Creo que, con frecuencia, no somos conscientes del grado de profunda incultura en el que nos desenvolvemos en nuestro círculo cotidiano hasta que reparamos en las conversaciones que tienen lugar a nuestro alrededor. Es entonces cuando una se percata de que gran parte de la población se encuentra inmersa en esa amplia, por desgracia, categoría que podemos encuadrar bajo la denominación de ANALFABETISMO FUNCIONAL, desconozco si la responsabilidad ha de ser imputada a la LOGSE o a la nueva tecnología que ha ido invadiendo, rápida y paulatinamente, el terreno a la, siempre, enriquecedora lectura, de modo que hoy, los niños prefieren disfrutar de violentos videojuegos a adentrarse en la aventura escondida en páginas impresas. Hoy, los niños – adultos del mañana - se terminan “idiotizando”, al no ejercitar su capacidad de pensamiento con las herramientas más útiles que puedan existir para ello: los libros.
Mi Reflexión está basada en un episodio reciente que, tras provocarme,
por vergonzante, el más bochornoso escándalo, dio paso luego a la risa interior
más incontenible, y más tarde ya, me
ancló en el profundo convencimiento, íntimo y desesperanzador, de que España,
sin duda, es el mejor vivero de futuros Premios Nobel… A los hechos me remito.
Es una noche como otra
cualquiera, tras una larga y agotadora jornada de Despacho, me encuentro en el
gimnasio, intentando deshacerme del estrés que genera el día de intensa
actividad. Suelo ponerme música, pero hoy me he olvidado el MP3, así que es
inevitable escuchar el diálogo de los dos veinteañeros que se encuentran
próximos a mí, mirándose en el espejo mientras hacen ejercicios con las
mancuernas. Los miro y pienso que a esos dos, sin duda, se les debe pasar por
alto que las piernas, extremidades inferiores unidas al tronco, también forman
parte del cuerpo humano y que por tanto deben ser ejercitadas junto con bíceps,
tríceps, pectorales y abdominales para evitar el ridículo aspecto de un torso excesivamente
musculado sobre dos flácidos hilillos colgantes… Me resulta cómico ver como se
preocupan de intentar aumentar el tamaño de sus brazos y se pasan horas haciendo
abdominales a la busca y captura de la tan ansiada “tableta”, mientras sus
piernas flacuchas son las grandes olvidadas, aún así, las exhiben en esas poco favorecedoras
mallas cortas y ajustadas que dejan ver la carne, trémula y blancuza de las
pantorrillas. Me resulta igual de grotesco y esperpéntico ver los estudiados
peinados esculpidos a golpe de espuma o gomina que impiden que, a pesar del
movimiento y del copioso sudor que les perla la frente, se les mueva un solo
pelo del sitio que han decidido es el que debe ocupar en esa larga, sin duda,
liturgia de acicalamiento. Me encontraba yo perdida en tales cavilaciones
cuando me sacó, inopinadamente, de ese ensimismamiento la frase que el más alto
de los dos, profirió acerca del manido referéndum – hoy, afortunadamente,
paralizado por nuestro Tribunal Constitucional – en Cataluña:
-
“Pues tío
– decía el patán – a mí me parece muy
bien que los catalanes quieran independizarse, quieren votar y eso es
democrático. Habrá que dejarlos ¿no, tío?... Tienen derecho, vamos, digo yo...”
-
“Pues sí,
tío, ya ves – contestaba el otro
entre jadeos -, esto no es una dictadura…
Si ellos quieren la independencia habrá que dársela, joder… ¿a nosotros qué más
nos da, no?”- resoplaba, el compañero, subiendo la mancuerna hasta la
altura de las clavículas, presentando su rostro un preocupante, por cada vez
más intenso, color rojo, a causa de la congestión originada por el esfuerzo.
¿Y este par de zoquetes habrá
estudiado, en algún momento, nuestra Historia?, - me pregunté - ¿si les pidiera
que me dijeran con quién surgió la idea de Estado se remontarían a los Reyes de
Castilla y Aragón?, es más: ¿sabrán quienes fueron los Trastámara…?. Si les
nombrara – continué reflexionando - en este preciso momento, a Isabel la Católica,
estoy absolutamente convencida, me contestarían con el atrevimiento de la
ignorancia “que es el nombre de una Plaza
en Granada y que por allí se tapea del carajo…”. Claro, me dije finalmente,
preguntarles si han leído “La España Invertebrada” de Ortega y Gasset o si
conocen los peligros de la desfragmentación de la Nación, motivaría que me miraran como a un
alienígena hablándoles en una lengua extraña… Deseé con todas mis fuerzas que mis
sobrinos, dentro de diez o doce años, no mantuvieran ese tipo de estólidas y
absurdas conversaciones, mientras aplicaba mayor velocidad a la elíptica.
