Andalucía,
tierra de sol y siesta. De cañas y alegría. Andalucía… el Valle de Arauca de un
cacique llamado JUNTA, donde los ERE falsos, convertidos en el expolio más
impune, mantenían subyugados a miles de los moradores que allí habitaban,
sufriendo el escarnio de tan poderoso truhán. Un paraíso que dejó de serlo por
el castigo cruento de los corruptos gobernantes, dueños y señores de las
tierras y de su producto, administrando el bien común como mejor les venía en
gana porque ya lo había dicho el Sabio Oráculo que los iluminaba: “Los dineros
públicos, NO SON DE NADIE”…
Y así comienza
la historia de una conquista, emprendida en solitario por una heroína: Mercedes
Carmen Alaya Rodríguez, la implacable Alaya, que dio ejecución civil a los
malvados caciques, libertando así a los sometidos contribuyentes de la pesada
carga de “mantener el cortijillo de los bellaconazos” que, hasta entonces, hacían
y deshacían con los caudales de los araucanos según su arbitrario y provechoso
entender.
Hubo una vez un fértil valle, donde el agua brotaba
cristalina y las ramas de los árboles frutales cedían, hasta casi partirse, por
el peso de sus abundantes y dulces frutos. Gozaba de un clima envidiable que
invitaba a la continua holganza y festivo asueto, bajo un cielo intensamente
azul. Se encontraba poblado por diversas tribus que, lejos de entrar en guerra,
mantenían su apacibles vidas ajenas entre sí, tal era la abundancia de caudales
y riquezas que parecía que éstas jamás se acabarían y su disfrute era desmedido,
sin encontrar más mesura en su uso, ni mayor limitación que la rivalidad en su
alegre consumo.
Había en él un sangriento Reyezuelo llamado “Junta
de Andalucía” que campaba a sus anchas sin encontrar sometimiento
alguno a mayor derecho ni elevada justicia que no fueran los que él había
impuesto de su atenazadora mano y ante los que permanecía impune, inaplicando
sus normas cuando le convenía y aplicándolas, despiadadamente, sobre sus
indefensos súbditos. Este Reyezuelo cacique tenía dos Edecanes de los muy
principales: uno llamado Diego Valderas y otro, José
Antonio Griñán.
Diego, apodado “el coherente” por llevar
a cabo el principio ideológico de “lo mío, es mío y lo tuyo, de todos”,
Edecán del cacique Supremo por la gracia del proletariado y máximo impulsor de
la polémica “Ley antidesahucios contra los Bancos” que se había aprobado
por el Consejo de la Tribu
en tiempo reciente, decidió que no estaba dispuesto a pagarle a su vecino el
importe que le restaba a éste por devolver del préstamo que había solicitado
para adquirir su vivienda, concluir así el pago y no deberle nada al usurero
prestamista, saldando la totalidad de la deuda con esta posible venta, tras
haber perdido su trabajo. El Edecán optó por no hacer nada y permanecer
impasible ante la desgracia de un “compañero camarada” que era
arrojado de su choza, junto a su familia, quedando, de igual modo, endeudado ya
de por vida. Con ello, consiguió eludir el abono de 18.000’00 “maravedíes” pagando
un precio de subasta y consintiendo – y propiciando el muy canalla - la
desgracia de “su igual”.
El otro Edecán, Griñán “el honesto”, en connivencia
con una tal Magdalena Álvarez, sagaz y afamada, por portentosa, “curandera
de la faltriquera propia” – como bien demuestran los anales de la Historia -, tuvieron a
bien falsear en 124 millones de “maravedíes”, el fondo para unos ERE
que se descubrieron luego falsos, haciéndolo, además, fuera del Presupuesto
aprobado por todos los Sabios del Consejo… Y quien no recordará, en los siglos
venideros, la proeza de esa “gran cabeza” pensante, llamada Manuel Chaves quien,
pasándose por el sacrosanto y beatífico arco del triunfo la “Ley
de Incompatibilidades”, aprobó una “ayudita” de 10 millones de “maravedíes”
destinada a una empresa, MATSA, de la que su brillante vástaga y heredera, por
natural derecho, era apoderada…
Y así se iban fraguando los “Fondos de Reptiles” y
otros vertederos de la más vergonzosa y vergonzante ponzoña, todos éstos
robaban, todos éstos expoliaban y todos éstos, disponían de las riquezas naturales
a sus muy impunes apetencias, hasta que de repente un día, desembarcó en aquél Valle
(de Lágrimas), en compañía de oscuros nubarrones y una violenta lluvia
de frío granizo, una mujer blanca como la leche, de gesto hierático y larga
melena negra a juego con su atuendo, para conquistar aquél reino y someterlo a
la verdadera JUSTICIA: la Libertadora Jueza Alaya
– que bien podría adoptar el sobrenombre de “Alonso de Ercilla” y dio
cruenta muerte a los caciques mapuches que allí moraban – que no eran ni Lautaro
ni Caupolicán
– y otro gallo nos cantó y las hordas de indígenas sometidos a tan despótico
gobierno la aplaudían y vitoreaban, mientras le impetraban seguir poniendo
orden en otras regiones cercanas donde otros caciques similares a los
ajusticiados, chantajeaban a un Gobierno corrupto, intentando manipular al
Poder Judicial y dejando en clara evidencia una máxima: “el poder corrompe lo que a la Justicia no se esconde” y con el firme trazo de su pluma, Alaya dio inicio a la redacción de su muy personal "Araucana".
“¿Todo iba a ser
batallas y asperezas,
discordia,
sangre, fuego, enemistades,
odios, rencores,
señas y bravezas,
desatinos,
furor, temeridades,
rabias, iras,
venganzas y fierezas,
muertes,
destrozos, riñas, crueldades;
que al mismo
Marte ya pondría hastío,
agotando un
caudal mayor que el mío?”.
(De “La Araucana”, Alonso de
Ercilla).
a mi personalmente me gusta mucho la novela historica. la picaresca y sobre todo me quedo con el meneito que tiene la jueza alaya al caminar
ResponderEliminarNo sé por qué extraño motivo tengo la sospecha de que es así... que te gusta la novela histórica -lo vienes diciendo en Fcbk-, la picaresca -de casta le viene al galgo y entre pillos anda el juego, que te conozco bacalao - y no me cabe duda de que te quedas con el "meneito".
ResponderEliminarGracias por participar, J.