Y es que el mazazo, no por
predecible, había de ser menos doloroso. El pasado jueves la Audiencia Nacional
decretó prisión incondicional para Junqueras, ex vicepresidente de la
Generalidad y para los ex consejeros Jorge Turull, Raúl Romeva, José Rull,
Dolores Bassa, Merichel Borrás, Joaquín Forn y Carlos Mundó; el más sagaz, el
ex consejero de Empresa, había puesto previamente sus barbas a remojar dándose
una primera ‘agüilla’ con su dimisión y, luego, con la elección de un letrado
distinto que asumiera, desmarcándose así de la camarilla, su defensa, lo que le
ha permitido driblar la entrada en prisión a cambio de prestar fianza – escasas
24 horas le duró aquella “solidaridad” de acompañar a sus secuaces en el
afligido baile del rock de la cárcel-. Mientras tanto el cabecilla de la
rebelión sigue en Bélgica asesorado por un abogado de etarras, Bekaert, que
debe, el hombre, ser todo un experto en Derecho de la inmundicia y la
bascosidad, a la vista está, intentando zafarse de la acción de la justicia
tras abandonar a su suerte a quienes lo acompañaron en un descalabro político
que nació ya con vocación de defenestración colectiva. No ha faltado quien ha
dicho de él que “siendo rata gorda, sería el primero en abandonar el barco” y
razón no habré yo de restarle a ese sabio pero por más que huya, cerrando con
ello la puerta de la celda a sus compinches, largo es el ecuánime brazo que lo
acecha y le acabará dando caza. Será entonces cuando comprobaremos las
punitivas consecuencias de un desafío continuado a la legalidad, a la soberanía
del pueblo español y al Estado de Derecho aunque ya se haya desmarcado Pablo
Iglesias anunciando que pedirá el armisticio puesto que se avergüenza de que en
su país existan presos políticos, olvida, este vendedor de humo, que aquí, los
Sénecas, no van a la cárcel por sus ideas sino por delincuentes siendo extenso
el rosario de ilícitos que se les puede imputar: rebelión, sedición, desobediencia,
malversación de caudales públicos... Pero ha sido, sin duda, la esperada orden
europea de detención de Puigdemont y de los cuatro jinetes de ese hilarante
apocalipsis que cabalgan con él en Bélgica lo que ha supuesto la más demoledora
de las decisiones judiciales, esa actuación que nos ha devuelto la esperanza a
los demócratas, pues pese a que la puesta a disposición de la Audiencia
Nacional de los delincuentes huidos quede, en última instancia, sometida a la
voluntad de la justicia de aquél país, el cerco se va estrechando. La
expedición de una orden europea de detención a cualquier país miembro de la
Unión debe suponer la entrega inmediata del reclamado por la justicia que emite
la misma, si bien, el país de Tintín no tipifica, como tales, los delitos de
rebelión y sedición siendo que este principio de doble incriminación o de existencia
de los delitos tanto en el país que reclama como en el que entrega, es preciso
que concurra para que cualquier Estado miembro se atenga a la legalidad
procediendo a cumplimentar la solicitud aun cuando el primer paso se haya dado
por la Fiscalía belga que, al parecer, tiene bastante menos paciencia que la patria,
nos alegró el desayuno del domingo manifestando que ordenaría la detención de
los forajidos que habrán de comparecer ante el Juez que decida finalmente su
destino. Numerosas serán las zancadillas e infinitos los vericuetos legales que
el abogado de alimañas, desde la experiencia que le otorga su lúgubre recorrido
profesional dada la catadura moral de sus frecuentes defendidos, podrá oponer recurriendo
a las falsedades que se han venido vertiendo, últimamente, a fin de justificar
lo injustificable: que esa república imaginaria tiene un Presidente a la fuga
pero, al menos, ahora campa sin máscara. Todo el mundo sabemos lo que es y cómo
se las gasta. Y aunque sepamos, también, que delinquir nunca ha sido gratis a
esta ronda, no obstante, convida la Magistrada Carmen Lamela.
Publicado en la columna de los lunes, Reflexiones de butaca, diario VIVA JAÉN, 06/11/2017.
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