Hay que ser cauto, en los cenagosos albañares de la política más rastrera, y asegurarse de que el arma arrojadiza que se emplea para atacar al oponente no es producto de la propia envidia para no perder, luego, ni un ápice de esa credibilidad borreguil, dispensada por hordas lobotomizadas, hacia el, otrora, agitador de masas encrespadas. Aquél desaliñado treintañero de hace unos años que, desde el púlpito callejero de la indignación más recalcitrante, arengaba con sus soflamas a la izquierda radical, invitando, cual Mesías redentor, a la ruptura del orden social, justificando el terrorismo y alentando la desobediencia civil y tributaria, la ‘okupación’ y la agresión masiva a los agentes del orden; el mismo que incendiara las redes sociales cuestionándose quién “entregaría la política económica de un país a quien se gasta 600.000 € en un ático de lujo” es, hoy, el flamante propietario de un casoplón de ciento diez millones de las antiguas rubias: 2.000 m2 de parcela en la Sierra de Guadarrama, un amplio jardín, piscina, casa de invitados y una vivienda principal de casi 300 m2. Inmueble este, claro, que no obstante ha debido ser financiado mediante un préstamo con garantía hipotecaria concedido por la Caja de Ingenieros –cooperativa próxima al vivero de rebeldes separatistas que es Ómnium Cultural – con unas inmejorables condiciones financieras que nos son vetadas a la generalidad de los españoles. El comunista vallecano, despiadado instigador del capitalismo, ahora, reconvertido por obra y gracia de los acólitos que lo auparon, en su día, a la categoría de Sumo Pontífice de la izquierda regeneradora que venía a “descubrir la pólvora”, en un sátrapa totalitario a quien no le tiembla el pulso a la hora de defenestrar a todo aquél que ose interponerse en su demencial escalada hacia la autocoronación presidencial de una nación a la que, es obvio, odia. Y es que, el desembolso realizado por este “camarada” no lo ha sido a fin de someterse, por ejemplo, a un costoso tratamiento de ortodoncia al alcance, sólo, de algunos en cuyo caso, a la vista está, estaría más que justificado el dispendio sino en la “casa que necesita para desarrollar su proyecto de familia”. Se ve que, aquí, la mayoría de los españoles no tenemos tales proyectos o son menos ambiciosos o no queremos tanto a nuestros hijos y los privamos del contacto directo con la Naturaleza o es que, simplemente, no nos los podemos permitir. De modo que si Iglesias, Don Pablo ya, no ha adquirido este fabuloso chalé a fin de albergar, en la casa de invitados, a una familia de refugiados sirios; ceder la piscina para los alegres chapuzones veraniegos de los niños saharauis o los ejercicios de rehabilitación de la Asociación Vallecana de Jubilados o bien construir, en el jardín, un huerto urbano del que surtir los comedores sociales de la Comunidad de Madrid es que, finalmente, el antisistema de Pablo Iglesias se ha cortado la coleta, abandonando definitivamente la “clase obrera” para integrarse en la de los elegidos potentados. Me pregunto si, visto lo visto, no habrá sido determinante, en su elección, la ubicación de la casa a sólo 20 km del Valle de los Caídos… Tiene, la demagogia, corta memoria casi tanto como la desvaída coleta del nuevo burgués. ¿“Volverán – quizás - banderas victoriosas”?.
Publicado en la columna de los lunes, Reflexiones de butaca, diario VIVA JAÉN, 21/05/18.
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