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miércoles, 3 de julio de 2013

Beatus qui inimicum non habet… o “Haciendo Bloggerías”.




Pues sí, dichoso aquél que carece de enemigos… Me pregunto por qué extraño motivo nadie está exento de contar, entre sus parroquianos, con detractores y voraces enemigos, por más que en su forma de vida impere la, básica y más que aconsejable, Ley del “vive y deja vivir”, máxima que se reduce al simple hecho de no meterse en las vidas ajenas, pues bastante tenemos ya cada uno con la nuestra, ni alegrarnos por el mal de nadie, ni congratularnos, tampoco, con sus penas, no es que suponga un gran esfuerzo, digo yo, pues lo complicado sería lo contrario.


Reconozco, no obstante, que las filias y las fobias son libres y, en ocasiones, más que involuntarias. De manera que no alcanzamos a entender qué razón nos empuja a tener cierta química con una determinada persona y a experimentar la más acerba y violenta repulsión hacia otra, sin que en modo alguno venga ello a justificar, es mi opinión, que se denoste gratuitamente a nadie, siendo suficiente, me sigue pareciendo, con ignorar su existencia y seguir adelante con la propia.


Estas reflexiones vienen al hilo de las críticas que viene sufriendo alguien que, para mí, lejos de ser un imbécil, es un verdadero genio contemporáneo: Mario Vaquerizo. Que una persona sea original hasta el punto de permanecer inmune a cualquier tipo de convencionalismo o moda, que permanezca fiel a sus principios – por descerebrados o estúpidos que al resto les pueda parecer – y viva como él, y solo él, decida vivir, no es un factor abonable para tacharlo, tildarlo o encasillarlo en cualquiera de esas despectivas etiquetas, si no es, obviamente, motivado por la envidia que parece ser una pandemia muy extendida en nuestro país o, al menos, el deporte nacional por excelencia.


Hablamos de una persona que, detentador de una inteligencia preclara, más que indicativo de lo cuál es su innegable sentido del humor y ese bien aprendido papel de “tonto” que engancha y arrastra masas, ha decidido ponerse el mundo por montera, sin miedo al ridículo y por supuesto, triunfando en todo cuanto se propone. A los hechos me remito:


Decide montar un esperpéntico grupo musical con un absurdo nombre del que es vocalista y… resulta que el mismísimo Alejandro Amenábar dirige su último vídeo, apuntando que es la primera vez que este tan premiado cineasta se presta a colaborar con la música. El tema empieza a dibujarse ya como la “canción del verano 2.013” para más señas…


Licenciado en periodismo y, por tanto, con cierta facilidad para la escritura, publica su autobigrafía y resulta ser todo un éxito, en pugna con obras de escritores laureados -serios- en nuestra narrativa actual…

Los programas de televisión, e incluso, de radio se rifan su presencia como colaborador…

Su faceta de representante de otros artistas es a lo que dedica, con gran fortuna y producto, sus ratos libres, siendo muy considerado profesionalmente…

Posee un programa de máxima audiencia en MTV…

De manera que el “imbécil” no debe serlo tanto, o si lo es, se encuentra aquejado en un grado bastante inferior al de todos aquellos imbéciles que solicitan sus servicios o de quienes no lo hacen pero se rompen el lomo a trabajar, sin conseguir mejoría alguna en su nivel de vida, mientras a este “le pagan por hacer el indio”… ¿Qué daño o mal hace, en este caso concreto, este personaje?, me parece que ninguno, salvo que por perjuicio se entienda hacer reír a mandíbula batiente a aquellos que escuchamos sus ocurrentes intervenciones. Personalmente es objeto de admiración, vamos a ser claros: alguien que no se pone límites y que termina consiguiendo todo cuanto se propone, lejos de ser un fracasado, resulta ser el justo acreedor de la más sincera y profunda admiración.


Este mundo nuestro está movido por la ENVIDIA, ¿qué duda puede caber?. Envidia materializada en la obscenidad de seres que, corroídos por el espurio resentimiento de ansiar lo que otros poseen, llámese éxito profesional, sentimental o económico, ante la frustración de no poder alcanzarlo encuentran alivio en la crítica encarnizada y destructiva como único medio de saciar sus carencias.

Dicho lo cuál, sólo resta por mi parte rendirle hoy mi mayor admiración al autor de “Haciendo Majaradas”, todo un icono de nuestra generación y así se le ha de reconocer, por más que a muchos les escueza, que ya para ellos quisieran la IMBECILIDAD del Gran Vaquerizo quien, por cierto, se toma a chufla las críticas riéndose de las mismas públicamente, al encontrarse muy por encima de lo que se le pueda reprochar por no ser lo "políticamente correcto".


“Me está siguiendo un tío vestido de gamba…
¿Será el cobrador del langostino?...”
(El único, irrepetible, inimitable e inigualable: Mario Vaquerizo)

2 comentarios:

  1. Uffff......que autentico, real y directo relato.
    Me encanta lo clara que eres. Imagino que no escribes mas porque no puedes, pero me gustaria leerte mucho mas. Ya deseando leer el proximo . Muchas gracias.

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  2. Gracias, anónim@ seguidor@. Pues, para ser sincera los meses de junio y julio en cualquier Despacho son, tradicionalmente, los más intensos, así que sí, reconozco que me queda poco tiempo. No obstante intentaré publicar con más frecuencia. Gracias por participar.

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