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lunes, 26 de junio de 2017

Padres encendidos, Centros en combustión y profesores heroicos.





A estas alturas del año, entre el cansancio sedimentado por el transcurso de los meses y el calor imperante, la noche suele dar inicio más tarde. Sólo a partir de las diez es posible detectar algún movimiento en la ciudad, es cuando se produce un tímido despertar de ese sopor inducido por un sol inclemente que estanca la atmósfera haciéndola irrespirable. No es posible salir antes de casa y sólo con la caída del día tiene lugar la diáspora, a la conquista del anhelado alivio, hacia lugares rodeados de vegetación o donde se encuentren esos sistemas de nebulización que refrescan a los usuarios, rociándolos con gotas que producen una balsámica sensación en la piel. Compartía unas cervezas heladas, en buena compañía la noche del pasado viernes, cuando la conversación derivó, casi por inercia, hacia la temperatura que nos viene castigando durante esta densa primavera. Al ser docentes, mis compañeros de velada, fue inevitable hablar de cómo se ha intentado combatir, en los Centros Educativos, esta ola de insufrible calor. Me contaban que los niños han acudido a clase con ropa más ligera y portando un pequeño pulverizador con el que continuamente se rociaban, cuando se acababa el preciado líquido pedían permiso para salir a rellenarlo, con las consiguientes aunque justificadas interrupciones, o cómo algunos profesores han debido abandonar sus aulas para impartir las clases en otras estancias, menos acondicionadas a los fines didácticos pero más frescas, al no encontrarse expuestas a los feroces rayos solares desde primeras horas de la mañana. Han debido, también, estar mucho más pendientes de que los alumnos se hidrataran continuamente, insistiéndoles en que bebieran agua o asegurándose de que disponían de ella, algunos de estos profesionales han sufragado de su bolsillo la adquisición de grandes recipientes que, gracias a su ingenio, han mantenido frescos para administrarla a sus sudorosos pupilos. Me trasladaron, en suma, las precarias condiciones en las que han tenido que afrontar el final del curso y las dificultades experimentadas para concluir el temario con mínimas garantías de asimilación de conocimientos. Se entiende. Soportar 38º no es lo que se dice encontrarse en una posición óptima para la concentración intelectual, lo que unido a los madrugones de todo el año y al cansancio acumulado que va haciendo mella en cualquier organismo, con independencia de su edad, motiva que no sea una tarea fácil transmitir información y, aún menos, procesarla. No obstante, ya en las postrimerías y habiendo cesado las clases, se mostraban más confortados pues sólo les resta cumplimentar toda esa documentación que deben formalizar a la finalización de cada año escolar. Les pregunté si había tenido alguna repercusión la autorización de la Junta para no llevar a los niños al colegio o bien poder recogerlos antes del fin de la jornada, concesión ésta que no ha gozado de un gran seguimiento –me confirmaron- pero que ha sido el detonante de ciertos “espectáculos” por parte de padres encendidos en Centros en combustión, mostré mi extrañeza al no ver relación alguna y la explicación me provocó un gran estupor: un padre entró colérico en el colegio imprecando a los profesores, acusándolos de ser ‘torturadores inhumanos’ al permitir que sus hijos estuvieran allí, pasando ese calor, cuando ya no había obligación de llevarlos y amenazando con ir a la Delegación a denunciarlo. Reflexioné: a veces, se nos olvida que la falta de acondicionamiento en los colegios la sufren, por igual, alumnado y profesorado; si efectivamente no hay obligación de asistencia ¿por qué permiten que sus hijos vayan al colegio en lugar de dejarlos en casa?, ¿acaso pretenden que sean los maestros quienes los acomoden en las suyas?, si trabajan, siempre podrán contratar a una cuidadora que se haga cargo de ellos y sí, definitivamente, por una vez y dado que tan bien parecen conocer el camino hacia la Delegación de Educación, vayan a quejarse –puede que sea la única ocasión en la que les asista la razón- del deficitario estado de los Centros donde los heroicos profesores padecen las mismas condiciones que sus hijos… Piénsenlo, lectores, no se queden en la anécdota.

Publicado en la columna de los lunes, Reflexiones de butaca, diario VIVA JAÉN, 26/06/17.

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