-
“Ea tío,
si es que a mí me parece guay que aquí cada uno haga lo que quiera y le dé la realísima
gana… que pa’ eso esto es una democracia… Y otra cosa te digo, yo voy a votar a
Pablo Iglesias en las próximas, ¿eh tío?, estoy ya harto de tanta mierda y
tanta corrupción. ‘Podemos’ sí que es un Partido, tío, dice ese que va a poner
un “sueldo ciudadano”, macho, que todo el mundo tiene derecho a vivir con
dignidad y que eso lo dice hasta la Constitución… tío, yo no lo sabía ¿sabes?,
pero si tenemos derecho a ver por qué no nos van a dar ese sueldo… y si encima
no tenemos ya que trabajar y podemos vivir de eso… Más tiempo para entrenar… El
tío mola, dice verdades como puños…”.
¡¡¡¡¡¡Diiiiiiiiiios…!!!!!!
- noté una oleada en mi interior, un calor abrasador en la garganta que me
ascendía desde la boca del estómago. Me mordí la lengua - a ver, tarado, una
democracia, pedazo de animal, es un sistema de organización o una forma de
Estado que atribuye a la sociedad la titularidad y legitimidad del poder,
mediante los mecanismos de participación directa o indirecta, a los
representantes del pueblo que, necesaria e ineludiblemente, ha de estar
sometida a la legalidad, de la que, por cierto cavernícola, la Constitución
representa el marco donde las demás leyes encuentran su desarrollo… Te diré,
además, que es, en su artículo 2, en el que se consagra a nuestro país como la “indisoluble unidad de la Nación española,
patria común e indivisible de todos los españoles…”. Pero claro, eso para ti, debe
ser rúnico… ¡Animal!. – creo que lo miré con tal intensidad que debí terminar
atravesándolo, pues pude ver, con absoluta nitidez, la pared de detrás -.
Votar a Pablo Iglesias sólo por ese “sueldo
ciudadano” - ¡será zángano el niñato! – y se queda tan pancho el muy bestia,
¿pero tú te has detenido un minuto a pensar de dónde sale el dinero para cubrir
las pensiones, sueldos de los funcionarios, los servicios públicos de los que
gozamos…?, Nene: de-los-im-pues-tos, de nuestra contribución tributaria al
Erario Público, atontao, si ese visionario, de la izquierda más radical y pro
terrorista, vende la falacia de este sueldo ciudadano es como medio de captación
de adeptos, es un simple vendedor de humo… ¿cómo pretende pagar ese sueldo?,
¿lo has pensado...?, ¿con billetillos
del Monopoly, quizás?... Anda, anda… Séneca, que eres un Séneca. El “tío mola”,
dice... sí, claro ese aire rebelde de cultureta
progre y descuidado, coletita en ristre, obnubila a este pavo… Total- intenté convencerme - si es
que tienes una mente más simple que el mecanismo de un chupete, hijo mío, y sí,
no sólo se te olvida ejercitar las piernas, es evidente que también el cerebro…
¡Menudo pedazo de asno estás hecho, campeón…!
Y en esas
andábamos cuando, mirándome, me dice:
-
“¿Perdona?,
¿vas a utilizar el periódico?..”. – preguntó haciendo un gesto con la
barbilla hacia el que estaba junto a mí, olvidado, sobre el sillín de una bicicleta estática-.
-
“No, no …
claro, cógelo” – le apremié con la esperanza de que no todo estuviera aún
perdido, de que aquél joven se ilustrara con la lectura, aún cuando fuera, de
un Diario -.
-
“Vale,
guay, gracias… - lo cogió - , es que
aquí hace un calor horroroso…” – soltó sonriente aquél bobalicón de enormes brazos y piernas delgaduchas mientras
se abanicaba con las hojas impresas su rostro, rojo, sudoroso y congestionado.
La
frustración del momento fue lo que me llevó a concluir que, definitivamente,
debió ser la testosterona lo que terminó atrofiando la neurona. Y puse mayor
ahínco en el ejercicio físico, como medio de evadirme de aquella realidad, tan
musculada como zafia, que en aquél preciso instante me rodeaba.
“La abundancia de palabras y la ignorancia
predominan en la mayor parte de los seres;
si quieres liberarte de la mayoría inútil,
cultiva tu conocimiento y
envuélvete en nubes de silencio”.
(Cleóbulo, Filósofo Griego)