Contemplo, horrorizada, a la
circunspecta presentadora del informativo dar la noticia de un nuevo ataque yihadista en Normandía con el tétrico
resultado de un sacerdote, de 86 años, degollado ante los fieles que asistían a
la celebración de la Santa Misa, dos religiosas y dos laicos, mientras sus
asesinos grababan el primer ataque perpetrado contra la Iglesia Católica.
Allah u-Akbar… Objeto de la ira más radicalizada, inoculada por el
recién instaurado Califato de DAESH en ese caldo de cultivo que es la
marginalidad y la falta de instrucción de las que salen los soldados de Allah. Estos muyahidines ya habían sembrado el terror
en un supermercado judío, una redacción de prensa, un tren, en terrazas y
bares, en una sala de conciertos, un colegio, un estadio deportivo, incluso en
la vivienda de dos policías y en un paseo marítimo abarrotado de familias con niños
que se disponían a celebrar su Fiesta Nacional, generando con esta abominable
sacudida la fractura social de Francia, brutalmente golpeada, donde ha
terminado por germinar, a partes iguales, el patriotismo xenófobo y la reivindicación
de los derechos humanos de los refugiados. Pero hasta ayer, los sicarios
islamistas habían respetado lo que mayor odio les suscita: la Iglesia Católica.
Allah u-Akbar…
Esos ignorantes a quienes
consiguen, desconozco el método empleado pero debe, sin duda, estar basado en
la más pedestre de las quimeras cuando quienes saltan por los aires provienen
de los estratos más bajos de la sociedad, de ese fangoso submundo del hampa y
la delincuencia, empujar a la propia inmolación que les abrirá las puertas del
Paraíso con la premisa de alcanzar mayor gloria en función del número de vidas infieles que arrebaten en su
resurgimiento como mártires de la Yihad, se
han atrevido, finalmente y en un osado acto de oprobio, con un hombre de Dios,
no del suyo claro está, asaeteando las entrañas mismas del Catolicismo, llamando a una
Nueva Cruzada, heredera de la descalabrada que auspiciara el rey francés Luis
IX. La Historia sigue, inexorablemente, un recorrido cíclico y ha de empezar
donde terminó, así ha venido sucediendo desde el inicio de los tiempos y así
seguirá siendo. Con Francia terminó, con Francia habrá de principiar.
Se reabrirán las heridas que
empujen, quizás, a la guerra entre sarracenos y cristiandad, proclamando
mártires en uno y otro bando, una lucha en la que lo que menos importa será la
religión, el mundo del siglo XXI sólo se mueve por intereses económicos y políticos,
pero ¿eso qué más da?, no faltará, jamás, quien con el Corán en una mano y la
cimitarra en la otra despoje de vida al infiel
al grito de Allah u-Akbar, sin llegar
a comprender, durante tal ignominia, la Sura 5.32 del Corán “quien matara a una
persona que no hubiera matado a nadie, ni corrompido en la tierra, fuera como
si hubiera matado a toda la Humanidad. Y quien salvara una vida, fuera como si
hubiera salvado las vidas de toda la Humanidad”. Y, mientras tanto, los
Cruzados, inermes y desarmados por la desidia de nuestros dignatarios, seguiremos
recibiendo la cuchillada asesina en el Nombre del Padre.
"Dios, mi Señor, consigue con mi espada que aquellos que te buscan,
te encuentren.
Dame fuerza para los desalentados, dame esperanza para los oprimidos,
dame misericordia para los arrepentidos,
sobretodo da tormento para los perversos y
ante todo, da justicia a los excluidos".
(Oración de los Caballeros del Temple antes de la batalla)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu participación en este Blog, recuerda que tu comentario será visible una vez sea validado.