Y tras asistir, estupefactos,
a ese esperpéntico juego de tronos –pucherazo
incluido pues ya sabemos todos que aquí, depende de cuales, las sombras son alargadas-,
aderezado con un jugoso rosario de calificaciones y descalificaciones, desautorizaciones,
autoproclamaciones y otros actos más propios de una comedia de vodevil, nuestro
gobierno municipal confiere a la imperiosa
necesidad de levantar el bloqueo económico y político que sufre Cuba, desde
octubre de 1960 por parte de Estados Unidos, la importancia de someterlo a
debate en un pleno. He de reconocer que cuando leí la noticia, por segunda vez
y tras asegurarme de que el calendario indicaba que no estábamos a 28 de
diciembre, intenté, no sin gran esfuerzo, procesar la información. Convendrán
ustedes conmigo, amigos lectores, en que este tipo de iniciativas ha venido
tradicionalmente auspiciado por la filantrópica izquierda ante la habitual
abstención y cáustico reproche por parte del PP que no veía con buenos ojos lo
que, no sin falta de razón y así lo afirmo, bien podría calificarse como una
pérdida de tiempo y recursos ante otras necesidades más perentorias de la
ciudadanía: el progresivo endeudamiento de las arcas municipales, el incremento
de la tasa de desempleo, la ausencia de inversiones que pudieran reactivar
nuestra exigua economía, el deficitario mantenimiento de los servicios
públicos, la limpieza -¡ay, la limpieza!-
de nuestras calles y espacios o la raquítica red de alumbrado eran, solían
serlo -¡benditos tiempos aquellos!-, los recurrentes temas que ocupaban y
preocupaban a los jiennenses, haciéndolos objeto de animada charla en los
mentideros de mediodía al amor de unas cañas o de sarcástica crítica en las
redes sociales. Pero, en una nueva vuelta de tuerca, nuestro consistorio
entiende que es una “cuestión esencial de derechos” poner fin al embargo que
mantiene la asfixia financiera y comercial de la isla caribeña como
consecuencia de los dislates autoritarios de un sátrapa que, ya morador del
mundo celeste, ha dejado el tentáculo de un fiel heredero en éste a modo de
ególatra perpetuación de su memoria. Justificaba así, el portador de la vara de
mando municipal, la necesidad del debate en la pretensión, trasladada por el
cónsul general de Cuba en Andalucía, de “abrir relaciones comerciales” con
aquél paraíso de ébano, caña de azúcar y sinuosos bailes en el malecón. Desconozco
si la razón es fomentar el turismo rural entre los cubanos, abrir el comercio
del tabaco puro en Jaén o, simplemente, instaurar una línea transatlántica
vacacional que bien podría llamarse “Entre olivos y ron” orquestando, a tales
fines, una serie de visitas guiadas que den inicio en uno u otro punto, cuando sinceramente,
a mí, como vecina de Jaén y sufrida contribuyente, lo que de verdad me inquieta,
por afectar esencialmente a mis derechos, es el estancamiento económico de mi
ciudad, su invisibilidad en el plano cultural y turístico, la precariedad de
los servicios de los que gozamos, las deficiencias y estado de los espacios
municipales de uso público o el, cada
vez más cotidiano, espectáculo de desgobierno con el que indefectiblemente se
nos castiga. Que nuestro Ayuntamiento debata, en un pleno, acerca de lo que
lleva pasando desde hace casi 60 años a más de 7.000 kilómetros de nuestra
ciudad, me hace pensar que o empezamos a sufrir algún tipo de desequilibrio o
es que no había otra forma más efectiva de acallar el escándalo del Congreso
Provincial del Partido Popular. Me pregunto si el elevado coste – por la
inevitable merma tanto de votos como de credibilidad – habrá sido previamente
sopesado. Ahora sólo nos resta esperar el advenimiento de esa fructífera
relación con Cuba y ver cuál es la próxima ocurrencia, ocupando nuestro tiempo,
mientras tanto y hasta entonces, en barrer las calles, arreglar los jardines o
pasarle el ‘fregoncillo’ al
mobiliario urbano pero todo eso, claro, antes de que con la caída del día nos llegue
la tenebrosa oscuridad de la noche.
Publicado en la columna de los lunes, Reflexiones de butaca, del diario VIVA JAÉN, 29/05/2017.