Nuevamente he
recibido una petición muy especial y como de costumbre, tampoco me he podido
negar. Mi sobrina, toda una Agatha Christie en ciernes, me ha pedido que
publique su último relato, el cuál no es producto de su voluntaria y espontánea
iniciativa, sino un trabajo escolar sobre la SOLIDARIDAD. Lo
he leído después de comer y, una vez más, me ha sorprendido el dominio de las
reglas ortográficas, la riqueza de vocabulario y su facilidad para la
construcción sintáctica… Marta esperaba expectante mi opinión, aunque tengo la
sospecha de que era conocedora de la misma mucho antes de ofrecérsela. Le he
sido muy sincera – aunque me vais a permitir que esas valoraciones queden en el
ámbito de la privacidad entre la escritora y yo -, me ha dicho que soy su mejor
crítica y tras haber concluido ambas en que “todo en la vida es manifiestamente
mejorable” le he prometido que seguiré publicando en mi Blog sus relatos, si
bien, con dos condiciones: la primera, deben ser de su total y plena autoría y,
la segunda, deberá facilitarme, como mínimo, uno al mes. Ella, por supuesto y
tal y como yo ya intuía, no ha puesto ninguna traba para asumir su parte del
compromiso, por lo que, consiguiente y consecuentemente, yo tendré que cumplir, por
mi parte, con lo convenido. Finalmente, he de reconocer que siento un íntimo
orgullo por esta personita de sólo doce años que tanto me recuerda a la que yo
era a esa edad, deseándole que encuentre en la literatura, al menos, la mitad
de la satisfacción que yo he encontrado y tengo el más que profundo
convencimiento de que lo hará y será antes que después...
Era una fría tarde de invierno. Elisa leía un nuevo libro
cómodamente hundida en el sofá más cómodo de la casa, tapada con una manta. El
libro lo había adquirido aquella misma mañana en una tienda de antigüedades, lo
encontró por casualidad, escondido en un armario. Tan pronto como salió del
establecimiento se dirigió a su casa, impaciente por descubrir los secretos de
su interior. Se titulaba “El Tesoro de la Solidaridad” y tenía
algunos pasajes escritos en un idioma extraño llamado rúnico, según le dijo el
anticuario. Estuvo leyendo durante un buen rato, hasta que vencida, cayó en un
sueño profundo… Se despertó sobresaltada con el ruido que hizo el libro al
caerse al suelo y de él se había deslizado una hoja de papel, deteriorado y
amarillento, doblado en cuatro partes. Sin pensárselo dos veces y tras la
sorpresa, lo desdobló con cuidado y fue entonces cuando pudo ver su contenido:
un texto escrito en lengua rúnica. Era el siguiente:
สมบัติที่แท้จริงของความเป็นน้ำหนึ่งใจเดียวกันคือการช่วยให้คนอื่น ๆ รู้
Tras dudar unos momentos, pues aquello le pareció muy
extraño, se decidió a llamar a Mary, quien había descubierto en la Biblioteca un libro
escrito en lengua rúnica, también por accidente, cuando se volcó la estantería.
Mary era una chica inglesa que se había mudado a su barrio cuando era muy
pequeña, desde entonces habían sido amigas. Cuando telefoneó a Mary
preguntándole por aquél misterioso libro, ésta la invitó a su casa, en efecto
seguía teniéndolo en préstamo. Por supuesto Elisa no olvidó el suyo y le
explicó a Mary todo lo ocurrido. Más tarde buscaron en el libro de Mary algo
sobre aquellas misteriosas letras que había en el viejo papel. Fueron
encontrando, página tras página, todos los lenguajes rúnicos, pero ninguno
coincidía… De repente, Elisa y Mary comprobaron como dos páginas habían sido
arrancadas, supusieron que en ellas debería estar la clave de aquél lenguaje
puesto que al final del libro de Mary había un índice que contenía palabras
similares a las del pliego de Elisa, incluso o así lo creían la misma frase
escrita en él. Algo desconcertadas se les ocurrió consultar a la bibliotecaria,
posiblemente ella supiera algo. Así que salieron decididas en busca de Paqui
que llevaba en su puesto tantos años que conocía cada libro mejor que a sí
misma. La respuesta de Paqui las dejó heladas: “Hace tiempo que no veía estos
dos libros”, parecía muy sorprendida: “¿Cómo es que los tenéis vosotras?, no lo
entiendo, seguidme por favor”. Las dos amigas se miraron antes de ir tras la
bibliotecaria que ya se encaminaba hacia la pequeña habitación de descanso
donde los empleados solían tomar café. Cerró la puerta tras ellas y les dijo en
voz baja: “Hace años se produjo un extraño robo aquí. Robaron exactamente ese
libro que tú tienes, Mary, el de las lenguas rúnicas. Misteriosamente lo
devolvieron a los pocos días, pero faltaban dos páginas. Más tarde volvió a
desaparecer del estante, definitivamente en esa ocasión hasta hoy que lo he
vuelto a ver. Por lo que sé, había dos únicos ejemplares que hablaban de estos
extraños lenguajes, uno era el que había aquí, el otro, supongo que es el que
tú tienes, Elisa. Aunque las páginas deberían estar en este último…”. Elisa
recordó, en ese instante, que cuando lo compró al anticuario junto al libro
había dos rollos de pergamino en el armario, a los que no les hizo mucho caso
entonces. Salió corriendo en dirección a la tienda, seguida de cerca por Mary
que estaba muy desconcertada. Entraron y
dándole unas breves explicaciones al propietario se lanzó a abrir el
armario. Tras abrirlo soltó un suspiro de alivio: en efecto, los pergaminos
seguían allí. Los cogió y con la promesa de devolverlos a la mayor brevedad
posible se dirigió nuevamente a la Biblioteca.
