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lunes, 11 de diciembre de 2017

Iceta o un cuento de Navidad catalán.


Al son, ahora, de panderetas y zambombas pero cada loco sigue con su tema: los unos quejándonos de la lobreguez del alumbrado navideño, los otros poniendo los billetes de lotería cerca de San Pancracio, no falta tampoco quien ya anda “esnucando” gambas con los compañeros de trabajo y todos, o la mayoría, a la espera de un 21D que se nos empieza a atragantar como los polvorones caseros. Pendientes, mientras tanto, de los resultados que arrojan las encuestas del CIS y de las idioteces que el “gordito bailongo” de Iceta – nuestro particular Scrooge patrio - quiera soltar. Pues anda, el buen hombre, encendiendo una vela a Dios y otra al diablo sin tener claro aún de qué lado se posicionará pero mirando con ojos golositos el desahuciado despacho de un huido Puigdemont. Esa mente suya –tengo para mí que tan ‘exigua’ como el propio Dionisio- ha fraguado en esta escalada, febril y sin escrúpulos, que guía su más que cuestionable comportamiento, propuestas tan peregrinas e hilarantes como la creación de una Agencia Tributaria Catalana que privilegie a sus contribuyentes de modo similar a como lo hacen el País Vasco o Navarra a los suyos o – y esto es para nota, señores – que se condone la deuda de la Generalidad. Vamos, lo que viene a ser en uno u otro caso que, aquí, los demás españoles vengamos a convidar a esta ronda a nuestros vecinos de Cataluña, olvidándose de que entre los residentes en el resto de la geografía nacional también hay quienes alardean de pertenecer al partido del puño y la rosa y no comparten tal demostración de insolidaridad y enfermiza avaricia. Y así es como durante esta larga noche que es la campaña de una prematura convocatoria electoral, en el mismo terreno de juego previamente abonado por los propios golpistas que ansían destrozar el país en unas elecciones en las que nos jugamos el todo o nada, está recibiendo la visita de los tres Fantasmas: el del Pasado, que transportó a Miguel a esa época llena de añoranza cuando comenzaba a dar sus primeros pasos en política con la bisoñez, aún virgen y sin mácula alguna, de los ideales socialdemócratas intactos y que una vez lo imbuyeran antes de verse poseído por un desmedido afán de poder. El del Presente, en la que, este inmisericorde espíritu, ya le está mostrando la mezquindad de su ambición, de la miseria de un amor desmedido por la silla vacante y que le ha revelado, antes de abandonarlo y cual si fuera su propio reflejo en el cristal, la siniestra imagen de dos tiernos infantes: la ignorancia y la necesidad. Pero me barrunto yo que, sin duda, será aún peor la siguiente visita, la del Fantasma del Futuro cuando, éste, le descubra el destino que irremisiblemente aguarda a los avaros y no pierdo la esperanza de que la reacción de nuestro “Scrooge Iceta” sea la de suplicar una nueva oportunidad para cambiar, alineándose entonces del lado de la legalidad y formando, junto con C’s y PP, un bloque constitucionalista que impida la materialización de las aviesas pretensiones secesionistas. Puede – ojalá y así sea - que este funesto cuento de Navidad termine como el de Dickens y veamos al, hasta ahora, avariento hombrecillo despertar de su pesadilla para convertirse en un político generoso que posibilite la restauración de la Ley en esa parte de España, vilmente atacada por el independentismo demente más voraz. Sólo deseo que también, el nuestro, tenga un final feliz. Por el bien de Cataluña y… por el bien de toda nuestra nación soberana.

Publicado en la columna de los lunes, Reflexiones de butaca del diario VIVA JAÉN, 11/12/2017.


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