Para
cualquier Abogado, tradicionalmente, los meses de julio y septiembre son los
peores de todo curso judicial. Julio porque, junto con el cansancio acumulado
de todo el año, arrecian las llamadas telefónicas de los Clientes, algo lógico
por otro lado, que ante su marcha de vacaciones se interesan por el estado de
sus asuntos y se quejan, usualmente, de las demoras experimentadas en la Administración de
Justicia y… Septiembre, porque a la vuelta de las vacaciones, esos mismos
Clientes quieren conocer los avances, algo ya un tanto menos lógico puesto que
como bien es sabido “en Agosto no funciona nada en España". En fin, que si toda
incorporación tras el descanso estival es traumática para cualquier ciudadano,
para el Abogado, permítanme decirlo, lo es más, especialmente la primera semana
en la que el aluvión de notificaciones, junto con el volumen habitual de señalamientos, viene acompañado de continuas llamadas… Y todo a un ritmo frenético.
Lo que recreo a continuación es un episodio real
que tuvo lugar el tercer día de trabajo de septiembre, vía telefónica. Esa
mañana estaba preparando la vista oral de un juicio contra una Comunidad de
Propietarios en reclamación de cantidad, a la que tenía que defender, llamé al
teléfono de contacto que me habían facilitado: el del Presidente, pero fue la
"Sra. Presidenta - consorte" quien me atendió:
… (…) …
-
" (¿¿¿¿¿¿¿INSISTENCIA???????) Mire Sra., (de
entrada ya, no sé que *** pinta Vd. opinando y dirigiendo el “cotarro”, ni *** la falta que
hace que vaya Vd. ese día, pero por salud mental de quienes estemos en la Sala de Vistas, principalmente) si yo me hago cargo, perfectamente, de que
comparecer en un Juzgado no es nada agradable y me parece muy bien que no
quieran ir, pero que su esposo, como Presidente (y no Vd. como
consorte que no pinta nada aquí, pedazo de “dominante” - resoplido interno -), tendrá que ir a
apoderar antes a la
Procuradora al menos, si es que no le apetece, no quiere o no
puede ir el día del juicio, pero alguien tiene que ir en representación y
apoderado por la
Comunidad..."
-
"Pero vamos a ver, ¿la aboga'a no es
Vd?. ¡Pues vaya Vd. al juicio, joer!".
-
"No lo dude (obvio Sra., es Vd.
más tonta que Abundio), con la siempre honrosa presencia de su esposo o sin
ella, yo VOY A TENER QUE IR SÍ O SÍ. El problema es que si no hay poder de
representación procesal, no podemos actuar en su nombre... (¿Lo vamos
captando ahora?) Que a quien le reclaman esa cantidad es a la Comunidad y no a mí... Y
que, como Vd. comprenderá, es la
Comunidad la que la va a pagar y no yo. ¿Lo entiende Vd.,
Señora? (*¡¿@**·#)".
-
"Señora, veo que Vd. las coge al vuelo (¡por Dios, a ver si entra ya en razón de una
vez!... Miro el reloj y luego la agenda con un montón de anotaciones pendientes,
mientras empiezo a sentir una irrefrenable propensión homicida), sí, esa
podría decirse que es la versión breve, otra, un poco más larga, se completaría
diciendo que, además, van a tener que pagar las costas: del Abogado y del
Procurador contrario..."
-
"Errrrrm … ¿¿¿¿Cómo, cómo, cómo…? ¿¿¿¿Pero…
pero … Eso como va a ser así...????, ¡si no vamos pues no se podrá darle la
razón a los otros sin escucharnos si quiera!, ¡digo yo!, porque vamos eso no debería ser
así... ¡¡¡¡¡Nos van a obligar a pagar un dinero sin que nosotros contemos
nuestra versión hooooombre!!!!!… ¡Hasta ahí podríamos llegar!.. Si por…"
-
"Sra.: las quejas al Poder Legislativo de este
país. Ahora por favor, dígame si van a ir a darle poder a la Procuradora o si ese
día puedo dedicar mi (valioso) tiempo
a otros menesteres (más productivos)..."
(Breve lapso de tiempo en silencio que se ve repentinamente alterado).
-
"¡Pues sí!, claro, iremos, tal y como me lo
está Vd. poniendo habrá que ir... ¡Cómo si quedara otra, vamos!.. Porque vamos
esto, esto, esto es...".
-
"Muy bien, muchas gracias. Que tenga Vd. buenos
días..." CLICK. (Largo suspiro de alivio, si no la interrumpo es
capaz, ahora, de ponerse a disertar sobre la dolorosa injusticia que se ve obligada a soportar la Humanidad por el
capricho de comerse una manzana que tuvo Eva).
Me pregunto con cierta frecuencia, y a
pesar de todo ello no acabo de acostumbrarme, cómo la gente puede llegar a ser tan
obtusa... Veamos señora, que no me hacen ningún favor a mí, que si no
comparecen, ni personalmente ni debidamente representados por un Procurador, y
les cae una condena en rebeldía... ¡La pagan Vds., no yo! y que si me evitan
tener que ir a hacer un juicio, yo, sinceramente, se lo agradezco, pues tengo
mucho trabajo que seguir atendiendo en el Despacho…
¡Y encima con quejas y enmiendas
a la Ley Procesal!...
¡¡¿Y A MÍ QUE ME CUENTA?!!... Pensé tras colgar el teléfono y volver al estudio de
otro asunto…
“Nada en el mundo es más peligroso que
la ignorancia sincera y la estupidez
concienzuda”.
(Martin Luther King).
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