Aconseja mi tío Miguel “no
acercarse, nunca, al carnero por delante, a la bestia por detrás ni al tonto
por ningún lado” y no le falta razón al hombre. La fotografía que recoge el
encuentro en Bayona entre la Presidenta del Parlamento Navarro, Ainhoa Aznárez
y Josu Zabarte el “carnicero de Mondragón” que se aferró “valientemente” a la
tabla de salvación que supuso en su día la derogación de la doctrina Parot me
produce el ácido ascenso de una violenta arcada que, desde el estómago, me
corroe la garganta. Supongo que, en un intento de explicar lo inexplicable,
esta feminista, republicana y militante, finalmente y tras múltiples avatares,
en Podemos se ha visto empujada a justificar su presencia en tan siniestra
batahola aduciendo que instaba a pedir la disolución de la agónica cuadrilla de
los sicarios del hacha y la serpiente. En un alarde de cinismo, aclara que lo
hace en su condición de “víctima” puesto que es lo que se considera tras haber
precisado escolta durante varios años, esputando sobre la memoria de las
auténticas víctimas de ETA –los asesinados vilmente- una nueva afrenta más: una
podemita se considera víctima de la banda terrorista mientras no tiene el menor
reparo en fotografiarse junto a la sabandija que, lejos de arrepentirse,
muestra su orgullo por el “deber cumplido” que no es otro que el de “ejecutar”
a padres de familia de uniforme que arriesgaban sus vidas por España, por el
sustento de sus hijos. Esta “víctima” que se dice tal, detenta la Presidencia
de la Cámara Foral aupada precisamente por BILDU –herederos naturales de
BATASUNA o, para ser más claros, de la banda terrorista ETA-, un pacto ad hoc conspirado para defenestrar a
UPN, legítimo vencedor en las urnas. Y, ahora, se les llena la boca de “paz”,
son –o eso dicen el Sumo Pontífice de la coleta y ad lateres- “artífices de la paz”, los mismos que han alardeado de
manera pública del asesinato de inocentes, esos “gudari” irredentos encuentran
el amparo en PODEMOS que los acoge reivindicando unos pretendidos derechos como
“presos políticos”, son los mismos que tejen las redes con regímenes
dictatoriales en Oriente Próximo y Sudamérica, “paz”, “presos políticos” y lo
dicen quienes se niegan a exigir la excarcelación de Leopoldo López, alaban el
sistema político de Venezuela y, lo que es más doloroso y ofensivo para los
españoles, no muestran el menor ápice de conmiseración por los crímenes
cometidos sino que, en un alarde de desvergüenza, impetran la impunidad de unos
criminales, pidiendo su acercamiento, para ocupar cargos en las Instituciones
que una vez fueron objetivo de la goma-2. Una pantomima, otra más, una
mascarada en la que los derrotados por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad se
erigen -en pleno delirium tremens
provocado por la abstinencia de sangre- en los grandes hacedores de una paz que
ellos mismos dinamitaron, buscando la sinergia con sus iguales, pues tan
culpable es quien aprieta el gatillo como quien lo justifica, no se trató de
“ejecuciones” sino de crímenes y en un Estado de Derecho en el que las
libertades están plenamente garantizadas no puede afirmarse obscenamente que
“lo que se pierde en las urnas, se ha de ganar en un campo de batalla” porque,
cuando se hace, quedan claras las posiciones y las víctimas, siempre, están en
el otro bando. Me niego no sólo a reconocerle la menor veracidad sino el más
mínimo respeto a la señora Aznárez, las víctimas de ETA son y serán siempre los
enterrados, los olvidados y todos los que honramos su memoria cada día, somos
todos y cada uno de los que estamos y seguiremos estando no al lado sino enfrente
de Josu Zabarte, sin escolta, con el pecho descubierto, creyendo en la
Democracia, defendiéndola. Condenando, en suma, el terrorismo y exigiendo el
cumplimiento íntegro de condenas para los asesinos.
Publicado en la columna de los lunes, Reflexiones de butaca, diario VIVA JAÉN, 24/04/2017
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