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lunes, 9 de octubre de 2017

Pido ya una declaración de independencia.


Los jienneses, hastiados y resignados, ya ni nos quejamos – total, ¿para qué? -. Tenemos asumido que Jaén hoy sólo figura en los mapas como principal fuente de producción de aceite de oliva, un aceite que comercializan, como propio, empresas italianas a un precio de venta que triplica el de su adquisición o como cuna de independentistas radicales, ya se trate de Gabriel Rufián que hace, el hombre y cada día más, honor a su apellido o, incluso, Carlos Puigdemont, ese catalán, tan “charnego” a su pesar, cuya abuela corría feliz por las vetustas calles de La Carolina ajena al hecho de que, en un futuro, gran parte del pueblo español le reprocharía haber contribuido activamente a la materialización del golpe de Estado ejecutado en Cataluña, aun cuando esa aportación lo sea a los meros efectos genealógicos. Si repaso la actual situación sólo constato ventajas en la pantomima sediciosa, no sólo por la impunidad que, todo apunta, van a tener los actos ilegales que están teniendo lugar sino, además, por la proyección mediática que, a nivel internacional, está teniendo este sainete ante la humillante pasividad de la Secretaría de Estado de Comunicación que depende directamente de la Presidencia y del Portavoz del Gobierno de España. Una minoría de radicales mantiene en jaque a un Gobierno al mando de un estafermo de espaldas tan anchas como su propia cobardía, al haberse posicionado a favor de la más absoluta displicencia. Que millones de catalanes, contrarios a las ideas independentistas, se sienten abandonados por su Gobierno: el Sr. Presidente ya sabe lo que tiene que hacer y cuando, sin que se lo diga nadie –puntualiza -; que los únicos servidores fieles del Estado, auténticos y verdaderos garantes de la legalidad, están soportando unas condiciones que ningún cargo político toleraría: no hay que perder la serenidad – como no se perdió para evitar el rescate europeo-; que España entera clama por la unidad territorial y pide la aplicación inmediata de los mecanismos constitucionales que la preservan: las decisiones no se toman en caliente, dice el “sin-sangre”. Y mientras, ante la Comunidad Internacional, el circo orquestado por cuatro dementes está poniendo a Cataluña en el foco informativo mientras esos mismos medios internacionales, conocedores parcialmente de la situación por tener tan sólo la versión, sesgada y partidista, de los reivindicadores secesionistas y no la oficial y contundente del Gobierno de la Nación, le ofrecen el mejor trampolín para la alharaca chirigotera que, si Dios no lo remedia pues Rajoy ni está ni se le espera, terminará por vestir de bufón a nuestro país. Siguiendo ese ejemplo, indemne a cualquier aplicación punitiva, deberíamos declararnos independentistas los jiennenses aun cuando sólo sea por recordar que existimos y en condiciones menos favorables que las de otras poblaciones de España, deberíamos exigir que se nos reconociera como República Independiente de la Aceituna, como experiencia no estaría mal y además podríamos seguir presumiendo de tener insignes políticos oriundos de nuestra tierra en el actual Ministerio de Hacienda, lo mismo conseguíamos una exención tributaria por razón de nuestra vecindad, todo es intentarlo y si no, al menos fallida que fuera nuestra tentativa, siempre nos quedará el pacifista recurso al “diálogo” pero, mientras, habremos salido en todos los periódicos del mundo y despertado quizás el interés de algún incauto que decida hacer de nuestra tierra un buen destino turístico. No tenemos, a la vista de los acontecimientos, nada que perder y dado que aquí nadie para un golpe de Estado… ¿por qué no aprovechar y darlo también nosotros?.

Publicada en la columna de los lunes, Reflexiones de butaca del Diario VIVA JAÉN, 09/10/17.




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