Mary no entendía nada y Elisa estaba tan excitada que tampoco
acertaba a explicarle su intuición. Cuando con la ayuda de Paqui y mucho
cuidado desenrollaron los pergaminos, usaron las claves del libro de Mary para
descifrar el mensaje: “Si el tesoro de la Solidaridad quieres
encontrar, en lo más profundo deberás buscar”.
Ninguna de ellas llegó a comprender su significado, así
que acordaron que fuera Paqui quien investigara en profundidad un poco más y
que las llamara en cuanto descubriera algo. Ambas amigas salieron a la calle,
la luz de los escaparates deslumbraba a Elisa y se puso el pergamino que
llevaba en la mano frente a los ojos para evitar la luz directa. Fue entonces
cuando vio que había algo en el papel, escrito quizás, con algún tipo de tinta
invisible, al observarlo con más detenimiento tuvo la certeza y dijo: “Mary, sé
por donde empezar a buscar” y empezó a correr calle abajo.
“¿A dónde vamos ahora?, gritó Mary a sus espaldas más
sorprendida aún que antes.
“Al antiguo Teatro! – Elisa se detuvo en seco - ¡Mira!”.
Un niño pequeño, de unos seis años de edad, caminaba con
un gato también muy pequeño, se lo mostró y tenía una herida en la patita
derecha. Mary se la vendó con un trocito de tela de un pañuelo que tenía en el
bolsillo de los vaqueros. Decidieron que no era aconsejable que un niño tan
pequeño andara solo por la calle a aquellas horas de la tarde, pues ya empezaba
a oscurecer y se ofrecieron a acompañarlo a casa, iban de camino a ella cuando
por fin llegaron al Teatro los cuatro. Mary se acercó a la salida de artistas y
se cayó por una trampilla que había en el suelo, camuflada y apenas visible,
los demás cayeron detrás sin poder evitarlo dado lo sorpresivo. El lugar estaba
muy oscuro, se oían voces y Elisa tuvo que acostumbrar los ojos a la oscuridad
para poder orientarse, al fondo de la estancia en una mesa iluminada por un
flexo había dos personas que sostenían otros libros, parecían tan antiguos como
los de ellas y entonces supo que eran los autores del “extraño robo” que Paqui
les había relatado. Con cuidado se sacó el móvil y marcó el número de la
policía que llegó apenas unos minutos después para proceder al arresto de los
dos malhechores. Cuando acompañadas por dos agentes se aproximaron a aquella
mesa, pudieron ver los libros que manipulaban los ladrones. Había una
traducción en un corcho, clavada con chinchetas, junto al extracto en rúnico
del original, en letras mayúsculas de tinta negra se leía:
“ EL VERDADERO TESORO DE LA SOLIDARIDAD ES…
DESCUBRIR COMO AYUDAR A LOS DEMÁS”.
Marta Beltrán Millán – 1º ESO
Te doy las gracias en nombre de Marta... Seguro que estará encantada de contestarte en cuanto lo lea, mientras tanto: gracias por tu comentario ;)
ResponderEliminarDivertido,interesante,misterioso...para cuando una segunda parte!!! Enhorabuena. Un besazo.
ResponderEliminarGracias, en nombre de la escritora... En cuanto a la cuestion que planteas supongo que podras preguntarselo personalmente. Es la ventaja de ser la tia de la autora ;oP
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