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lunes, 19 de junio de 2017

El abrazo del oso.




"Señor Iglesias, le tengo menos miedo a su ideología que a su incompetencia", le espetó el almidonado Rivera al populista vendedor de humo durante la moción de censura, gesto éste que, he de reconocer, bien mereció entonces mi simpatía aunque no sea acreedor de la misma tan mesiánico regenerador de la clase política. Se nos presentó, en su día, como la única alternativa para quienes, hartos de corruptelas, creemos en la innegociable unidad de España y amamos nuestro país pero peca tanto de soberbia como de incontinencia verbal. Es síntoma de prudencia tenerle miedo al vampiro necrófago. Mucho, tanto a la ideología que preconiza en las incendiarias soflamas que regurgita como a la más que acreditada ineptitud que, a modo de credencial, lo precede en su escabroso recorrido de derribo a sus adversarios. Una cosa es el ridículo en el que, para la gran mayoría de nosotros, ha quedado con la fallida moción de censura a un Presidente que cuenta, de momento y pese a la lacra de ponzoña que arrastra el PP, con el apoyo y la aquiescencia de las otras dos facciones democráticas -si dejamos de lado las veladuras e intereses soterrados que mueven a cada una- y otra, bien distinta, es la demoníaca astucia de serpiente que agita peligrosamente al de la coleta quien no desaprovechó la ocasión ofreciendo, al día siguiente de la coronación de Pedro Sánchez en las primarias, el acaudillamiento de la moción como candidato alternativo a la Presidencia y aunque hubo de ser declinado por el creador del ‘noesnoísmo’, a regañadientes se entiende, por tener que poner, antes, orden en el maltrecho Partido Socialista que él mismo ha dinamitado, corremos el riesgo de que, antes o después y cegado por su afán de convertirse en inquilino de la Moncloa, caiga bajo el influjo del embaucador que, bastante más listo y hábil, terminará fagocitando al iluso, envolviéndolo con un abrazo mortal, el abrazo del oso. A Pedro Sánchez tanto le da, él va a lo suyo, su anhelo es convertirse en Presidente a cualquier precio y habrá, con toda probabilidad, una nueva moción en cuanto asegure, Sánchez, sus posiciones en el PSOE, rodeándose de acólitos que le auxilien en una desenfrenada escalada hacia ese suicidio político y le acompañen en el fenecimiento cierto a manos de la nociva sanguijuela que, pese a ser sabedor de las escasas posibilidades de prosperabilidad de su moción, se arremangó los vaqueros raídos para intentar pescar en el revuelto río socialista con el devoto apoyo de sus fieles palmeros: los herederos naturales de ETA y los secesionistas catalanes. Finalmente el varapalo fue mayor y más descarnado de lo esperado y el flautista de Hamelim terminó herido en lo más profundo de su henchido ego, aunque no cejará en el intento y seguirá alentando al ‘tonto útil’ que, finalmente, le proporcionará el acceso al ansiado poder –o quizá no e invoco para ello al intelecto de los votantes a fin de que sopesen la catadura moral y los peligros del sectarismo que imbuye al aprendiz de brujo aspirante a gobernarnos instaurando un régimen bolivariano-. Espero que, llegado el momento, el reptiliano de Don Tancredo, tenga los reflejos –y suficientes ardiles, seamos claros- de disolver las Cortes y convocar unas nuevas elecciones. En caso contrario estaremos ante la crónica de una catástrofe  anunciada, no sólo para el PSOE, enfermo en estado crítico, sino para todos y cada uno de los españoles que creemos en un Estado de Derecho y Democrático. No sé, amigos lectores, qué opinarán ustedes pero las posiciones están claras, las jugadas son previsibles, los riesgos evidentes y mis temores, estoy convencida, más que fundados. 

Publicado en la columna de los lunes, Reflexiones de butaca, diario VIVA JAÉN, 19/06/2017.

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