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jueves, 18 de julio de 2013

De las vértebras invertebradas de la idiotez supina.



Un decrépito torero “en porretas” en la portada de una publicación, un político ex tesorero, apodado “El Cabrón”, haciendo temblar los cimientos de un Estado de Derecho y dejando en evidencia al Gobierno (aún no está claro si “corrupto o no” pues siguen sin decir “esta boca es mía, que no los dineros”) y provocando continuos guiños nerviosos a su Presidente… Un Jefe de Oposición de más que dudosa autoridad moral, amenazando con una Moción de Censura, por considerar “intolerable” lo que calla, cuando corresponde a su Partido en Andalucía, a cuenta de los “Fondos de Reptiles”, una nueva Presidenta de la Junta, sin estudios universitarios ni ocupación laboral conocida fuera de la Organización en la que milita, la Corona Española de paseo por Marruecos cuando no se está matando en los Juzgados, un índice de desempleo y un riesgo de pobreza en un elevado porcentaje de la población que ya ni nos alarma ni nos preocupa, dada la generalizada resignación… Así va España…

“España limita al norte con el Mar Cantábrico y los Montes Pirineos que nos separan de Fraaaaaaaaaaaaancia…”, es el primer recuerdo que tengo de aquella clase de primaria en la que, desde el encerado – como lo llamaba aquella entrañable Maestra – colgaba un mapa de la Península, envuelto en el olor de colonia infantil, tiza y pinturas “de dedo”, donde un puñado de tiernos infantes nos iniciábamos en la instrucción académica.

Hoy quedan ya muy lejos esas lecciones “cantadas” de geografía, me parece a mí que pronto dejaremos de tener un Estado al que cantar, para tener una selva en la que, sálvese el que pueda, matar será el instinto primario más efectivo, por necesario, para sobrevivir. Hoy esos cantos infantiles, ya se han sofocado por el lamento generalizado de una población que, a duras penas, subsiste, sufriendo los continuos sobresaltos de la corrupción y la hedionda podredumbre que, ya se ha visto, no conoce de estirpes ni de ideologías.

Cuando repaso mentalmente aquellas clases de Historia de España a lo largo de mi educación, básica primero y luego media, el recorrido desde los iberos y los fenicios hasta los Borbones, pasando necesariamente por los Trastámara y los Austrias, el descubrimiento del Nuevo Mundo y la conquista de lo que terminó siendo uno de los mayores imperios, me pregunto qué pensaría de esta situación la Santa Isabel – que tuvo que empeñar sus propias joyas para que luego el Almirante descubriera aquél continente que llegamos a poseer – si pudiera ver en lo que hemos convertido este Reino… Me pregunto con frecuencia, también, qué diría Felipe II… Si tenemos aquí a toda una horda de “Antonios Pérez” que encarnan a la perfección el más siniestro concepto de “Leyenda Negra” por sus intrigas, sus fechorías, sus traiciones y sus expolios…

Tengo que reconocer que crecí y fui formada dentro del más profundo orgullo de sentirme española, me inculcaron unos valores que, hoy, lejos de estar en boga no son “sino las formas trasnochadas que no te llevan a ningún sitio”, ¿para qué esforzarte?... “total, puedes dedicarte a la política y ganar dinero” – en algunos casos –  o dedicarte – como otra opción valorable -, al postureo en TV y que te paguen por hacer alarde de un analfabetismo obsceno que, permítanme, resta dignidad al ser humano que lo porta con el orgullo de saberse “famoso”, ¿para qué adquirir unos conocimientos que te lleven a tener una mente analítica y crítica que, en definitiva, te convierta en alguien capaz de pensar?... “si ya se sabe que todos son iguales ¿no?, pero a alguien habrá que votar…” ¿Tiene alguna utilidad ser consciente de que tenemos la obligación, si no legal, sí moral, de ayudar a aquél que se encuentre en una posición menos favorecida que la nuestra?, “si hombre y… ¿a mí qué?, que se busquen la vida…”

En fin, que nos hemos convertido en una panda de maleantes y holgazanes, conformistas y oligofrénicos que, o bien somos muy tontos, o bien muy sinvergüenzas… Porque hay que ser muy estúpido, o tan canalla como el que lo está haciendo para permanecer en semejante estado de aletargamiento, pero así es España, “Spain is different”, aquí se roba, se miente y no pasa nada…

Aquí hay gente pasándolas putas, pero… mientras no me toque a mí… Si es que somos así: siempre nos ha gustado vivir a cuenta de los estipendios y limosnas de Europa, total… Es que hace tan buen tiempo que nos encanta pasarlo en la calle, de terracita en terracita, caña va y caña viene, que eso no puede faltar y luego si no hay para las facturas… pues “Dios proveerá” que a religiosos y capillitas tampoco nos gana nadie y nos tiramos a la calle en Semana Santa y lloramos de emoción al ver a los Santos salir de sus templos, sobre todo cuando suena el Himno Nacional.

Porque ¿qué pasa del orgullo patrio?... pues ahí lo tenemos, que juega la Selección y si no, pues plantamos a viejas glorias de la tauromaquia en plena portada con la “pirulilla” al aire que puestos a presumir, presumimos hasta de ignorancia y de ridículo que a eso, como en fútbol... tampoco nos gana nadie.

 
“En vez de renovar periódicamente el tesoro de ideas vitales, de modos de coexistencia, de empresas unitivas, el Poder público ha ido triturando la convivencia española y ha usado de su fuerza nacional casi exclusivamente para fines privados. ¿Es extraño que, al cabo del tiempo, la mayor parte de los españoles, y desde luego la mejor, se pregunte: para qué vivimos juntos?. Porque vivir es algo que se hace hacia adelante, es una actividad que va de este segundo al inmediato futuro. No basta, pues, para vivir la resonancia del pasado, y mucho menos para convivir. Por eso decía Renan que una nación es un plebiscito cotidiano. En el secreto inefable de los corazones se hace todos los días un fatal sufragio que decide si una nación puede de verdad seguir siéndolo. ¿Qué nos invita el Poder público a hacer mañana en entusiasta colaboración?. Desde hace mucho tiempo, mucho, siglos, pretende el Poder público que los españoles existamos no más que para que él se dé el gusto de existir. Como el pretexto es excesivamente menguado España se va deshaciendo, deshaciendo... Hoy ya es, más bien que un pueblo, la polvareda que queda cuando por la gran ruta histórica ha pasado galopando un gran pueblo...”.

(De “La España Invertebrada” de Ortega y Gasset, para mí, un visionario).

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