Los jienneses, hastiados y
resignados, ya ni nos quejamos – total, ¿para qué? -. Tenemos asumido que Jaén hoy
sólo figura en los mapas como principal fuente de producción de aceite de
oliva, un aceite que comercializan, como propio, empresas italianas a un precio
de venta que triplica el de su adquisición o como cuna de independentistas
radicales, ya se trate de Gabriel Rufián que hace, el hombre y cada día más,
honor a su apellido o, incluso, Carlos Puigdemont, ese catalán, tan “charnego” a su pesar, cuya abuela corría
feliz por las vetustas calles de La Carolina ajena al hecho de que, en un
futuro, gran parte del pueblo español le reprocharía haber contribuido
activamente a la materialización del golpe de Estado ejecutado en Cataluña, aun
cuando esa aportación lo sea a los meros efectos genealógicos. Si repaso la
actual situación sólo constato ventajas en la pantomima sediciosa, no sólo por
la impunidad que, todo apunta, van a tener los actos ilegales que están
teniendo lugar sino, además, por la proyección mediática que, a nivel
internacional, está teniendo este sainete ante la humillante pasividad de la
Secretaría de Estado de Comunicación que depende directamente de la Presidencia
y del Portavoz del Gobierno de España. Una minoría de radicales mantiene en
jaque a un Gobierno al mando de un estafermo de espaldas tan anchas como su
propia cobardía, al haberse posicionado a favor de la más absoluta displicencia.
Que millones de catalanes, contrarios a las ideas independentistas, se sienten
abandonados por su Gobierno: el Sr. Presidente ya sabe lo que tiene que hacer y
cuando, sin que se lo diga nadie –puntualiza -; que los únicos servidores
fieles del Estado, auténticos y verdaderos garantes de la legalidad, están
soportando unas condiciones que ningún cargo político toleraría: no hay que
perder la serenidad – como no se perdió para evitar el rescate europeo-; que
España entera clama por la unidad territorial y pide la aplicación inmediata de
los mecanismos constitucionales que la preservan: las decisiones no se toman en
caliente, dice el “sin-sangre”. Y mientras, ante la Comunidad Internacional, el
circo orquestado por cuatro dementes está poniendo a Cataluña en el foco
informativo mientras esos mismos medios internacionales, conocedores
parcialmente de la situación por tener tan sólo la versión, sesgada y
partidista, de los reivindicadores secesionistas y no la oficial y contundente
del Gobierno de la Nación, le ofrecen el mejor trampolín para la alharaca
chirigotera que, si Dios no lo remedia pues Rajoy ni está ni se le espera,
terminará por vestir de bufón a nuestro país. Siguiendo ese ejemplo, indemne a
cualquier aplicación punitiva, deberíamos declararnos independentistas los
jiennenses aun cuando sólo sea por recordar que existimos y en condiciones
menos favorables que las de otras poblaciones de España, deberíamos exigir que se
nos reconociera como República Independiente de la Aceituna, como experiencia
no estaría mal y además podríamos seguir presumiendo de tener insignes
políticos oriundos de nuestra tierra en el actual Ministerio de Hacienda, lo
mismo conseguíamos una exención tributaria por razón de nuestra vecindad, todo
es intentarlo y si no, al menos fallida que fuera nuestra tentativa, siempre
nos quedará el pacifista recurso al “diálogo” pero, mientras, habremos salido
en todos los periódicos del mundo y despertado quizás el interés de algún
incauto que decida hacer de nuestra tierra un buen destino turístico. No
tenemos, a la vista de los acontecimientos, nada que perder y dado que aquí
nadie para un golpe de Estado… ¿por qué no aprovechar y darlo también
nosotros?.
Publicada en la columna de los lunes, Reflexiones de butaca del Diario
VIVA JAÉN, 09/10/17.
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