He de admitir que, con el paso de los años y a la vista
del devenir de los acontecimientos, se incrementa mi desconfianza en el “sistema”.
Han sido múltiples, últimamente, mis llamamientos y reivindicaciones ácratas,
mi profunda convicción antimonárquica - que no republicana -, mi absoluta falta
de fe en la Justicia
y mi odio visceral hacia ese Leviatán que se perfila como un despiadado y
cruento Saturno devorando a sus hijos.
Me parece una obscena incongruencia que la rueda judicial
se accione, ante el impago de una hipoteca por un padre de familia, desempleado
y carente de recursos, e, implacable, el engranaje dentado siga su curso,
haciéndolo desaparecer en el interior del mecanismo, pulverizando su vida, al dejarlo
magullado, inerme y en la castiza “puta
calle” y sin, embargo, se articule todo un sistema institucional de férrea
defensa a favor de una Infanta que, presuntamente, tiene las patitas manchadas
con el estiércol de la corrupción, la estafa a niños deficientes – pues no
puede recibir distinto calificativo el hecho de “aprovecharse” de una minusvalía para
lucrarse a costa del débil que presta su piadosa imagen para llenar el saco del
“listo”- y el fraude fiscal a los españoles de bien que venimos soportando, a
trompicones, la pesada carga tributaria que estos tarados, ineptos de la soga y
la tijera, han depositado sobre nuestros ya quebrados hombros.
Y lo que, sin la menor duda, me resulta más
incomprensible de todo es que esos fariseos, sepulcros blanqueados con la falsa
pulcritud de una dignidad otorgada por la nívea honestidad de un cargo que les
viene grande, se rasguen las vestiduras, mostrándose escandalizados por el oprobio que se va a infligir a tan
distinguido y alto miembro de la Corona
Española, consistente, el tal ultraje, en que tenga que
entrar “a pie”, como el resto de los mortales, soportando la vergüenza – que no
sabemos si el previsible insulto y abucheo
plebeyo - de acudir ante un Juez que va a exigirle explicaciones por un
comportamiento “poco ejemplar”, según calificación del coronado progenitor de la justiciable.
Y en esas andamos… Republicanos frotándose las manos y
cargando las tintas contra lo que, según su concepción, es un decadente símbolo
del parasitismo; Jueces denostados por el diligente cumplimiento de su obligación;
Fiscales asumiendo el papel de Abogados defensores y defensores montando un
Circo televisivo; una Hacienda Pública Española que se desdice de lo que, en su día, dijo;
y … sufridos españoles pasándolas “putas y
canutas” para atender, mal que bien, los pagos y las letras, mientras las altas esferas de
este Estado putrefacto se las ingenian para que aquí, la Infantita, que lejos de
renunciar a sus derechos dinásticos parece más digna que nunca ante semejante
ludibrio, se vaya de rositas… que es Grande de España e Ilustrísima por
origen y nacimiento.
Si es que “Spain is
different” y este sainete también forma parte, o debiera, de la #marcaEspaña. Total, si nuestra
literatura está plagada: pícaros y bandoleros, guitarra, vino, siesta y
peineta.
Pues aquí no pasa nada, porque por mucho que pase,
siempre termina ocurriendo un dislate mayor que eclipsa al anterior y así
vamos: camino a la perdición. A paso ligero, una zancada tras otra, que si esto
es un disparate, más grande será el siguiente. “De oca a oca y robo porque me toca… “.
Se me ha venido a la mente, ante tan desolador panorama,
el Reloj Astronómico situado en la fachada sur del Ayuntamiento de Praga, que
al marcar las doce en punto abre su portezuela dejando paso a unos autómatas
que hacen su eterno recorrido mecánico: es el paseo de los Doce Apóstoles. Curioso
de ver este Orloj checo y visionario,
creo yo, del espectáculo al que, con grandísima similitud, asistimos los
españoles, al provocarnos este tétrico desfile, semejantes reacciones que a los
turistas sugiere la dicha visión: en unos, estupor; en otros, risa, en algunos
pánico y en todos, asombro. Pues como en una caricaturesca cabalgata de ninots, la esperpéntica comitiva se abre
paso entre una muchedumbre hastiada, apaleada y famélica que no por ello,
resignada, que o bien escupe su furia – justificada a todas luces – o bien se
calla, deseando el escarnio del canalla con la íntima esperanza de ver como, aún
cuando no haya quien guarde al guardián, es de Ley Natural, que no haya “prima inter pares” que ésta nos ha
salido más tonta que prima y que para todos, primos o tontos, por legal y
sagrado imperativo tenemos, o debiéramos, que aplicar similar rasero.
“El poder y la
política son los artes de buscar problemas,
encontrarlos,
emitir un diagnóstico falso y
aplicar, más
tarde, soluciones equivocadas”.
(Groucho Marx)
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