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martes, 14 de marzo de 2017

La ciudad de los prodigios que diría Eduardo Mendoza.



Suelo salir a pasear los sábados por la mañana, me encanta perderme por las callejuelas de La Magdalena para volver a casa, poco antes de la hora del aperitivo y tomar una caña en alguno de los bares de San Ildefonso. Hoy, claro, no he querido romper mi rutina y tras una errática caminata por una de mis zonas preferidas de Jaén, he ido a parar a la Calle Nueva. Esa misma calle que el anterior equipo de Gobierno – o desgobierno, según se mire, pues para opiniones y gustos, los propios colores – pretendía adecuar, mediante la inversión de 450.000,00 € para hacerla “más accesible, más bonita, más moderna”. Observo las escaleras mecánicas, si hago un esfuerzo memorístico, creo que las he visto en funcionamiento un par de veces desde su instalación y reparo, entonces, en el venerable anciano que, apoyado en un bastón, da inicio a su ascensión por uno de los angostos laterales, lentamente, cauteloso el hombre, palpando con tiento antes de asirse con firmeza a la garrota para tomar el impulso con el que, peldaño a peldaño, coloca su pie derecho primero para arrastrar a continuación el izquierdo, reflexiono: “ACCESIBLE”, lo que se dice accesible… no lo es mucho, el hierático mamotreto de acero ha motivado que el paso quede reducido, peligrosamente, en un 25% en cada uno de sus laterales. Oigo resoplar al octogenario parroquiano que se detiene mascullando ensalmos, cada dos escalones, para recuperar el resuello. Continúo repasando mentalmente las razones invocadas para su instalación: “BONITA”, pese a reconocer que el sentido estético es algo muy subjetivo, no termino yo de encontrarle esa sutil belleza a la estática escala donde se acumula gran cantidad de porquería y desechos, la verdad… ¿”MODERNA”?, tras consultar online el Diccionario de la RAE constato que ningún “pero” puede atribuírsele a esa parte del mensaje con el que se justificó la inversión, pues efectivamente, las benditas escaleras “pertenecen al tiempo de quien habla(ba) o a una época reciente” y, de igual manera, “es contrapuesta a lo antiguo o a lo clásico y establecido”, pese a lo cual vuelvo a preguntarme si realmente era necesaria esta instalación automática, inservible, por el riesgo que representa la altura de sus escalones, cuando se encuentra detenida. El señor mayor acaba, por fin, de alcanzar la cima, se detiene boqueando mientras extiende el cuerpo hacia atrás, en un intento de insuflar a sus pulmones un aire que le ha costado aprehender en su parsimoniosa subida, me dirige una rápida mirada triunfal que acompaña de un esbozo de sonrisa y desaparece tras la esquina. Quiero salir de dudas y me pongo en contacto con la empresa mantenedora, según indican las pegatinas adosadas a la base del aparato, tras unos tonos, me atiende una amable voz que me ilustra acerca de los motivos por los que, aparentemente, el uso de las escaleras elevadoras ha quedado reducido al meramente ornamental, si bien con dudoso gusto en mi opinión, “hace tiempo se averió una pieza y el Excmo. Ayuntamiento no ha considerado oportuna su reparación o sustitución por lo que se ha decidido pararlas por el riesgo que supondría para los usuarios, pero, de cualquier modo se tiene previsto volver a sacar, nuevamente, a concurso el contrato de mantenimiento”, tras dar las gracias por la información al afable interlocutor, retorno a mis cavilaciones: si ese horrible artilugio está ahí para hacer la ciudad “más accesible, más bonita y más moderna” a la ciudadanía y se ha producido una avería, me pregunto por qué no se arregla en lugar de optar por el cese del servicio; si realmente no se ha visto oportuna la reparación, ¿por qué volver a sacar a concurso la adjudicación del mantenimiento de algo que no lo requiere?, ¿acaso si se va a autorizar a la nueva empresa contratista su reparación y puesta en marcha?, ¿serán, quizás, otros los motivos de tan recurrente estatismo?... demasiados interrogantes y pocas respuestas para explicar este nuevo prodigio de nuestra ciudad, cada día, insisto, eso sí: “más accesible, más bonita y más moderna”.

Publicada en la columna Reflexiones de butaca, en VIVA JAÉN el día 14/03/2017.

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