A estas alturas del año, entre
el cansancio sedimentado por el transcurso de los meses y el calor imperante,
la noche suele dar inicio más tarde. Sólo a partir de las diez es posible
detectar algún movimiento en la ciudad, es cuando se produce un tímido
despertar de ese sopor inducido por un sol inclemente que estanca la atmósfera
haciéndola irrespirable. No es posible salir antes de casa y sólo con la caída del
día tiene lugar la diáspora, a la conquista del anhelado alivio, hacia lugares
rodeados de vegetación o donde se encuentren esos sistemas de nebulización que
refrescan a los usuarios, rociándolos con gotas que producen una balsámica
sensación en la piel. Compartía unas cervezas heladas, en buena compañía la
noche del pasado viernes, cuando la conversación derivó, casi por inercia,
hacia la temperatura que nos viene castigando durante esta densa primavera. Al
ser docentes, mis compañeros de velada, fue inevitable hablar de cómo se ha
intentado combatir, en los Centros Educativos, esta ola de insufrible calor. Me
contaban que los niños han acudido a clase con ropa más ligera y portando un
pequeño pulverizador con el que continuamente se rociaban, cuando se acababa el
preciado líquido pedían permiso para salir a rellenarlo, con las consiguientes
aunque justificadas interrupciones, o cómo algunos profesores han debido
abandonar sus aulas para impartir las clases en otras estancias, menos
acondicionadas a los fines didácticos pero más frescas, al no encontrarse expuestas
a los feroces rayos solares desde primeras horas de la mañana. Han debido,
también, estar mucho más pendientes de que los alumnos se hidrataran
continuamente, insistiéndoles en que bebieran agua o asegurándose de que disponían
de ella, algunos de estos profesionales han sufragado de su bolsillo la
adquisición de grandes recipientes que, gracias a su ingenio, han mantenido
frescos para administrarla a sus sudorosos pupilos. Me trasladaron, en suma,
las precarias condiciones en las que han tenido que afrontar el final del curso
y las dificultades experimentadas para concluir el temario con mínimas
garantías de asimilación de conocimientos. Se entiende. Soportar 38º no es lo
que se dice encontrarse en una posición óptima para la concentración
intelectual, lo que unido a los madrugones de todo el año y al cansancio
acumulado que va haciendo mella en cualquier organismo, con independencia de su
edad, motiva que no sea una tarea fácil transmitir información y, aún menos,
procesarla. No obstante, ya en las postrimerías y habiendo cesado las clases,
se mostraban más confortados pues sólo les resta cumplimentar toda esa
documentación que deben formalizar a la finalización de cada año escolar. Les
pregunté si había tenido alguna repercusión la autorización de la Junta para no
llevar a los niños al colegio o bien poder recogerlos antes del fin de la
jornada, concesión ésta que no ha gozado de un gran seguimiento –me
confirmaron- pero que ha sido el detonante de ciertos “espectáculos” por parte de padres encendidos en Centros en
combustión, mostré mi extrañeza al no ver relación alguna y la explicación me
provocó un gran estupor: un padre entró colérico en el colegio imprecando a los
profesores, acusándolos de ser ‘torturadores inhumanos’ al permitir que sus
hijos estuvieran allí, pasando ese calor, cuando ya no había obligación de
llevarlos y amenazando con ir a la Delegación a denunciarlo. Reflexioné: a
veces, se nos olvida que la falta de acondicionamiento en los colegios la
sufren, por igual, alumnado y profesorado; si efectivamente no hay obligación
de asistencia ¿por qué permiten que sus hijos vayan al colegio en lugar de dejarlos
en casa?, ¿acaso pretenden que sean los maestros quienes los acomoden en las
suyas?, si trabajan, siempre podrán contratar a una cuidadora que se haga cargo
de ellos y sí, definitivamente, por una vez y dado que tan bien parecen conocer
el camino hacia la Delegación de Educación, vayan a quejarse –puede que sea la
única ocasión en la que les asista la razón- del deficitario estado de los Centros
donde los heroicos profesores padecen las mismas condiciones que sus hijos…
Piénsenlo, lectores, no se queden en la anécdota.
Publicado en la columna de los lunes, Reflexiones de butaca, diario VIVA JAÉN, 26/06/17.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu participación en este Blog, recuerda que tu comentario será visible una vez sea validado.