingresos en potencia que le va a permitir no ya sólo afrontar la responsabilidad judicial que le es exigida, sino incrementar “legalmente” sus ingresos que, aprendida la lección, declarará puntualmente, claro es, pues a la vista ha quedado que de tonta “no tiene un pelo” a pesar de haber estado a punto de perder su larga cabellera.

Y lo peor es que empiezo a tener la firme sospecha que esto es sólo el aperitivo,  que ya se ha abierto la veda de “asustar” a los famosos que no de “condenarlos”, en una vil pantomima de que la “Ley es igual para todos” y nos contentamos con un linchamiento público de voces e insultos de cuatro exaltados a la salida del Juzgado y luego a ver como retiran del Museo de Cera la figura del interfecto con esa sonrisilla de bobalicones, regodeándonos en el ridículo que les supone a los “condenados” que, a la postre, no sufren pena alguna, porque para tener sensación de vergüenza se hace necesario primero, tenerla y estos, señores, ya han demostrado que de ella gastan bien poca.

Qué se lo pregunten, si no, a Emilia Soria una madre desempleada que se gastó 500 euros en comida y pañales para sus hijas, euros que salieron de una tarjeta de crédito que se había encontrado en la calle y para la que se hubo de solicitar un “indulto” que evitara su ingreso en prisión… Pero claro, esta no tiene glamour, ni batas de cola, ni se casó con un malogrado torero, es simplemente, una ciudadana anónima que no robó, sino que decidió mitigar el hambre de sus hijas con una tarjeta que le había caído del cielo… Aquí se sabe de ilustres y de artistas pero no de “estados de necesidad” que pudieran justificar un “hurto” o un “uso fraudulento” que en ningún caso sería , pues no puede ser equiparable a “blanquear capitales” o “defraudar al Fisco”.


“Dientes, dientes… que es lo que les jode”
(Isabel Pantoja, Tonadillera y “torera”)

1 comentario:

  1. Pues... esa es la JUSTICIA, ya ves. Y habrá quien se haya desahogado con el "linchamiento público" que la otra salvó con un oportunísimo desmayo pero vamos... A la postre: pagará con lo que se ha apropiado la suma a la que la han condenado y ¡a otra cosa mariposa!. Se va a hinchar a dar conciertos con lleno absoluto por aquello del carácter morboso del español. Y que es una delicuente, pues sí, pero esta es de las que deben pensar "tú dame pan y dime tonta".
    Uf... Hacienda... Dímelo a mí, que le temo más que a una vara verde, lo de la cuenta única para el obligado tributario me parece genial, deberías escribirle a Montoro a ver que opina él.
    Graaaaaaaaaacias!!! ;oP

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