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lunes, 16 de abril de 2018

CalíoPP






Cuenta la mitología griega que de nueve noches de amor, entre Zeus y la titánida Mnemósine (la Memoria), nacieron nueve musas. La mayor de todas, Calíope la de la bella voz, era la inspiradora de la belleza, de la elocuencia y de la poesía épica. Tengo para mí que es, la personal adaptación que de ella he hecho, la que me lleva susurrando al oído desde hace algunos años mis reflexiones acerca de un Partido que, sin duda, tiene a gala la magnífica gestión económica, de justicia es reconocérselo, que en su día impidió nuestra intervención por Europa y que, luego, ha conseguido reactivar la economía con una tasa de crecimiento por la que pocos apostaban pero que arrastra también, en su demérito, un incesante reguero de casos de corruptelas que eclipsan el rédito de sus incuestionables logros. No negaré que el último episodio, a cuenta de Cristina Cifuentes a quien, personalmente, dispenso una gran simpatía, comentado – tan ácida como torticeramente – por Ramón Espinar, vástago de uno de los imputados en el caso de las tarjetas black y reconocido especulador de viviendas de protección oficial, me parece todo un alarde de obscenidad; tanto como las consideraciones que sobre el particular pueda emitir Monedero que cobró 425.000 € por un informe inexistente; la opinión de Echenique, el defraudador de la misma Seguridad Social que le otorgó, sin haber cotizado, el derecho al formidable aparato que le posibilita una mejora ostensible en su calidad de vida; las mordaces puyas del anodino Errejón quien cobraba por no poner un pie en la Universidad o el curriculum inventado, con base en una Licenciatura en Matemáticas, del socialista José Manuel Franco que tampoco se ha mordido la lengua. Sinceramente, no creo que ninguno de los citados detente la más mínima autoridad moral para valorar una conducta que, es obvio, no comparto, es más, recrimino y que debió gestionarse de un modo bien distinto. La bravura de Cifuentes está fuera de toda sospecha, razón por la que hubo de reconocer la falsedad, extremo que le hubiera honrado y que no habría afectado a su, hasta la fecha, impecable gobierno de la Comunidad de Madrid pero ese empecinamiento suyo en mantener la legitimidad de un Título académico que poco o nada afecta a su solvente capacidad como Presidenta, se va a terminar cobrando no sólo su credibilidad sino el gobierno del que, no creo equivocarme, antes que después terminará saliendo por la puerta de atrás. No ha sido éste sino un nuevo episodio, otro más, de los que ha sufrido el PP, derivando hacia una progresiva pérdida de confianza en el único partido político que ha facilitado un Gobierno eficaz en tiempos difíciles y que ha venido pagando, paulatinamente en las urnas, el alto precio de soberbias y egolatrías, de la insaciable avidez de dinero fácil de muchos de sus dirigentes y de su habitual laxitud frente a actuaciones individuales más que cuestionables. Conocen ya Vds., amigos lectores, que mi pensamiento se encuentra ubicado dentro del mismo espectro ideológico del PP, lo que hace aún más dolorosa mi censura, y aunque me precio de haber alabado sus aciertos y reprochado, siempre también, sus errores, mi musa – a quien íntimamente le he conferido el nombre, no podía ser de otro modo, de CalíoPP – me inspira ya, hastiada, no un giro en mi ideología o una abjuración de mis valores sino la reivindicación de la dignidad que pasa necesariamente por la exigencia, a quienes una vez les conferimos el valioso don de nuestro voto, de una rauda regeneración íntegra, estructural y orgánica del Partido Popular porque o es eso o es seguir esperando una nueva inspiración, otra más, alentada por la bella voz de esa deidad a quien deseo, de todo corazón, una rápida e irreversible afonía. Basta ya de bochornos.

Publicado en la columna de los lunes, Reflexiones de butaca, diario VIVA JAÉN, 16/04/2018.




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