Cuenta la mitología griega que
de nueve noches de amor, entre Zeus y la titánida Mnemósine (la Memoria),
nacieron nueve musas. La mayor de todas, Calíope la de la bella voz, era la
inspiradora de la belleza, de la elocuencia y de la poesía épica. Tengo para mí
que es, la personal adaptación que de ella he hecho, la que me lleva susurrando
al oído desde hace algunos años mis reflexiones acerca de un Partido que, sin
duda, tiene a gala la magnífica gestión económica, de justicia es
reconocérselo, que en su día impidió nuestra intervención por Europa y que,
luego, ha conseguido reactivar la economía con una tasa de crecimiento por la
que pocos apostaban pero que arrastra también, en su demérito, un incesante
reguero de casos de corruptelas que eclipsan el rédito de sus incuestionables
logros. No negaré que el último episodio, a cuenta de Cristina Cifuentes a
quien, personalmente, dispenso una gran simpatía, comentado – tan ácida como torticeramente
– por Ramón Espinar, vástago de uno de los imputados en el caso de las tarjetas
black y reconocido especulador de viviendas de protección oficial, me parece
todo un alarde de obscenidad; tanto como las consideraciones que sobre el
particular pueda emitir Monedero que cobró 425.000 € por un informe inexistente;
la opinión de Echenique, el defraudador de la misma Seguridad Social que le
otorgó, sin haber cotizado, el derecho al formidable aparato que le posibilita
una mejora ostensible en su calidad de vida; las mordaces puyas del anodino
Errejón quien cobraba por no poner un pie en la Universidad o el curriculum
inventado, con base en una Licenciatura en Matemáticas, del socialista José
Manuel Franco que tampoco se ha mordido la lengua. Sinceramente, no creo que
ninguno de los citados detente la más mínima autoridad moral para valorar una
conducta que, es obvio, no comparto, es más, recrimino y que debió gestionarse de
un modo bien distinto. La bravura de Cifuentes está fuera de toda sospecha,
razón por la que hubo de reconocer la falsedad, extremo que le hubiera honrado
y que no habría afectado a su, hasta la fecha, impecable gobierno de la
Comunidad de Madrid pero ese empecinamiento suyo en mantener la legitimidad de
un Título académico que poco o nada afecta a su solvente capacidad como
Presidenta, se va a terminar cobrando no sólo su credibilidad sino el gobierno
del que, no creo equivocarme, antes que después terminará saliendo por la
puerta de atrás. No ha sido éste sino un nuevo episodio, otro más, de los que
ha sufrido el PP, derivando hacia una progresiva pérdida de confianza en el
único partido político que ha facilitado un Gobierno eficaz en tiempos
difíciles y que ha venido pagando, paulatinamente en las urnas, el alto precio
de soberbias y egolatrías, de la insaciable avidez de dinero fácil de muchos de
sus dirigentes y de su habitual laxitud frente a actuaciones individuales más
que cuestionables. Conocen ya Vds., amigos lectores, que mi pensamiento se
encuentra ubicado dentro del mismo espectro ideológico del PP, lo que hace aún
más dolorosa mi censura, y aunque me precio de haber alabado sus aciertos y
reprochado, siempre también, sus errores, mi musa – a quien íntimamente le he
conferido el nombre, no podía ser de otro modo, de CalíoPP – me inspira ya,
hastiada, no un giro en mi ideología o una abjuración de mis valores sino la
reivindicación de la dignidad que pasa necesariamente por la exigencia, a
quienes una vez les conferimos el valioso don de nuestro voto, de una rauda regeneración
íntegra, estructural y orgánica del Partido Popular porque o es eso o es seguir
esperando una nueva inspiración, otra más, alentada por la bella voz de esa deidad
a quien deseo, de todo corazón, una rápida e irreversible afonía. Basta ya de
bochornos.
Publicado en la columna de los lunes, Reflexiones de butaca, diario VIVA JAÉN, 16/04/2018.
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