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lunes, 19 de septiembre de 2016

Panem et circenses.





Tras nueve tediosos meses y dos agónicos procesos electorales, las grandes familias patricias siguen sus pugnas políticas emulando a los Emilio Paulos, los Metelos o los Escipiones, en encarnizados combates dialécticos, alianzas y traiciones mediante, que quedan reducidos a la simple disputa por conseguir el honorable título del más imbécil, mientras el pueblo, sofocado ya el primer ataque de risas y chanzas, ante lo que bien podría ser una hilarante comedia de Plauto, se instala en un hastío que adereza con el encabronamiento, lógico y natural, de saberse ninguneado por tan indolente desgobierno.
Estúpida lucha de egos que esquilma el Tesoro público con fallidas fiestas de la Democracia, enfilando vamos, inexorablemente, el camino hacia la tercera en un año, los unos manteniendo el no tan claro mensaje de gobernar en precario, los otros, reivindicando la pretenciosa posición de resultar indispensables y, cuan lena en la antigua Roma, haciendo obscenos guiños a derecha e izquierda, cualquiera es bueno si les paga sus servicios, los de más allá alegando un compromiso con su electorado y mientras tanto, la ciudadanía, garabateando en los desconchados muros el “No reírse de Pedro Sánchez, por favor, no reírse”, cuando la realidad es que ya no nos quedan más carcajadas que soltar, ni más guasa que derrochar, pues el nivel de ineptitud de quien se ofreció en su día para Sumo Pontífice de esta herética religión, zozobra en un mar de ridículo e impericia. Y ahí siguen, viviendo de la sopa boba, que les pagamos su sueldo por no hacer nada, a la vista queda, no son capaces de llegar a un consenso por el bien del pueblo soberano al que representan y ya sólo les falta citarse en los aledaños del Congreso para solventar a puñetazos sus diferencias –a ver quien la tiene más larga – que, con corbata o descamisados, no son sino simples macarras de barrio. Indecentes trabajadores del dolce far niente, burlándose impunemente de su electorado: los abnegados españolitos de a pie, extraña raza ésta que se caracteriza por ganarse el pan con el sudor de su frente, no está para más pamplinas, y ya sólo aspira a tener un Gobierno del que poder quejarse, pues no nos vale el “pan y circo”, tenemos el vicio de ganarnos el sustento trabajando a diario y el espectáculo montado en la gran carpa de San Jerónimo ya empieza a importunarnos.

Pónganse de acuerdo de una vez y si no lo hacen, al menos, no sigan cobrando, que a nosotros, los que, por miedo o practicidad, les hemos puesto en esa pista central, nadie nos paga por perder el tiempo.

- Publicado en diario VIVA JAÉN, "Reflexiones de butaca" el pasado día 12 de septiembre de 2016 -

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