En esta sociedad, tan plural
como moderna, en la que vivimos todo está estereotipado. Son las convenciones y
formulismos instaurados los que con frecuencia, quizás más de la que sería
aconsejable, nos hacen caer en cierta inercia gregaria abocada al más profundo
de todos los apáticos estatismos, olvidándonos del fondo pero cumpliendo
escrupulosamente con la forma. El pasado día 8 de diciembre – para muchos Día
de la Inmaculada Concepción- dio inicio lo que se conoce como “las Fiestas”,
ese, tácitamente adoptado, período comprendido entre este día y el 8 de enero
en el que la actividad, en general, se paraliza, al menos la burocrática, puesto
que la social sufre uno de sus máximos repuntes. Así, mientras todo son
comidas, cenas y reuniones con familia y amigos que terminan, irremisiblemente,
con alguna que otra copa de más – se entiende, estamos “en Fiestas” -, la actividad
laboral cesa, cualquier atisbo de trabajo, durante la jornada habitual, se
queda congelado porque ya se sabe que “estas fechas son muy malas, ya si eso…
para después de las Fiestas”… Y, mientras, yo que me declaro abiertamente
enemiga de cualquier cliché social, ya sea el “para cuándo el novio”, “cuándo
os casáis” o “vamos con los niños que se os va a pasar el arroz”, todas esas
expresiones socialmente admitidas como síntoma de educada consideración e
inocente cortesía que a mí me parecen una forma velada de meter las narices
donde a uno no le llaman y no merecen mejor respuesta que “y a Vd. que le
importa, oiga”, empiezo a experimentar algo similar con “las Fiestas”: cuanto
nos rodea, por perentorio que pueda ser, pasa a un segundo plano pues aquí lo
que prima es el jolgorio y la algarabía y es cuando me pregunto si, en
realidad, no será la excusa – perfecta – para disfrutar de esa alegre
gandulería que tanto nos atrae a los españoles. Los autónomos y profesionales
liberales no podemos dejar de atender un asunto urgente porque “estemos en
Fiestas” – más allá, claro es, del 24, 25 y 31 de diciembre y los consabidos 1
y 6 de enero, si no fallan las matemáticas se trata de cinco días -, pero para
la generalidad, durante todo un mes no existe nada que no sean “las Fiestas”… En
esta España de arraigada tradición y creencia católica es preceptivo conmemorar
el nacimiento del Mesías Salvador, congratularnos por la venida al Mundo de ese
Redentor durante la Misa del Gallo, a la que la gran mayoría no asiste por
encontrarse, precisamente, celebrando “las Fiestas” y digo yo ¿por qué, para no
herir la susceptibilidad de los practicantes que viven con fervor el sentido de
la Navidad – Natividad del Señor -, no elegimos otra fecha para esta ociosidad beoda
que tan fraternales sentimientos nos inspira al poseernos con esa desaforada
tendencia a la falta de mesura en el comer y el beber en compañía de personas a
quienes no vemos el resto del año?. Bastaría con sustituir las tarjetas, cada
vez más ausentes en el correo postal que se ve desplazado por el electrónico, que
representan helados paisajes por otros más florales que nos evoquen el final
del invierno por ejemplo, podríamos celebrar, en su lugar, otras “Fiestas”: las
de la primavera, total, si aquí al parecer, la razón que nos mueve es buscar la
excusa para dejar de cumplir con nuestras obligaciones, al menos así gozaríamos
de una mejor temperatura – con lo que nos gusta clavarnos en las terrazas al amor
de esa caña fresquita -, eso o sustituir el cargante “para después de la
Fiestas” por – como decimos en Jaén – “para cuando cobre la aceituna”, el
efecto es el mismo: dar a entender al receptor del mensaje que no se tiene la
menor intención de acceder a su solicitud. Así que, en contra de ese vacío
protocolo socialmente instaurado con independencia de su significado – no importa
qué se celebra, lo importante es celebrarlo-, mis deseos para ustedes en estos días: que el
Niño les bendiga desde el pesebre colmándoles con todos los dones que puedan
desear y que el Nuevo Año nos sea propicio y nos permita, al menos, “cobrar la
aceituna”, aunque sea “después de las Fiestas”.
Publicado en la columna de los lunes, Reflexiones de butaca en VIVA JAÉN, el 19/12/2016.
Yo también te deseo que el Niño Jesús te bendiga, estos días y todo el año. Que nos sigamos viendo y pasando buenos ratos, ahora y "después de las fiestas", como siempre ha sido. Me encantan tus artículos, eres una escritora fenomenal, una estupenda abogada, y sobre todo, mi amiga del alma. FELIZ NAVIDAD
ResponderEliminarFeliz Navidad, Fátima del Castillo Codes. Feliz Navidad y... como viene siendo tradición, también lo serán todas las que nos quedan por llegar. AMIGA DEL ALMA MÍA.
ResponderEliminarGracias guapa por decir mi nombre. Por equivocación he puesto "anónimo" Bss. ¡Espero tu nuevo artículo para el dia 9!
ResponderEliminarFátima... nos conocemos desde hace más años de los que puedo recordar, reconocería a la autora ese mensaje hasta "dentro de un saco", supongo que igual que cualquiera de quienes me conocen, saben - es público y notorio - QUIEN es mi amiga del alma, lo ha sido y lo seguirá siendo siempre. OK, el día 9 de enero estaré estrenando año con otra columna en el VIVA JAÉN ;oP
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