Hace unos meses nos las
prometíamos muy felices pues habíamos evitado unas nuevas y bochornosas elecciones. Teníamos, al fin, un
Gobierno estable y condenado al consenso, pero en un alarde de “a que todavía me
supero”, no hay semana en la que no nos desternillemos, por no llorar claro está,
a cuenta de las disparatadas ocurrencias de nuestro Ejecutivo. La última, de
momento, ya ha provocado un nuevo colapso de las líneas telefónicas en los
despachos de abogados que, tras el varapalo dado por la Justicia Europea a
nuestro Alto Tribunal, se afanaban con celeridad en reclamaciones de cláusulas
suelo, a fin de que paralizaran la interposición de los procedimientos y es
que, ahora, el Séneca que nos gobierna en perniciosa connivencia con el
Pitágoras que ostenta la oposición política, ha decidido implementar un próvido
sistema que evite la saturación judicial, “forzando” -es un decir… entiéndanme-
la devolución “voluntaria” de las cantidades cobradas de más a los Clientes por
parte de las Entidades Bancarias y esto, dicen, en sólo tres meses,
apercibiendo al ciudadano del elevado coste que podría asumir en caso de
declinar el ofrecimiento de la Entidad. Es decir, aquellos que, durante años no
han tenido ningún escrúpulo para imponer cláusulas abusivas a sus Clientes, han
cobrado lo que, sabían, no les correspondía, se han quedado con las garantías
de los créditos que, en realidad, no valían lo que sus propios tasadores dijeron
que valían y que cuando, humillados y exprimidos los Clientes y atiborrados, los
bancos, de inmuebles a los que no podían dar salida, se negaron a asumir las pérdidas, nuestro Séneca, en lugar de exigirles
la responsabilidad debida, les inyectó una ingente cantidad de dinero, liquidez
que lejos de invertirse en la protección de los famélicos y damnificados
usuarios de sus servicios – votantes del Séneca, del Pitágoras y demás morralla
multicolor –, se empleó en seguir incrementando sus pingües beneficios, porque
ya se sabe que, en España, es la Banca quien
decide y el Estado el que otorga, algo obvio si tenemos en cuenta que los
principales deudores de los Bancos son los sindicatos y los propios partidos
políticos. Pues, pese a todo esto -deben pensar, estos genios, que aquí el personal
se ha caído de un guindo- ahora intentan amparar a esos mismos cuatreros
implantando un “código de buenas prácticas” cuyo funcionamiento, plazo y
resultado están por ver, oigan, lo mismo esta “espléndida” panacea pasa por
callarnos la boca ofreciéndonos un innovador televisor de plasma o una elegante
batería de cocina, con cubertería a juego y todo, “total -nos dirán- así no
tiene que tributar…”, mi respuesta, como obligada y abnegada usuaria de estos
demoníacos servicios y, no menos, como indignada profesional del Derecho, es palmaria:
“No, mire Vd, mejor me devuelve Vd. mis dineros que ya, si eso, me voy al Corte
Inglés y me lo compro allí”. En definitiva, señores, no se dejen engañar por
esta falsa quimera de transparencia y buen hacer institucional, si, de verdad, quieren
recuperar todo lo que han pagado de más, incluyendo los gastos de constitución
de hipoteca como son los de tasación, gestoría, impuestos, Notaría y Registro,
no permitan que les den chocolate del loro: declinen cualquier oferta, recurran
a un abogado de confianza para ejercer sus derechos y no les tengan tanto miedo
ni a las costas ni a los Jueces, después del revés del Tribunal de Justicia de
la Unión Europea podemos tener claro que “la Banca, en España, no siempre gana”.
Veremos qué hacen los Sénecas y Pitágoras de turno cuando asuman que no pueden
seguir insultando nuestra inteligencia con tan piadosas dádivas. ¿Acaso no lo
imaginan?.
Publicado
en la columna de los lunes, Reflexiones de butaca, en VIVA JAÉN el 23/01/2017.
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